miércoles, febrero 28, 2007


- Vos lo que tenés que hacer es aprender a agachar la cabeza.

Se lo decía una chica a su marido. Él asentía en silencio como un niño dócil. Iban caminando delante de mí por Juncal.
Pensé en el paciente que acababa de atender. Primero conocí a la novia. Es inteligente, seria, vivaracha, monísima. Un día me contó que estaba reenamorada y después vino él también a atenderse por consejo de ella. Ella siempre le da buenos consejos.
Dos meses después de inciada la relación, veo cómo se va carcomiendo como un edificio atacado por las termitas. En la superficie todo parece igual pero sé que la historia se terminó. Dentro de dos meses se van a separar y dentro de tres meses se van a odiar.
Ella pretende mejorarlo, hacer que se supere, que abandone los hábitos que ella considera superfluos o infantiles. Dice que él "da para más", que "no desarrolla todo su potencial", como si hablara de un producto al que le está haciendo falta una buena estrategia de marketing.
Le fue inyectando a la familia con goteo por vía endovenosa, tan delicada que él al principio no sentía ningún cambio en su torrente sanguíneo. Primero fotos del hermanito, después relatos tiernos sobre la mamá, una noche un asado en la casa de los padres.
Después fue avanzando sobre la familia de él: mensajes simpáticos para la mamá, consejos inteligentes para tratar con el hermano, buenas ideas para resolver problemas difíciles.

Desde que volvieron de las vacaciones ella organiza todo para poder almorzar juntos casi todos los días. Cuando él sale con los amigos o va a la cancha ella dice que no le importa, que tiene cosas para hacer, pero se queda despierta por si la llama para despedirse a la noche. Y si no la llama piensa que no la quiere o que salió con otra mina.
-Qué le pasa? Prefiere estar con los amigos? -me pregunta
Ella me lo cuenta llena de buenas intenciones y yo tengo la tentación de decirle que la corte, que él no va a cambiar, que nadie va a cambiar, que nada va a cambiar. Pero sería inútil decírselo porque tampoco ella va a cambiar.
Él viene a la consulta medio desesperado: ella le calienta mucho pero la familia no.
La presencia familiar solapada y la marcación estrecha hace que se le baje.
Se siente "abrigadito" , "acolchonado", "rodeado" y lo único que anhela es huír a Burkina Faso (país de África occidental sin acceso al mar) para liberarse de ese estado.
Este verano, durante sus primeras vacaciones juntos, se sintió asfixiado porque estaba con ella todo el día.
- Pero cómo puede ser, si la amo? -me pregunta, - Soy raro?
A mí me desesperan esas situaciones que se repiten todos los días. Me hacen pensar que los hombres y las mujeres somos especies diferentes y que nunca un hombre y una mujer van a desear lo mismo al mismo tiempo.
Lo único cierto es que el invento de las parejas heterosexuales es un gigantesco malentendido.

Recién



Oía un chirrido regular y suavecito. Lo localicé con la oreja izquierda que es la que oye bien: era un grillo en la cortina.
-Buenas noches, grillo - le dije.
-Cri cri - me contestó.

Calate estos muñuelos


Espinacas crudas picadas y mezcladas con huevos batidos. Una cucharadita de maicena y nuez moscada rallada. Aceite de oliva para freír.
Ricos esta noche calientes con un vaso de vino y mañana fríos con mate cocido.

Mi apá y el sapo liberado

No, no es que mi papá fuera un psicoanalizado liberal ni un intelectual sensible. Más bien era una bestia. Pero se acordaba muy bien de cómo era ser chico. Por eso, con sólo mirarme sabía lo que yo sentía.
Si uno se acuerda del desconcierto permanente que es el estado natural de la infancia y si uno no es un hijo de puta, sabe instintivamente lo que sienten los chicos y tiene el impulso de protegerlos y de calmarlos cuando sufren.
Así fue cómo mientras todos entendían que yo había roto el libro, él entendió que había liberado al sapo. Era un moralista cuadrado, un cuáquero severo que creía ciegamente en sus principios, pero el primero de todos era claramente la libertad. Y me lo enseñó de una forma inolvidable. Me decía que lo primero es ser independiente y libre y que recién después uno puede ocuparse de todo lo demás.
Suena lindo y fácil, pero él se emperraba en explicarme cuál era la forma de lograrlo, que no era irse a la playa a rascarse el higo sino aprender todo y laburar mucho y bien (para no depender de nadie), no mentir (porque te quita libertad), ser honesto (para no tener miedo de nadie), no pedir nada (para poder rajarte sin dar explicaciones), defenderse y defender a los otros de las injusticias (para que los malos no vuelvan a hacer el intento)... una serie de normas incomprensibles para una nena pero que de alguna manera se me grabaron a fuego en el coco.
Creo que verlo vivir a él con sus decisiones erróneas y egoístas, con sus excesos pantagruélicos y con su empecinamiento en gozar de las cosas, fue lo que me dió ganas de ser como él, porque además de ser una bestia era un buen tipo y sobre todo, la gastaba como nadie.
Ahora que está muerto y que nadie puede desmentirme es tentador crear un mito y decir que pensaba como Zaffaroni, pero debo decir que lamentablemente su pensamiento estaba más del lado del ingeniero Blumberg.
Para no llevarse una imagen falsa de él, sepan que si el sapo hubiera sido un chorro de La Matanza seguramente hubiera pedido cadena perpetua.

martes, febrero 27, 2007

Fui a comprar libros para un chico y encontré esos que tienen páginas dobles que cuando se abren hacen desplegar una figura corpórea grandota. Me quedé un rato largo mirándolos porque de repente me acordé de algo que se me había olvidado.
Era mi cumpleaños 6 o 7. Una amiga de mi mamá me regaló uno de esos libros, enorme, precioso. Yo era una especie de enferma: leía todo el tiempo y cualquier cosa que cayera en mis manos, asi que en medio del cumpleaños me encerré en un cuarto para leer el libro. Era la historia de un sapo que había hecho algo malo, entonces los otros personajes lo perseguían y al final lo enjaulaban. La figura desplegable final era el sapo llorando, encerrado en una jaula amarilla. Me acuerdo perfectamente de la angustia que sentí; era como una verdadera garra que me apretaba la garganta. Y me acuerdo de la desesperación que me daba tener que seguir festejando mi cumpleaños mientras el sapo lloraba preso. Entonces arranqué la jaula, la hice un bollito y le tiré a la basura. Después de un rato la amiga de mi mamá le mostró a alguien el libro que me había regalado y lo encontró roto. Todos los grandes me miraban, me preguntaban qué había pasado, cómo había ocurrido eso. Yo me hice la que no sabía pero me parece que todos se daban cuenta de que lo había roto yo.
A la noche me llevé el libro a la cama. Ahora lo leia y no me angustiaba más porque aunque el texto decía que el sapo estaba preso, yo veía que estaba libre. Me acuerdo de ese pensamiento extraño y lo cómoda que me parecía esa contradicción que había creado yo misma: el texto podía decir lo que quisiera pero a mí ya no me afectaba. Lo único real era que no había jaula.
En lugar de interrogarme o de enojarse como los demás, cuando fue a darme un beso antes de irse a dormir, mi papá me dijo "Ese libro está mucho mejor así. Era una barbaridad que ese sapo estuviera preso".

Todo por 2 pesos



Voy al Once a comprar géneros para hacer manteles, carteras y ropas. Hay un negocio en Lavalle casi Pueyrredón que tiene parvas de géneros de tapicería viejos, fallados, que se venden por kilo. Ahí encuentro siempre maravillas increíbles, sobre todo estampados ingleses como de sillón de living en North Tawton. Una vez encontré uno verde con dibujos de dinosaurios, alucinante, y B.3 se hizo un vestido que no puede usar sin que la paren dos veces por hora para preguntarle dónde lo consiguió. También tiene una blusa hecha con un estampado realista de osos carolina. Con este de rosas mamá me hizo una bolsa repráctica, de viejita británica. No es divina? La uso todo el tiempo. El género debe haber costado cuatro pesos a lo sumo.


Cuando nací me bautizaron como evangélica pero nunca me enseñaron a practicar esa religión ni ninguna otra. Yo sólo sabía que era protestante, pero ni idea de qué significaba eso. A veces pedía que me mostraran el certificado de bautismo, que era como un diploma de Ciudad Gótica. Estaba escrito en alemán y tenía la ilustración de una iglesia con cúpulas afiladas que me daba miedo. Mi papá me dijo que la iglesia estaba en Corrientes y Esmeralda. La palabra Esmeralda me gustaba mucho, porque me parecía fascinante Esmeralda, la gitana (era una gitana?) de El Jorobado de Notre Dame. Como tenía mezclados en la cabeza esos dos datos creía que me habían bautizado en Notre Dame.
Hace muy poco identifiqué la iglesia. Es muchísimo más chica de lo que creía y ahora es una especie de lugar de caridad muy triste, donde se dan cursos para dejar de fumar, de drogarse y de emborracharse. No me parece que se use mucho como iglesia.
Creo que ahora los evangélicos son otra cosa: se reúnen, cantan y aprenden a parar de sufrir en los cines reciclados como templos.


A la izquierda, como es de verdad. A la derecha, cómo era adentro de mi cabeza.

un cana es un cana es un cana es un cana

Compro en Coto una camarita para la compu. Después de varios años de resistirme denodadamente, me dejé convencer por los insoportables usuarios de messenger y ahora tengo una fucking cuenta de hotmail y la camarita. Siempre asocié el messenger con Gran Hermano, no sé por qué, y odio por igual ambas asimetrías a la vez.
Pero ahora que M.4 está lejos me gusta porque podemos jugar a los astronautas haciendo girar la cámara por todos lados. Además voy a poder ver el cuarto de Eduardo, mi cura amigo.
La cuestión es que elegí la cámara más chiquita y más linda, pero más por el diseño del envase que por otra cosa, porque todas son made in china y todas igualmente buenas/malas y del mismo precio.
En la caja me dijeron que si no andaba tenía tres días para devolverla, pero que para eso tenía que hacer sellar el ticket en el mostrador de seguridad. Allí fuí y encontré a un hombre y una mujer con uniforme de mariscal con alamares, botones militares y una leyenda bordada en hilo plateado en la manga: "Cazadores", decía. Era el nombre de la empresa de inseguridad privada de Coto. Los dos estaban muy ocupados: él le alcanzaba una a una biromes Bic con una etiqueta autoadhesiva enroscada alrededor y ella escribía pausadamente en cada etiqueta el nombre de una sección de Coto con esa horrible letra de vigilante, híbrido de mayúscula y minúscula. Rotisería, Bazar, Lácteos... y no levantaba la mirada para verme, aunque yo estaba parada frente a ella desde hacía tres biromes. Finalmente le dije -Me podés sellar el ticket, por favor? Primero terminó de escribir trabajosamente vERduLERiA y recién después me miró y me selló el ticket de mala gana. -Tenés tres días, ni uno más ni uno menos para devolverlo si no anda, me espetó con su cara de orto.
Después, en casa discutíamos si uno se hace cana porque trabaja de cana o si hay que ser cana antes de hacer el curso. Yo opino que sólo si uno es cana previamente puede decidir hacer ese trabajo. Eso de que es una salida laboral para los pobres no te la creo. Está lleno de pobres que hacen trabajos horrendos pero todos más dignos y menos dañinos para el espíritu que el de vigilante.

Qué pena


Ahora sí, Qué pena, de Alfredo Zitarrosa.

Si quieren estar contentos no lo escuchen.
Yo quiero estar triste y voy a estar triste todo lo que quiero.

No puedo dormir. Hay un viento maldito que aúlla contra los vidrios tratando de entrar.

Toy linda?

En casa se ríen de mí cuando les muestro las cosas que compro para estar linda. Es curioso porque cuando elijo un shampoo o una crema creo realmente en el efecto mágico que prometen. En ningún momento dudo de sus efectos, y aunque con el uso veo que no me hacen nada, me gusta imaginarme que sí me hacen.
Lo que más les intriga a todos es que habiendo trabajado muchísimos años como directora creativa de publicidad, es decir, inventando todos los días esas promesas delirantes, yo me las crea como un niño.
Es difícil de explicar: no es que me las crea totalmente, pero tampoco puedo creer que sea todo mentira. Alguito de verdad debe tener, me digo, y después no permito que la realidad me desengañe.
Hace unos días B.2 me encontró eligiendo shampúes y me dijo que estaba encandilada por los envases atractivos y por las palabras que leía en las etiquetas. Ella no cree en nada de eso pero yo le dije -Cómo va a ser mentira ésto? y le señalé una etiqueta en la que decía "nuevo, con amplificador de luz" y metí nomás el shampoo en el carrito.
Igual me quedé un poco preocupada y empecé a analizar las promesas infantiles que compro.
Éstas son algunas de las que tengo en casa:
1. una crema para la cara que viene en un envase larguito plateado, como una jeringa. En el display dice que es "cirugía sin cirugía; efecto bótox natural instantáneo". Y promete resultados visibles en dos semanas. (El envase símil jeringa me sedujo, qué extraño, aunque el compartimiento racional de mi cerebro sabía que era un mero recurso, y muy berreta. Pero otra vez me dije "si lo ponen en ese envase debe ser porque realmente borra las arrugas". Es como si no pudiera creer que mientan tanto).
2. Una crema de enjuague "ultra desenredante, desenredo instantáneo, brillo de espejo, sedoso al tacto, para cabello largo y semi largo, apagado, sin energía". ( Me mató lo de "brillo de espejo")
3. Un "acondicionador sellador diario con proteína de perla". (Proteína de perla, por dios! qué imagen irresistible!)
4. Una máscara para el pelo "de restauración intensa para cabello con mechas, decolorado o aclarado".
5. Un shampoo "suavizante progresivo". Cuando B.2 lo vió me preguntó hasta qué punto de suavidad podía llegar el pelo con los sucesivos lavados y yo no supe qué contestarle. No lo había pensado.
6. Un shampoo que deja el pelo "con suavidad de cashmere". Te imaginás, el pelo como un sweater de cashmere, con lo que me gusta el cashmere?
No sé ustedes, pero yo no tengo la entereza necesaria para resistirme a esas palabras maravillosas. Si me engañan, no me importa. A mí me da placer igual. Los que se lo pierden son ellos.

Mis segundos zapatos preferidos



Son de la última era de Valeria Leik.
Ideales para cortarle una rebanada a uno de los tacos y caminar moviendo mucho el orto.
Los uso poco porque con ellos mido... exactamente 2 METROS!
Los usaba cuando iba con mi amigo La Rosita a los bares de travestis y bailaba en tetas con estos tacazos y una minifalda.

Mis zapatos preferidos


Chichis, leí en Vogue que Marilyn Monroe, que usaba tacos altísimos para parecer más alta, los hacía reformar para que los dos zapatos tuvieran diferente altura. Eso la obligaba a caminar moviendo el culo. Claro, una diferencia de altura mínima produce como una mini cojera que obliga a mover mucho las caderas para compensar. Ta bueno, no?

Para ilustrar esta primera nota de moda les muestro mis zapatos preferidos. No son una divinura?
No se mueren de envidia y de horror a la vez?
Algo más que me encanta de ellos es que la marca es Sapo.

lunes, febrero 26, 2007

Nene patudo

Todavía no subí Qué pena porque recién después de varios días de buscarlo en vano y de hurguetear en los otros 8 Cds de Zitarrosa que no tienen el tema, se me ocurrió preguntarles a los chicos si se lo habían afanado. B.2 confesó enseguida (nunca mienten; dicen siempre la verdad aunque sea espantosa) pero sostiene que es de ella. Le pedí que me lo preste para copiarlo, cosa que hará a más tardar en abril o a principios de mayo. Asi que mientras tanto, inagurando la serie de música vieja para orejas jóvenes, les asesto
nene patudo. Veo que hay que llegar primero a Evoca y no sé si debe ser así o si hice algo mal.
Nene patudo es un tema que le cantaba a B.1, mi primer bebito, mientras le acariciaba las patitas y el lomito hasta que se dormía.
A B.2 en cambio, le cantaba Ana no duerme porque se despertaba todas las noches varias veces durante varias horas. La tenía upa y mirábamos la ciudad, a veces hasta que amanecía. Pero igual en algún momento siempre les cantaba Nene patudo a los tres.
Digamén si suena mal o si tengo que hacer algo para no tener que entrar a Evoca, que me parece que es un error.


viernes, febrero 23, 2007

Errata

Cuando B.2 me dijo que parecía una rock star a la mañana siguiente, enseguida me imaginé que me veía como Kate Moss. No me había bañado ni peinado, tenía anteojos negros y un jean que no sé por qué se me cae y queda con el culo a la altura de las rodillas. Todo eso me disparó la idea auto indulgente de que parecía una guacha divina eligiendo mis zanahorias para desintoxicarme.
Pero recién pasé por un espejo, me ví fugazmente y entendí a qué se refería B.2. No me parezco para nada a Kate Moss pero en cambio estoy idéntica a Keith Richard (en un mal día).

Tres botellas de vino y una botella y media de aguardiente entre tres será demasiado?


El Casal de Catalunya está otra vez buenísimo. Me encanta leer esos carteles en catalán, que parecen escritos por un niñaco.
Comimos tapas y después una parrillada de pescados y mariscos. El vino también estaba rebueno pero las botellas parecían pinchadas: se acababan en cuanto las abrían.
Postre no comimos pero en cambio nos llevaron a la mesa una botella de aguardiente fenomenal, cubierta de hielo. Augardente, decía en la etiqueta. Y 43 grados de alcohol. Se ve que el augardente tenía una pinchadura más grande y se acabó enseguida. Después no me acuerdo más, pero me dijeron que llevaron otra y los dos que todavía estaban concientes se tomaron la mitad.
Sé que me reía mucho, como siempre que estoy un poco ebria, y que me puse a dibujar a uno de los comensales, que era muy disparatado.
Hoy cuando me desperté había ropa diseminada por todo el cuarto y en mi mesa de luz estaba la botella de aguardiente vacía. Cuando movía la cabeza algo muy pesado se movía adentro como si la tuviera rellena de mercurio, pero como ante todo soy madre y esposa, tenía que ir al supermercado. Llegó B.2 y cuando vió mi estado se ofreció a acompañarme. Ver toda esa comida ahí me daba unas terribles ganas de gomitar y cuando pasé cerca de los vinos tuve que mirar para otro lado para no gomitar en serio. Lo único que deseaba era un jugo de zanahorias y tomates. Mientras embolsaba como tres kilos de ambas cosas, B.2 me dijo que parecía una rock star después de una noche de joda.

martes, febrero 20, 2007

Tés mu


M4 se va a Nueva York y como siempre, me pide que le haga una lista de cosas que deseo. Una vez le pedí un lápiz de kohol verde/dorado que uso y tuvo que recorrer mil perfumerías hasta encontrarlo. Eso no sería nada porque no le molesta callejear, pero lo acompañaban su hijo A.1 y su sobrino N., que viven allá, y mientras él miraba todos los stands de cosméticos ellos lo gastaban diciéndole que era un pollerudo. Asi que nunca más le pedí cosas de chicas, sólo libros de medicina y de arte que me trae a montones y me hacen muy feliz. Pero hay otros libros que deseo locamente, que podría pedir a Amazon y que están en Barnes & Noble al simple alcance de la mano, pero tengo que conseguirlos de otra manera porque son mis tés mu.
Ahora viene la explicación: Hace como veinte años probé una vez un té absolutamente exquisito, inolvidable. Pregunté y me dijeron que se llamaba té mu (un nombre japonés, ocvio). Desde ese día lo busqué, primero en Buenos Aires y después en cada ciudad que conocía. M.4 se contagió de mi obsesión y entrábamos juntos a los negocios más absurdos preguntando si lo conocían. En el barrio chino de New York dije "acá te agarré", pero los chinos, los vietnamitas, los coreanos y los japoneses, todos los orientales, me miraron por igual con cara de perplejidad y algunos me dijeron que no existía, que era una mera fantasía mía. Pasaron como diez años y un día, en Génova, nos dijimos: -Acá, que es una ciudad de comerciantes exóticos, lo vamos a encontrar. Entramos a un almacén viejísimo como de la época de Colón y en cuanto pregunté, el empleado me señaló a sus espaldas, en un estante, una enorme bolsa de papel madera con caracteres japoneses estampados y un cartel con la traducción: TE MU. Creí enloquecer de felicidad y alivio, no por el placer de volver a tomarlo sino por haber confirmado que existía, que siempre había estado allí esperándome y que yo había sabido llegar a él. Algo parecido me pasó con un libro de Sylvia Plath. Ya había leído toda su poesía, sus cartas, sus diarios y hasta su obra de teatro y sus cuentos infantiles, pero no había podido encontrar The Bell Jar, su novela. No estaba traducida al español y era absolutamente imposible encontrarla en Buenos Aires. La busqué en dos oportunidades en Londres en librerías nuevas y viejas y la respuesta siempre era negativa, sumada a la cara británica de indiferencia, que es una de las cosas más feas que uno puede ver en el mundo. Tres años después, en Nueva York, fui a hacer mi programa favorito: pasar una tarde en The Strand, la librería más maravillosa del mundo. Es un pasillo tortuoso que atraviesa la manzana y está tapizado de estanterías abarrotadas de libros nuevos y viejos que se te caen en la cabeza, de pilas de libros en los rincones y de mesas donde se encuentran ofertas increíbles (libros de reproducciones impresionantes por un dólar, por ejemplo). Los empleados no te miran ni te escuchan y aunque lo hicieran no pueden orientarte, tan descontrolado es ese caos. Es imposible no entrar allí y después es imposible salir. Un día, cuando fui sacar mi mochila del guardarropa me encontré... con Lou Reed que iba a sacar la suya, que tenía pintado con liquidpaper, como las de los chicos del secundario, LOU, medio torcido.
Ese día, cuando entré a The Strand, sabía que iba a encontrar The Bell Jar. Logré atrapar a un empleado, le pregunté y me dijo que creía que no estaba, pero que buscara por ahí, y señaló vagamente un sector de literatura norteamericana. Lo busqué en la P, y después recorrí desde la A hasta Z, pero no estaba. Seguí vagabundeando sin rumbo porque
sabía que el libro estaba allí. De repente me metí por una de las ramas del pasillo (en la entrada decía GEOGRAFIA, o ANTROPOLOGIA, algo así de disparatado) y veo en el fondo una estufa, y sobre la estufa un libro chiquito, colorado. Me acuerdo que avancé despacito, como flotando, porque sabía que era The Bell Jar. Estaba cubierto de polvo y con la tapa manchada de humedad, y era, era! Me había estado llamando y yo lo había oído claramente!
Ese día se consolidó en el centro de mi cabezota y se hizo explícita en mi consciente la
ley del té mu, que tal vez pueda aplicarse a todas las cosas de la vida:

Desear con intensidad, buscar sin cansarse, esperar sin impacientarse, confiar sin ilusionarse.

Vas a ver que lo vas a encontrar.


Muy pronto... música!

Gracias a los datos que me va pasando emmapeel puedo satisfacer antiguos deseos. Uno es subir música a mi block. Seguí las instrucciones pero había un punto en el que todo se trababa. Hoy vino Isaac, cybergenio absoluto, y me explicó que toda la música que tengo está en formato M4A, no en MP3, que es lo que se necesita para que el Evoca se lo trague y lo regurgite en la web. Por eso no andaba.
Ahora estoy grabando mis músicas en MP3 y pronto les asestaré también esa parte de mi personalidad: Sandro, Sergio Denis, Leonardo Favio, Los Beatles, Rita Pavone, Rod Stewart, Alfredo Zitarrosa, Eduardo Falú, pero también garchas de las que a ustedes también les gustan (creo), como Leonard Cohen, Lou Reed, Dinah Washington y esas cosas. Vayan preparando las orejotas que ya va.

Ahora un yin


Sigo encontrando ropa tirada en la calle, no crean que no, y sigo fotografiándola. Pero me puse más selectiva desde que M.4 me dijo "estás siendo infiel a tu propio blog" una noche que fotografié un par de ojotas en la vereda frente a casa. Me dijo que tenían una explicación clarísima, que eran un despojo que habían dejado los cartoneros, no una ropa misteriosamente abandonada.
Seguimos discutiendo en el ascensor si valían o no y creo que me convenció porque no la subí al block. A partir de eso, cada vez que encuentro algo me quedo pensando si vale o no vale y cuando dudo, archivo la foto pero no la publico.
Pero hoy a la mañana, en Beruti y Larrea, encontré esta joshita que no me van a venir a decir que la abandonaron los cartoneros. Es un jean impecable, casi nuevo. Está en una posición como si su dueño se hubiera deslizado hacia abajo colándose entre las baldosas y dejándolo sentadito en el umbral. Qué me decís.

Microcentro


Me gusta mucho encontrarme con mis hijos de a uno para ir a pasear, a comer y a charlar un rato.
Hoy salí con B.3, con quien nos estamos viendo poco porque está viviendo en la casa de B.1, que se fue a Cabo Polonio por cinco semanas.
El pretexto para encontrarnos fue depositar en el banco unos cheques que las dos habíamos cobrado. Ella había averiguado todo y me dió las directivas (firmar, poner el número de documento, el de cuenta...cosas que nunca supe y si alguna vez las supe no las recuerdo) pero una vez frente al cajero empezaron a presentarse los problemas: cuando dice "cuentas propias o ajenas", se refiere al cheque que hay que depositar o a la cuenta donde uno deposita? Primero tecleé la primera opción y después la segunda y me iba poniendo cada vez más nerviosa porque sentía en la nuca la vibración histérica de los que iban formando cola detrás de mí. Finalmente rehice toda la secuencia y tomé el camino correcto, pero cuando la máquina expelió el ticket que debía ensobrar junto con el cheque, descubrí que por ansiedad ya había cerrado el sobre. Entonces traté de abrirlo, primero suavemente y al fin de un tirón que le arrancó un pedazo.
B.3 ya se había tentado de risa pero yo estaba muy angustiada; me dirigí a un mostrador y pedí cinta scotch para emparchar el sobre. Con una cara de infinito aburrimiento el empleado me explicó que debía hacer todo de nuevo. Volví al cajero, donde la cola ya sumaba ocho personas que bufaban y se removían con inquietud y rehice todo el circuito, esta vez sin errores.
Después B.3 me dijo que yo había reaccionado como un mono adiestrado, es decir que había cumplido prolijamente con todos los pasos pero en cuanto algo se desvió de las rutinas aprendidas arranqué un pedazo de sobre "como un primate inferior". "En vez de un cheque podrías haber metido una banana", agregó.
Cuando le tocó el turno de depositar su cheque ella hizo todo bien. Pero como además de ser una marisabidilla es una nena muy chiquita, estaba muerta de hambre aunque eran apenas las 12. La invité a un restaurante rico, pero ella quería un sánguche. Se le ocurrió que fuéramos al Club Sueco. "Me encanta que la comida nacional sueca sean los sánguches", decía mientras caminábamos a los trompicones por Suipacha hacia el sur. También esta vez me equivoqué. Yo creía que quedaba en Suipacha al 500 y en realidad quedaba en Tacuarí al 100. Cuando llegamos nos dijeron que estaba cerrado hasta marzo, entonces le propuse ir al Tortoni, donde hacen unos panchos gratinados extraordinarios, o al Chino Central. En la puerta del Tortoni había quince turistas esperando apiñados para entrar, todos con su sombrero de explorador y sus sandalias Birkenstock. Antes de llegar al Chino Central le anticipé: "es un lugar precioso, exótico, vas a pensar que estás en Saigón, si es que Saigón queda en la China" Le hablé de las maderas oscuras, de las lámparas antiguas y del dueño chino, alto y elegante. Pero cuando entramos descubrí con horror que hasta el Chino Central fue arrasado por la más antiestética civilización occidental. Ahora es igual a cualquier otro restaurante chino, y como todos, está atendido por mozos catamarqueños con chalecos de falsa chinoiserie. La comida tampoco es como era antes. Pero las dos nos enamoramos de una camarera diminuta y divina, china de verdad, que nos atendió.
Lo lindo es que enfrente hay una especie de jardín precioso con plantas colgantes y bancos donde la gente se sienta a fumar... y de repente apareció una catarata que se descolgó como una pared de agua en el fondo del jardín. Todo se puso hermosísimo entonces, con reflejos temblorosos y un rumor suave que se oía desde el restaurante.
Cuando salimos B.3 me mostró dos edificos en los que trabaja dando clases de español. Son nuevos y altos, cubiertos de vidrios espejados. Me impresionó imaginarla entrando y subiendo en ascensor hasta esas oficinas donde la esperan alumnos que la triplican en edad y que cumplen muy aplicados las tareas que ella les da.
Después me volví como había ido, caminando. Las primeras cuadras por Suipacha eran un aquelarre de gente pisoteándose y rempujándose, de motos zumbando a dos centímetros de las personas, de autos tocando las bocinas y de grupos de jóvenes fedayines cortando el tráfico embozados con kuffias recién adquiridas en el Once.
En una vieja galería había un viejito deambulando frente a las vidrieras de una sastrería. Primero sacó un peine del bolsillo y se peinó con mucho cuidado prestándose pelo de una sien hacia la otra y acicalándose en especial la parte de atrás más larga, que es la que lo hacía sentir varonil y joven. Después se puso a mirar una por una todas las vidrieras con gran detenimiento y tenía cara de imaginarse vestido con un traje color crema.

lunes, febrero 19, 2007

Chequeo anual II



Después de la mamografía, la ecografía ginecológica. Hace unos años inventaron algo bastante divertido. Tanto los médicos como los pacientes se hacen los serios, pero la verdad es que es un poco impresionante: en lugar de mirar desde la panza, miran desde las profundidades de la... (no sé cómo decirlo, escrito siempre suena mal a pesar de que oralmente suena tan dulce. Y no, no me digan que puedo decirlo de otra manera; me niego a usar los abominables términos médicos. En todo caso escribiría la concha, pero suena un poco brusco). Pues bien, entonces la enfermera te hace acostar en la camilla ginecológica y entra un médico muy simpático que te saluda, te habla del tiempo, te pregunta qué tal te va y mientras tanto, cmo quien no quiere la cosa, le va poniendo un forro a un transductor de plástico color crema. Después, mientras habla de generalidades te va metiendo el transductor forrado y después, manteniendo un diálogo neutro como de ascensor te lo va removiendo suavemente de lado a lado y de arriba abajo. Lo peor es que el que me tocó hoy ya me lo hizo otras veces y hemos sido presentados por amigos comunes en el café del hospital. Entonces me pregunta por mi especialidad, hablamos de la situación de la medicina y de las obras sociales y las prepagas mientras hurguetea cándidamente y mira la pantalla en la que aparecen imágenes en blanco y negro de mis diversas partes constitutivas.
-Ta todo bien, me dice mientras me saca despacito el coso, y yo quisiera morirme de vergüenza allí mismo.

La foto quedó rara porque la saqué apurada antes de que entrara el médico. El porongón apareció así, amenazante y como de kryptonita pero en realidad es de proporciones standard y más bien tímido.

Chequeo anual I


Hoy, dia de chequeo anual, ginecológico, preventivo.
Primero mamografía,procedimiento horrendo que todas las mujeres mayores de 40 años conocen en carne propia. Este artefacto amenazante espera con la boca abierta a que lo alimenten con tus lolas. Una vez que te las atrapó te las aplasta una por una como para hacer hamburguesas, primero en sentido horizontal y después vertical. Cada vez que veo a mis queridas lolas en esa situación se me caen las lágrimas y pienso que el hijo de puta que inventó ese método de diagnóstico, cuando se vaya al infierno debería pasar 1000 años con los huevos apretados en una morsa.
Lo peor de todo es que HAY QUE HACERLO porque es uno de los pocos estudios que realmente detectan las cosas espantosas antes de que sea tarde, o más o menos antes.
No quisiera agregar a mis roles de Ketty de Pirolo y de Utilísima el de Tita Merello, pero de verdad pienso que hay que hacerlo y convenzo a mis pacientes para que lo hagan cada vez que sea necesario. Pero no podrán inventar un método menos perverso? Nada menos que las lolas, que son tan tiernas y tan sensibles, no tienen otra opción para mantenerse sanas que ser aplastadas de esa manera cruel?

domingo, febrero 18, 2007

Más del domingo


Yo también odiaba los domingos cuando era joven. Creo que era porque me pasaba todos los días hábiles encerrada en una oficina y los domingos eran sólo la víspera de esa rutina insalubre. Cuando era chica era peor, porque el domingo era la última oportunidad para estudiar o para hacer los deberes, dos cosas que jamás lograba hacer. Además el audio era espeluznante: la transmisión del partido por radio, el relato de las carreras de autos que a mi hermano le encantaban, y a la noche Tato Bores que se oía por las ventanas (en casa no había TV)
Ahora en cambio, los domingos me gustan mucho. Aprendí a hacer huevo de una manera fenomenal, no me siento obligada a nada, no tengo chicos que atender ni maridos que acompañar a quintas, ni suegros que visitar ni visitas que recibir. Claro que eso ocurre porque mis deseos y los de mi chico coinciden exactamente, como el zapatito con el pie de la Cenicienta. A veces lo miro y le digo "Qué bueno que no quieras ir a un club, que no te guste ir a jugar al tenis, que no quieras vivir en un country, que no tengas un barco, ni un auto, ni una casa de fin de semana"
Escuchamos música, leemos y escribimos todo el día y de repente nos agarran ganas y salimos; vamos al cine o a comer a un lugar riquísimo o a escuchar música. Y es genial no tener que avisarle a nadie, no tener que conseguir baby sitter, no tener que pedir permiso, todas las molestias que sufrimos durante los años previos.
Anoche fuimos a oír a Jodos a Thelonious. Nos tomamos una botella de vino entre los dos y comimos una pizzeta rectangular bastante buena, "de napolitana", como la llama B.3. Estuvo buenísimo, el lugar y la música. Después nos agarró un ataque de risa porque dijimos que el saxofonista parecía un hijo de Aldo Rico y de Yeltsin. Y tenía un par de gomas increíbles que vibraban al ritmo de la música.

Dimanche de bricolage



Me encanta el día maravilloso que hay. Después de tomar mate y de leer por arriba un diario, me levanto como un rayo a las 9 y media, me pego un super baño y preparo todo para trabajar en mi paper del congreso. Apilo libros sobre pestes y plagas, prints sobre las estadísticas actualizadas de contagios de virus H5N1 y antes de prenderla, limpio mi compu como los hombres que lavan el auto antes de salir de viaje. Pero no llego a ponerme a trabajar porque empiezo a distraerme con el planeta que hay alrededor. Lavo a mano con Woolite dos remeras y una bombacha blancas y delicadas que quiero que se sequen al sol suave que hay hoy. Ordeno un poco el taller y veo dos pulseras que B.2 me dejó para arreglar hace unos días. Cuando a alguien se le rompe algo lo deja en mi mesada del taller sin decir nada. Se sabe que lo voy a reparar algún día pero nadie reclama si me atraso. Saben que en mi taller no impera el orden de llegada sino el de mis ganas. Hoy tuve ganas de reparar las pulseras y de terminar de pintar un gato de madera de B.2 que estaba todo roto y que encolé el año pasado. Cuando saco las pinturas acrílicas encuentro las pinturas para tela y me acuerdo de otro encargo reciente: estampar una pollera que mamá le está haciendo a B.2. Hace tres navidades tuve un ataque de estampar cosas. No podía dormir pensando cómo hacer sellos con formas para aplicar pintura para tela. Se me ocurrió fotocopiar o dibujar el diseño, calcarlo sobre goma eva, recortar la figura y pegarla sobre un cartón. Hice unos sellos grandiosos con figuras de granadas (no de mano, las frutas) para un mueble viejísimo del living y después otras figuras que quedaron medio chotas. Pero el mayor éxito fueron unas libélulas con las que estampé remeras y polleras que a las chicas les encantaron. Tanto, que la pollera de B.2 se gastó y se rompió de tanto usarla. Hay que decir que la había hecho mamá con un liencillo sobrante de una cortina muy vieja, por eso resistió sólo dos años de uso. Entonces hoy encontré los sellos -gracias a mi obsesión teutona de guardar todo por separado en latas con nombres- y estampé la nueva pollera que mamá cortó de otro género viejo. La pollera armada queda absolutamente divina porque las costuras cortan algunas libélulas por cualquier lado. Quería que lo vieran por si quieren hacerlo. Creo que en mi nueva configuración de animadora de Utilísima soy aún más irritante que en la de Ketty de Pirolo, pero no me importa porque sé que un día van a agradecer mis consejos y van a aplicar los conocimientos que adquieren en este block, el único que une lo útil a lo agradable.

Otra


Alonso duerme siempre en el mismo lugar pero el lugar va cambiando según la época del año. En invierno duerme en un estante donde tiene una piedra caliente. Este verano, en el estante más alto de una biblioteca, pero no en cualquier lado, sino exactamente sobre la colección de libritos sobre guerras que A.2 nos dejó cuando se fue a vivir solo. De vez en cuando todos los libros se vienen en banda arrastrando en su caída todo lo que está más abajo y él cae con ellos. Mientras se autorescata de entre medio de las ruinas me mira furioso como si yo hubiera tenido la idea de que duerma allí.

Tres respuestas



Cuando digo que tengo una iguana la gente pregunta invariablemente dos cosas: qué come y cómo caga. Es curioso que esas sean las dos primeras curiosidades que despierta. La tercera inquietud es acerca del tamaño y cuando señalo en el aire un metro todos se asustan porque lo imaginan como a un pequeño cocodrilo. Pero en realidad, de ese metro 70 centímetros son cola y sólo 30 son cuerpo asi que no es tan impresionante. Come sólo verduras. Se despierta muy temprano, en cuanto entra luz al cuarto, y se descuelga por las cortinas (que ya están hechas jirones). Se pasea por todos lados impaciente por comer hasta que llego con su platazo. Me encanta preparárselo. Voy variando las verduras para que no se aburra: mezclo rúcula con espinacas, con rodajas de zapallitos y de pepinos, con perejil y con unos pedazotes de frutas bien maduras. A veces le agrego un poco de pan integral, o un quedo de fideos o de arroz para que se entretenga porque eso es lo que más le gusta. En realidad odia las verduras; las come con muy pocas ganas. En cambio, huele una milanesa o un cacho de queso y sale disparado a manducárselo todo. Hay que atajarlo cuando comemos esas cosas porque se trepa a la mesa, patalea sobre los platos y abre la boca como un tiranosaurio para comerse todo lo que hay. Bueno, eso es lo que come. Ideé un sistema hidráulico anti hormigas que consiste en una bandeja grande con agua en la que se pone el plato propiamente dicho. Queda como una cosa medieval, como un foso alrededor de un castillo y cumple dos funciones: evitar que las hormigas se metan en el plato y servir como fuente de agua para Alonso. Me sentí muy ingeniosa cuando lo inventé. Sobre la segunda pregunta debo decir que caga como un gran pájaro, esa mezcla marronácea y blanca que hacen las palomas. La parte blanca es el pis. Es muy prolijo: siempre hace a la misma hora y en el mismo lugar, que le enseñé con el método pavloviano de llevarlo todos los días al mismo lugar y dejarlo ahí hasta que cagara. En verano sale a su lugar cercado del balcón y garca en una maceta y en invierno va al baño de los chicos. Trata de embocar el culo sobre la rejilla pero casi nunca emboca justo y termina garcando en el piso. Por suerte no huele a nada o huele muy poco, asi que no me molesta nada limpiarlo. Es muy gracioso verlo cuando llega la hora: pasa muy apurado hacia el balcón o hacia el baño con cara circunspecta y si la puerta está cerrada, se queda esperando con una increíble cara de ojete recriminatoria. Yo me lo imagino como esos viejos en las pensiones, con una toalla al hombro y un rollo de papel higiénico en la mano, tratando de conservar la dignidad mientras va corriendo al baño común.

Qué pena


Escucho Qué pena, de Alfredo Zitarrosa y descubro que me sigue gustando igual que hace 25 años. Me gustaría saber poner músicas en el block pero no sé. Si supiera pondría esta versión que estoy escuchando para que todos se pongan un poco tristes.

viernes, febrero 16, 2007

Sucedáneo


Jacarandeo en esta época no hay más, ya lo sabemos. Pero los palos borrachos hacen lo que pueden: tiran estas flores medio toscas sin ningún romanticismo pero hay que reconocerles la buena intención.

El Botánico mojado


A las cinco dejó de llover, el cielo se puso luminoso y los pajaritos empezaron a cantar. Fui al Botánico y entré hasta el escenario. Dos de los guardianes estaban jugando a las cartas y al gordito desagradable no se lo veía. Pero el lugar estaba precioso como nunca: los colores estaban intensos, goteaba agua de las hojas, todo era melancólico y bellísimo al mismo tiempo. Y no había nadie, salvo esta pareja a la que se le había volado el paraguas. Acabo de incorporar al Botánico post lluvia a mi lista de lugares maravillosos de Buenos Aires.

En el cartelito (de plástico, porque al de bronce se lo chorearon) al lado de la estatua, dice:
V MOVIMIENTO DE LA VI SINFONIA. LUDIN VAN BEETOVEN

18 bis

No gané nada. Pero como las señales no cesan, recién le jugué a una cosa llamada La de Montevideo y a otra llamada Nacional. Cinco pesos a cada una. Esta vez no hubo ninguna emoción: era un localcito con una ventanilla enrejada como en el Far West y dos empleados aburridos que me dieron el billete deslizándolos por debajo de la reja.

Digo que las señales no cesan porque anoche cuando le mostré a M.4 la copia anillada del libro de relatos que acabo de terminar, lo miró y me dijo -Y las sangrías?
Parece que hay algo llamado Las Sangrías que yo desconocía. Él me enseñó dónde y cómo se ponen y hoy estuve varias horas llenando de sangrías todo el libro.

jueves, febrero 15, 2007

18

Fui a una agencia de lotería en Juncal y Agüero. El único cliente era un viejo en chancletas con un perrillo de esos hipertiroideos, lambeteantes y azezantes (azesantes? acezantes? asesantes?).
El vejete me cedió galantemente su lugar y el empleado, un pelado con cara de degeneración severa, me preguntó qué deseaba.

-Quiero jugarle al 18 pero no sé cómo se juega.
-Bueno, puede jugarle a la cabeza, al medio, a los premios...
- ...
-Cuánto quiere jugar?
-Y... diez pesos.
-Bueno, entonces le conviene tres a la cabeza y dos a los premios. Se juega hoy a las 2.
-Y cómo hago para saber si gané?
-Viene acá y miramos. Aunque no haya salido puede estar en el medio.
-Bueno, déle. A qué estoy jugando? Al prode?
-No, señora, a la quiniela.
-Ah.

El viejillo miraba muy atento. Cuando me fui me saludó con toda la dentadura postiza y una cuasi reverencia. Desde la puerta oí que le decía al pelado:

-Dame todo al 18.

Erupciones de la memoria

Los comments al post Mañana es Don Valentín fueron derivando rápidamente -como todos los que tienen una mínima resonancia allá abajo- en un ping pong de guarradas.
Me hizo acordar a algo que cantábamos en la Plaza entre el 73 y el 76:

-No somos putos,
no somos faloperos,
somos soldados
peronistas montoneros.

Pero no todo era tan brutalmente machista, fascista y discriminador. A una marcha en la Plaza en esa misma época llegó una columna de algo que sería la CHA o tal vez una protoCHA, no me acuerdo. Sé que era un grupo de gays que valientemente y con una enorme dignidad cortó todas las columnas de las organizaciones avanzando hacia la Casa Rosada. Primero hubo estupor pero enseguida la multitud se abrió para dejarlos pasar y todos, junto con ellos, cantamos a los gritos:

-Los putos con Perón!


miércoles, febrero 14, 2007

Hechos de sangre


Hace varios días que la sangre aparece en mi vida bajo las formas más macabras y disparatadas.
Una noche tuve sueños y pensamientos sangrientos y al día siguiente Bienvenida, la hermana de Visitación, la señora paraguaya que viene a planchar, estaba guardando unos vasos , golpeó uno y se le rompió de tal forma que le seccionó una vena grande de la mano. Yo estaba hablando por teléfono y apareció chorreando y salpicando sangre como si acabara de degollar a un chancho.
Por suerte me acordé enseguida de lo que había aprendido en la Cruz Roja hace unos años y tengo siempre a mano todo lo necesario. Le hice un torniquete y la hice mantener el brazo en alto. Fui haciéndole torniquetes cada vez más flojos pero en cuanto soltaba la presión la vena escupía sangre como una canilla con el cuerito gastado. Cuando finalmente me puse a limpiar, la sangre se había secado y hubo que echarle mucha agua para sacarla. Con el agua se diluía y el piso de la cocina era un solo charco rojo furioso. Una de las escenas más Polanski que ví en la vida real. Uno esperaba ver asomar la mano del cadáver detrás del freezer. Limpiar las huellas ensangrentadas en las puertas y en las paredes me llevó un largo rato de esponjas, balde y cif en crema. Tiré el balde de agua por la rejilla y me imaginé que había descuartizado un cadáver y que me estaba deshaciendo de él. Había en toda la casa ese olor animalesco que hay en los accidentes y en los quirófanos. Mientras limpiaba, mi cerebro entró en uno de sus circuitos de pensamientos automáticos y se preguntaba por qué la sangre tiene olor a óxido. Se contestó que es porque los glóbulos rojos son como barquitos cargados de átomos de oxígeno a rabiar. Van navegando por las arterias entregando oxígeno como las chatas que venden provisiones en el Tigre, y cuando se salen para afuera, deben liberar grandes cantidades de oxígeno, como los minerales cuando se oxidan.
- Será así?, se preguntaba mi cerebro.
-Así hai ser, se contestaba a sí mismo mientras mis manos no dejaban de esrtrujar la esponja ensangrentada en el agua.

Hoy ví el partido Boca-Bolivia y veía a los pobres jugadores cansadísimos, arrastrando las patas, y pensaba en su sangrecita, que no tiene los glóbulos rojos necesarios para abastecerlos de oxígeno a esa altura.
También me puse a pensar algo que cuando estudiaba química biológica me obsesionaba: la molécula de la sangre es prácticamente idéntica a la de la clorofila, que es la sangre vegetal. Las dos sustancias son moléculas enormes y complejísimas, idénticas en toda su estructura, salvo en el minúsculo núcleo central, que en el caso de la hemoglobina es hierro y en el de la clorofila es magnesio. Cuando estudiaba eso (y estaba medio chiflada porque dormía muy pocas horas), me acostaba en el pasto y podía sentir cómo la clorofila y la sangre se ponían en contacto, se llamaban y se atraían a través de mi piel y de la piel del pasto. Era una experiencia fuertísima y concreta de ser-un-todo-con-el-universo, como declaran los filo new age cada vez que se les da la oportunidad.
Hoy, en Memorias de una Joven Católica, a la tarde, leí un capítulo en el que Mary Mc Carthy cuenta que se había lastimado una pierna y las monjas insistían en que tenía la menstruación.
Y hace dos noches, en una fiesta, el dueño de casa me ofrecía todo el tiempo Bloody Mary. Nunca lo había probado y me encantó. Me clavé tres.
Hoy se lo conté a D.R. y me dijo que le tengo que jugar al 18. No sé cómo se hace, pero mañana voy a un lugar de esos donde se juega al prode, le pregunto al señor y juego.
Después les cuento.

martes, febrero 13, 2007

Mañana es Don Valentín

Alguien vió qué divina es la chica que atiende la librería del Malba? Yo voy todo el tiempo a ver libros pero también a verla a ella. Es absolutamente bella y comestible.


actitud 2


Cada uno en lo suyo. Los poetas leen y los guardianes del orden manifiestan su superioridad moral con lo que tienen a mano. Este gordillo encargado de velar por nuestra seguridad durante las lecturas que el Gobierno de la Ciudad organiza en el Botánico se ubica siempre delante del escenario obstruyendo la visión. Compone una indudable actitud de embole durante toda la lectura y sus compañeros y él se miran con indignación contenida cada vez que se oye la palabra "puto", "teta", "marihuana"y "cojer".

Actitud


La cara de la estrella con la que Telerman inundó Buenos Aires fue afanada de una revista. No será por falta de fondos que el Gobierno de la Ciudad utiliza una imagen sin pagar royalty.


(gracias por el dato, Leandro)

sábado, febrero 10, 2007

Una visita propiamente bicha


Balconette. Mediodía. Mi chico y yo comemos ajíes y berenjenas en escabeche que hice ayer. Tomamos una copa de vino y miramos la ciudad. Voy a la cocina y cuando vuelvo encuentro un charco de agua en las baldosas. Qué pasó? Mi chico vió algo que le pareció una cucaracha y le tiró un vaso de agua para que se fuera porque sabe que esos seres me aterrorizan. Pero era un escarabajo y de lo más bonito. Los escarabajos me encantan: tienen formas y colores prehistóricos y se mueven despacio, como pensando. En cambio los otros que prefiero no nombrar se mueven espasmódicamente y son horrendos; tienen la cara de la muerte. Este escarabajo (y qué palabra tan linda también) es bellísimo, tornasolado, con antenas articuladas de dos colores. Va y viene reflexionando sobre temas profundos, explora un poco por aquí y otro poco por allá y a veces se detiene para sacarse el agua de la cara y de las antenas. Le saco algunas fotos para que puedan verlo. Mírenle los pies: tiene pantuflitas color beige, un poco peludas.

viernes, febrero 09, 2007

Imsocnio

A veces no puedo dormir. No tiene relación con nada, ni malo ni bueno. Pero cuando me acuesto ya sé que no voy a poder. Siento como un motor recóndito vibrando allá en la profundidad y ya sé que va a ser una noche mala. O buena, porque representa unas cuantas horas más para hacer lo que quiero.
Primero me duermo sin problemas, como si me hubieran dado un mazazo (masazo?, mazaso?) en la nuca, pero dos o tres horas después me despierto porque alguien está proyectando una película dentro de mi cabeza. Hoy no había guión: era un revoltijo de imágenes horribles sin ton ni son. Había una cara aplastada y con la huella de una parrilla impresa, como si alguien la hubiera cocinado en una plancha para bifes. Al mismo tiempo sentía el golpe de algo como flechazos que se clavaban en la pared, uno tras otro, a intervalos regulares. Descubro de a poco qué es lo que produce ese ruido: un benteveo picotea a otro pájaro en el medio de la cabeza. El pájaro picoteado se revolvía desesperado pero no podía escapar del benteveo, que le clavaba las garras entre las plumas. Toda esa actividad me iba despertando con la certeza de que le estaba pasando algo espantoso a alguien. Rápida lista mental de personas queridas y de accidentes que les están ocurriendo. Violan a una, a otro le pegan un tiro, a otro lo atropella una moto, otra va en un avión que se cae y otro en un ómnibus que choca. Mientras tanto me duele el lado derecho de la panza y pienso que tengo un aneurisma. Me toco. Late. Sí, es un aneurisma y está por romperse. Una hemorragia interna masiva. Llegaré a tiempo al hospital?
No prendo la luz para no despertar a M.4, que duerme profundamente, pero tanteo en la oscuridad la camiseta que tenía puesta cuando me fui a dormir y ahora está en el piso mezclada con un libro, un vaso de coca cola like tibia y un almohadón. Cuando toco el piso me aterra que haya una cucaracha, aunque debe hacer un año que no veo ninguna en la casa. Me imagino que sube por mi brazo hasta mi cuello y que corretea por mi espalda. Erizada de horror logro ponerme la camiseta y las hawaianas nocturnas y evadirme del dormitorio sin despertar a M.4.
Bajo la escalera en la oscuridad. Me parece que abajo están emboscados dos asesinos esperándome para asesinarme. Uno me ahorca con un alambre mientras el otro me acuchilla repetidas veces con un tramontina. Llego al escritorio, prendo la luz, prendo la compu, compro por Internechi en Coto las provisiones para la semana. Leo un poco de Memorias de una Joven Católica, de Mary Mc Carthy, que Hebe Uhart me había recomendado hace dos años y había dejado por la mitad, aunque me encanta. Voy a hacer pis y me miro en el espejo. Trato de remediar los estragos que veo echándome un agüita termal en la cara y poniéndome después una crema antiarrugas. No me desarrugo nada. Vuelvo a la compu y abro mi block. Encuentro comments y es una sorpresa tan emocionante como cuando uno encuentra huevos que las gallinas pusieron fuera del gallinero, un regalo sorpresa. Ahora los voy a contestar.

jueves, febrero 08, 2007

Un viejo amor


Hace como 6000 años que están abrazados. Por el largo del fémur parece que el de la izquierda es más grande, y por las proporciones de la cara y el largo de los huesos, el de la derecha parece más joven, tal vez un chico. Se habrá muerto uno primero y el otro lo abrazó para morirse con él? Estarían enfermos los dos y se quedaron quietos esperando la muerte? Estarían durmiendo y algo los mató?
Yo me imagino que el de la izquierda era un hombre y el de la derecha una chica y que se querían mucho, que se perdieron, tenían frío y se abrazaron para darse calor y se fueron muriendo dulcemente, como uno se muere de frío. En cualquier caso, quiere decir que la ternura y el amor ya existían hace miles de años.
Cuando ví la reconstrucción de un cementerio romano muy primitivo en el Metropolitan, me impresionó mucho que en las lápidas estaban grabados textos conmovedores, despedidas de padres a sus hijos, de maridos a sus mujeres, con palabras tan tiernas y tan doloridas que estrujaban el corazón. -Quiere decir que la gente se quería igual que ahora, hace tanto tiempo?, pensé, y me parecía raro porque había estado leyendo libros que desmentían esa hipótesis. Me acuerdo de uno de una socióloga, o psicóloga, o filósofa francesa, llamada Elisabeth Badinter, en el que sostenía que el amor maternal no es algo instintivo y natural, sino una construcción cultural. Contaba el caso de una mujer a la que se le había muerto un hijo y estaba muy triste y todos decían de ella que era medio loca, porque estaba tan terriblemente desesperada. Y también contaba que en la Edad Media las familias con más recursos entregaban a sus bebes a amas de cría para que los amamantaran durante un año y las amas de cría se llevaban montones de bebes en un carro y a veces se les caía uno por el camino y cuando al año siguiente volvía sin el bebe, la madre decía -Uy, qué macana! y seguía con lo suyo. Todo eso me hizo creer que Badinter estaba en lo cierto pero al mismo tiempo pensaba: -Cómo algo cultural puede ser tan poderoso y estar fijado tan fuerte al inconsciente que todas mujeres que conozco amamos a nuestros hijos más que a nosotras mismas, como lobas, como leonas? Desde que leí ese libro me quedé intrigada y observé el comportamiento de las madres y cada vez más me pareció que Badinter había seleccionado sesgadamente los datos para demostrar una teoría caprichosa.
Un día, en Gualeguaychú, en medio del campo raso, salí de la casa y ví un zorrinito minúsculo, como de cinco centímetros, caminando distraído por un escalón. Pensé que estaba abandonado y en cuanto dí un paso hacia él apareció una zorrina que frente a mí se transfiguró en un demonio, me mostró los dientes, siseó furiosa y me fulminó con una mirada flamígera de basilisco. Enseguida agarró con los dientes al zorrinito y lo llevó a empellones a un hueco que estaba debajo del escalón, pero de vez en cuando paraba y me volvía a mostrar los dientes y a levantar la cola hacia mí, amenazante. -Cómo un animal tan indefenso como esa zorrina se arriesgaba así por defender a su hijito? Qué clase de construcción cultural la empujaba a hacer eso? Y por qué las mujeres seríamos distintas, si somos animalas tan animalas como cualquiera?

miércoles, febrero 07, 2007

Tomá mate


El comment de un nuevo mongo (25), me hizo acordar que tengo otro regalo de mi paciente misionera.
Me lo trajo el año pasado para el día de la madre. Es un colgador que tiene un mate y el mate tiene... yerba de verdad!
En un momento lo tuve colgado en la cocina pero después se desclavó y lo guardé en el taller. No es increíblemente lindo?

Pensamientos flotantes (en detergente)

Pocas cosas más sórdidas que las cortinas americanas cuando se rompen. No sólo se ponen asimétricas sino que les cuelgan unas tripas grisáceas como elásticos de bombachas viejas. Al único que le quedan bien es a Sam Spade, de noche, cuando está solo en su oficina.
En el consultorio tengo una de esas finitas, blancas, elegantes, que me hacen pensar que soy una médica naturista de Estocolmo.
Ayer la encontré colgando torcida como el párpado de un hemipléjico. Iba a llamar al señor que la arregla, que es un viejo artesano muy simpático, pero pensé que ya que estaba de vacaciones podía arreglarla yo. Hoy al mediodía me senté con mis herramientas frente a la ventana para hacerlo y ahí descubrí que no tengo ni idea de cómo es el mecanismo. Entonces la exploré en todos sus vericuetos, desarmé la otra punta, tiré de los hilitos para ver qué efecto hacía cada uno y finalmente descubrí lo que se había roto. Me costó mucho trabajo repararlo porque había un nudo muy apretado pegado con la gotita y unas hilachas que se habían salido de cauce, pero al fin lo logré y quedó perfecta.
Mientras lo hacía pensaba todo esto:

1. Por qué no llamo al arreglador y me quedo piola mirando cómo lo hace?
2. Por qué estoy perdiendo mis valiosas horas de vacaciones haciendo algo que otro puede hacer?
3. Mis hijos tienen razón: soy una hinchacocos perfeccionista y autosuficiente.
4. Tengo que ver a Elisa Rufino, el personaje de Fernando Peña que B.1 me dijo que es mi alter ego. Parece que es una pesada que se hace cargo de todo y cree que hace todo bien.
5. Escribo mucha cháchara sobre madres insoportables y yo soy una de las más densas.

Reparar objetos rotos o lavar los platos me desencadena un mecanismo de pensamientos automáticos autocríticos que a veces son epifanías. Por eso me gusta hacerlo.

martes, febrero 06, 2007

La Hermosa


Ayer recibí este mensaje de texto: hola mi madrecita no sabes cuanto te necesito XX soy si podes llamame por fabor necesito ablar con usted. Es mi paciente preferida y creo que es el alma más hermosa que conozco. Nació en la selva misionera y vive ahí con su marido, que es hachero. Hace quince años la atendí por primera vez. Había estado internada en un psiquiátrico y a través de complicadas derivaciones llegó a mi consultorio. La traía su marido en el camión. La segunda vez, como sabía que yo tenía una salamandra, trajo a la señora y una tonelada y media de leña parecida al quebracho que descargó en el living. Ese fue el honorario que mantuvimos hasta que ella pudo viajar sola. Desde entonces la veo dos o tres veces al año. Es una de las pacientes que me alegra mucho ver. Es un placer hablar con ella: su pensamiento es de una profundidad increíble y toda ella es pura inteligencia. Hace seis meses me trajo este regalo. En el pie dice:
Rdo. de Misiones " La Hermosa"

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En los comments a este post se armó una conversación acerca de los padres y los hijos y me pareció que mi intervención fue un tanto idiota. Parece que yo dividiera a la humanidad en dos grupos: padres e hijos, cuando en realidad algunos hijos también son padres y todos los padres son hijos, y hay hijos de puta por todos lados.
Lo que escribí en el comment era una mera simplificación de algo más complicado.
Quería decir que los padres están en una situación de poder en relación con sus hijos y que muchos abusan de esa posición. Eso es lo que me subleva.
Por otra parte hay hijos que maltratan deliberadamente a los padres y otros que los hacen sufrir involuntariamente, pero en esos casos tiendo a pensar que la responsabilidad siempre es de los padres. Son ellos quienes eran grandes cuando el hijo era chiquito, son ellos los que lo formaron, los que le dieron amor o desamor, cuidado o abandono. Si un chico es una mierda seguro que él no es culpable de su propia mierdez, sino los padres. Por eso también me indignan los padres que se quejan de sus hijos como si los hubieran visto por primera vez a los 15 años.
La idea del amor paternal abnegado es muy real, no lo dudo. Pero me parece que el amor filial es mucho más doloroso, más intenso y hace a la gente más vulnerable que el amor paternal. Quiero decir que por querer al papá y a la mamá uno es mucho más lábil que por querer a los hijos, en gran parte porque cuando uno depende de la persona querida está en sus manos y el otro te puede pulverizar con su desamor.
No sé, siempre pienso en eso porque atiendo a chicos, a adolescentes y a gente muy joven y siempre encuentro que son básicamente buenos y que sufren como perros por sus padres. Y atiendo viejas de mi edad que seguramente sienten amor por sus hijos, pero lo tienen enturbiado por todo lo que esperan de ellos, por el infame deseo de controlarlos, por la frustración que proyectan sobre ellos y por la insatisfacción que les provoca su propia vida.

domingo, febrero 04, 2007

Imágenes exclusivas de la génesis gazpachal











1. antes de pasar por el chino
3. dentro de la licuadora
2. lo que queda en el chino
4. los ingredientes esperando el cuchillo

Gazpacho a la sevillana

Hay muchas clases de gazpacho: andaluz, cordobés, granadino, qué se yo, miles.
A mí me gusta el sevillano. Todos llevan ajo, Carolain, y no como accesorio, sino en sí mismos. Sin ajo no hay gazpacho, te cuento. Si te hace mal, probate esto: abrí el diente de ajo a lo largo y sacale un brotecito que tiene. A veces es más visible y otras menos, pero siempre está todo a lo largo del diente. Ese brote es el responsable de que el ajo te caiga como una bomba y también de que te deje un aliento a Hugo Moyano que no te la cuento. Ambos efectos fatales se deben a que el ajo contiene mucho azufre, y casi todo está contenido en ese brote.
En realidad el gazpacho es una sopa bien fría que se va armando en la mesa con el agregado de otras cositas, que son las que viste en los bowls. En uno hay cebolla cruda (yo la odio), en otro pepino, en otro cubitos de pan blanco fritos (yo no los hice esta vez), en otro un huevo duro, en otro tomates y en otro pimiento (ají morrón). Todo eso debe ir picado muy finito y se le echa al gazpacho propiamente dicho en la proporción que uno quiere a medida que va comiendo.
Ahora va la receta sacada del libro Cocina Andaluza de Susaeta que compré en Sevilla:

Ingredientes para 3 personas:
1 kg de tomates rojos maduros
1 pepino
1 pimiento verde
50 grs de miga de pan (masomeno dos pancitos tamaño mignon)
1 diente de ajo
3 cucharadas de aceite (yo uso de oliva)
1 cucharada de vinagre (yo uso de manzana)
sal gruesa

Aparte, dos tomates, un huevo, medio pepino, una cebolla para acompañar.

Preparación:
1. Remojar 15 minutos la miga de pan en agua. No le pongas demasiado; apenas para cubrirla. Si le pusiste de más, escurrí la miga con los dedos.
Poner en la licuadora o procesadora la miga, el ajo cortado chico, el aceite y el vinagre. Procesar hasta que se haga una pasta.
2. Cortar los tomates, sacarles las semillas. Cortar el pepino a lo largo y sacarle las semillas con una cucharita. Limpiar el pimiento. Cortar todo chico y agregarlo a la pasta anterior. Licuar y licuar hasta que se homogeneíce (ize? ise?)
3. Pasarlo por un colador chino apretando con una cuchara de madera o lo que quieras.
4. Ponerlo en la heladera varias horas para que se enfríe muy bien.
5. Servirlo.

Secretillos (que toda receta tiene):
A. pasarlo por el chino es fundamental. Queda cremoso y suave. En cambio el gazpacho común no se pasa por el chino y queda medio bestial, con pedazos de cosas flotando.
B. licuar primero muy bien la base de miga, ajo, aceite y vinagre. Después lo otro se incorpora bien. De lo contrario siempre queda un cacho de ajo suelto.
C. sacar las semillas de los tomates y del pepino. Si quedan, al licuarlas le dan un gusto amargo.

Que te aproveche, mujé!!