Íbamos a un restaurante retucumano que se llamaba La Corzuela.
-Qué carajo es una corzuela? -preguntó alguien después de la tercera botella de vino (entre cuatro)
-Una corzuela es la cachorra del ciervo -contestó la marisabidilla de siempre. Y señaló hacia un estante alto donde una ciervita embalsamada se apolillaba sobre los tamales y las humitas y entre las banderitas plásticas argentinas.
Justo enfrente está el lugar donde funcionaba la unidad básica de Bussi y sus hijos borderlines.
2 comentarios:
Apelmazada de miedo quedó la pobrecita Corzuela.
Che ponganlé un baigón que se la están comiendo las poliyas
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