jueves, agosto 30, 2007

Frutas de estación


No puedo comer frutillas. No es que no me gusten, sino que no puedo comerlas. Hasta los siete años eran lo que más me gustaba en el mundo: esperaba con ansiedad las primeras porque sabía que a partir de ese momento habría frutillas en casa todos los días durante tres semanas y después no habría más hasta el año siguiente. Las cerezas y las mandarinas también tenían esos enigmáticos ciclos de aparición y ausencia.

Los grandes sabían cuál era la temporada de cada fruta; ése era uno de los muchos conocimientos que a mí me parecían inaccesibles. También me preocupaba llegar a la edad adulta sin saber en qué momento había que subir las persianas o bajarlas hasta la mitad. Mi mamá hacía todo el día esos movimientos automáticamente como si no tuviera necesidad de pensar.

Otra ciencia que me parecía inalcanzable era la de los cortes de carne. No sólo había que conocer sus nombres sugerentes y monstruosos (bola de lomo, arañita, cuadrada, entraña, marucha, nalga), sino que además había que saber cuál era el adecuado para cada comida y evaluar con una mirada cuándo eran buenos y cuándo no.

Me daba cuenta de que empezaba la estación de las frutillas porque papá traía las primeras en un cajoncito de madera donde cabía un cuarto kilo. Venían prolijamente ordenadas y desprendían un olor tan fuerte que inundaba toda la casa. Eran chiquitas y tenían un gusto concentrado, no como las de ahora que son hipertrofiadas y deformes como lenguas Rolling Stone y tienen un gusto ínfimo que hace pensar en desodorantes de taxi.

Un sábado al mediodía, justo cuando estábamos terminando de almorzar, oímos la trompeta del vendedor de frutillas. Papá me pidió que comprara dos cajoncitos. Bajé corriendo hasta la calle, donde no había nadie salvo el frutillero con su carro a caballo estacionado frente a la puerta de mi casa. Le pedí las frutillas, le pagué, y cuando abrí la puerta él entró conmigo. Al pie de la escalera me tomó del brazo y me acercó suavemente a su cuerpo gordo y tibio. Desde una distancia demasiado corta le ví la cara cubierta de un sudor aceitoso y gotas de la misma sustancia que le bajaban por el cuello. Me asustó que respirara con dificultad y haciendo un ruido. Tenía los labios gruesos y húmedos, de un extraño color morado. En una fracción de segundo pensé dos cosas: que se estaba por morir y que tenía los labios del color de las berenjenas porque era verdulero. Sin soltarme el brazo y mirándome fijo, se llevó la mano libre al pantalón y maniobró con los botones. Yo estaba paralizada pero no sé por qué. Lo más fácil sería decir que tenía miedo. Es lo que a todos nos dejaría tranquilos, pero no sé si estaría diciendo la verdad.

El frutillero metió tres dedos en la bragueta y extrajo con dificultad un objeto que también me pareció un vegetal, una especie de fruta exótica de forma amenazante veteada de rojo y violeta. Se enderezó, me agarró la cabeza con las dos manos y me ordenó que abriera la boca. Yo le obedecí dócilmente y sin pensar en nada en especial, aproveché que la tenía abierta para gritar. Primero grité “socorro” y después “auxilio”, porque en las historietas aparecían indistintamente las dos opciones y en ese momento no pude decidir cuál era la más apropiada. También conocía las siglas “SOS” pero mi papá me había explicado que sólo se usaban para escribirlas en la arena, o con palos y troncos en la tierra para que se vieran desde un avión.

Enseguida se abrieron las puertas de varios departamentos, hubo corridas en los pasillos y el frutillero se escapó sosteniéndose los pantalones. Papá bajó las escaleras en dos saltos, me sacudió, me levantó, me abrazó, me preguntó qué había pasado, todo al mismo tiempo, pero no alcancé a contestarle porque se fue corriendo hacia la puerta y salió a la calle. Llegaron mamá y unos vecinos y todos me preguntaron cosas que yo no sabía contestar. Temblaba como si tuviera mucho frío y quería irme a dormir. Mamá sollozaba y se retorcía las manos. Empujándome un hombro con la punta de los dedos me hizo caminar delante de ella, entramos a casa, me llevó al baño, me sacó bruscamente la ropa y me metió bajo la ducha, que estaba muy caliente. Me indicó que me bañara con mucho jabón varias veces.

-Lavate todo -dijo, y me miraba como una loca, como nunca me había mirado. Me lavé varias veces los pies y las orejas, que era lo que nunca me lavaba bien.

-Lavate todo, repitió casi gritando. Entonces pensé que estaba enojada conmigo y me puse a llorar.

domingo, agosto 26, 2007

Creisi pipel 3


Éste no se si es un loco o un chistoso. Después de 10 meses de reclamos ante Telefónica para que repararan el teléfono de B.2, de puro cabezaduras y a pesar de la inoperancia del Defensor del Pueblo logramos que lo hicieran y que le devolvieran todo lo que había pagado durante el tiempo en que no tuvo servicio. Dos meses después recibimos un sobre de la Comisión Nacional de Comunicaciones lleno de expedientes y de circulares incomprensibles en las que se habla de una deuda de 23 pesos que Telefónica tiene con B.2. Leímos varias veces todas las papeletas y no llegamos a ninguna conclusión. Al final, cuando vimos el sello empezamos a pensar que era una joda. O será un milagro?

Creisi pipel 2


Otro loco. Este es colega mío, especialista en terapia intensiva. Estábamos hablando muy serios sobre temas médicos y de repente me pareció que estaba diciendo algo raro. Le pregunté por lo último que había dicho y me repitió que últimamente se han denunciado muchos casos de autocombustión.

-Cómo, autocombustión?

-Sí, es gente que por causas desconocidas de repente se autocombustiona, se carboniza totalmente y queda convertida en un montoncito de ceniza.

-Pero es gente que está en contacto con explosivos, con solventes, con combustibles? Gente que se inmola?

-No, no, es gente que está tranquilamente en su casa y de repente se incendia de adentro hacia afuera en pocos segundos. Hay varios casos filmados. Son casi siempre mujeres mayores que viven solas.

-Será un exceso de calentura no satisfecha? -le digo tratando de salir de la situación delirante, pero él no se ríe.
Es un tema serio que le preocupa mucho. Cree que debe ser investigado.

Desde ese día miro con aprensión el dulce de leche que traje de México. Andá a saber quién puso la materia prima.

Creisi pipel 1


En estos días conocí a varias personas locas. Normalmente conozco por lo menos un paciente clínicamente loco por semana, pero todos estos aparecieron fuera del consultorio, en la vida real. En Tucumán una señora muy elegante y tranquila se me acercó con un toquito de fotos y empezó a explicarme pacientemente que en el cielo aparecen mensajes clarísimos que sólo hay que saber descifrar para descubrir la solución a grandes incógnitas. En una foto de una nube ella leía una fecha y el nombre de un lugar. Eran los datos sobre la desaparición de una persona durante la última dictadura. Me mostró otras fotos con mensajes agresivos para Alperovich, con información sobre futuros cataclismos y con insultos contra diversos dictadores. Le pedí que me diera algunas y me dió dos. En esta se lee claramente la palabra CULO, que ella escribió encima por si alguien no la ve escrita en las nubes.

viernes, agosto 24, 2007



Mr. W. me hace venir loca. Ahora me dice que las vieiras se hierven si las descongelo y que bajo fotos culinarias de la interné. En revancha le asesto estas fotos de la comida de hoy a la noche para que se le agüe la boca. Terminé de atender a las 10 de la noche y encontré la cajita de caudales forrada de morlacos. Hoy atendí un montón de personas ricas. Eso me hizo sentir tan dispendiosa que pensé abrir una botella de champagne, pero no había. Abrí la heladera y de morfi no había nada. Primero preparé La Máquina del Pan para hacer un pan de salvado de avena rápido. Después descongelé unas salchichas alemanas gordas debajo del chorro de agua caliente sin sacarlas del envase, las corté en rodajas y las puse a freír en aceite de oliga y ajo. Mientras tanto preparé una polenta con mucha manteca. Serví todo en unos platos de barro que compré en León, Nicaragua, hace mil años. Cuando estaba sirviendo los platos llegó B.3 con su chico, los dos con la cara helada, muertos de hambre. Serví la primera tanda con salchi y la segunda con rodajitas de peceto de ternera super tierno que se corta con cuchara. El chico de B.3 me dijo el mejor piropo que un yerno puede decirte:

Nunca pensaste en poner un restaurante? Uno de comidas así, caseras, pero riquísimas como las hacés vos?

-
Mr. W., chupate esa mandarina y seguí comiendo puré Chef con patys, que te hacen bien.

Arroz de apuro con mariscos



Mr. W aparece sólo a la hora de morfar y pide recetas, pero en realidad lo que le hace ilusión es criticar cómo cocino. Para taparle la boca va este plato que hice ayer en media hora, tardísimo, cuando todos tenían hambre y parecía que en la casa no había nada para comer.
1. Abrí el freezer y encontré unos langostinos y unas vieiras en su conchita que había comprado en chinatown. Los saqué y los puse en un colador bajo el chorro de agua para que se decongelaran. 2. Corté una cebolla y un diente de ajo y los doré en aceite de oliva. 3. Le agregué una taza de arroz y lo doré con lo anterior. 4. Le tiré dos tazas de agua hirviendo y lo dejé destapado hirviendo fuerte. Le puse un condimento amarillo para arroz y un poco de aceite de dendé. Sobre la olla puse algunas vieiras con su conchita para que se calentaran. 5. Cuando estuvo casi listo bajé el fuego, le agregué varias vieiras sueltas y todos los langostinos. Revolví un poco. Lo tapé y dejé que terminara de cocinarse a fuego muy lento. 6 Al final le eché un chorrito de crema. La foto parece de esos platos de la vidriera de los restaurantes chinos, pero estaba buenísimo.

... un día tiene que subir



No había otra posibilidad
. Hoy a la mañana me mandaron los nuevos libros de alemán. Después de tres intentos y ocho días lo lograron, pero hay que entender que no era fácil. Tuvieron que hacer coincidir la dirección, el horario y el libro correcto. La erraron una vez con la dirección, dos con el horario y una con el libro. Ayer salí a comprar naranjas para B.3, que seguía inmersa en la fiebre devoradora y encontré una especie de ferretería bonsai tapada por tenders y escobas con la vidriera atiborrada de objetos y un cartel que decía "arreglo sanitarios". Entré y encontré al arreglador de sanitarios milagrosamente desocupado y a punto de irse a su casa a almorzar. Aceptó venir a ver el WC y lo arregló en media hora. Era un caño obstruído con sarro. Fue muy oportuno porque media hora después llegaban los pacientes, que usan ese baño. No los podía hacer pasar al baño de B.3 donde reinan los tampons, las hebillas con pelos enredados, las rompechampers desteñidas, las bombachas mal lavadas colgando de la ducha, los Prime en grandes cantidades, las pastas de dientes destapadas y apretadas por el medio. Después probé un largo rato el nuevo memoristic y anduvo bien. Estoy empezando a confiar en mi nueva camarita y en cualquier momento la voy a empezar a querer. Ayer vino un técnico superespecializado en aparatos sofisticados y diagnosticó que el problema con la conexión de internet era una pavada: sólo había que desenchufar esto de acá y enchufarlo acá abajo y listo. Después se sentó y nos pidió que escucháramos atentamente su explicación así no volvíamos a hacer las cosas mal. En un papel grande empezó a hacer gráficos infantiles comparando las conexiones de internet con cosas más sencillas, como vacas y perros. Por encima de su hombro, M.4 y yo nos mirábamos con estupor. Después llegamos a un estadio más avanzado en el que empezó a comparar la conexión de internet con la conexión telefónica y finalmente la conclusión apareció en toda su sencillez frente a nuestros ojos. El problema se debía a que el router estaba mal conectado. Él había solucionado el problema pero nos aconsejó comprar otro más compacto, más canchero, que tiene mil funciones y que conecta todo con todo. Cuando estaba guardando sus herramientas y aparatos, que de tan modernos uno no sabe si son teléfonos, modems, batidoras, afeitadoras o vibradores, a M.4 se le ocurrió probar la conexión. No andaba. El técnico volvió sobre sus pasos y murmurando explicaciones que ya no escuchábamos, lo intentó varias veces durante cuatro horas más, sin éxito. Hoy a la mañana vino otro técnico con el router super moderno. Lo enchufó, reconfiguró todas las máquinas y helás! acá estamos más comunicativos que nunca. Los dos seres vivos que también eran parte de la zandunga caótica de estos días también están mejor: B.3 ayer no tuvo fiebre, comió y adquirió un aspecto casi humano. Igual, cada dos o tres horas se paraba delante mío con la boca abierta de par en par como el león de la Metro Goldwyn Meyer y me preguntaba: -Toy muy enferma? después me acercaba la cabezota enrulada y me decía: -Tengo fiebre? Recién la ví hecha un pimpollo yéndose a dar una clase. A Alonso le dí ayer un ultimátum: -Morfás o te morfamos. Y hoy empezó a mordisquear tímidamente unas hojas de lechuga. Igual le embutí en la garganta un jeringazo de Ensure, el alimento para gente que no come. El lunes caminé por la plaza que me gusta y me pone un poco triste, donde está el árbol psicodélico que tintinea y lanza destellos. Estaba completamente pelado. No lo reconocía. pero me acerqué y miren lo que ví: miles de brotes pimpantes a punto de estallar y de convertirse en hojitas nuevas! Amo, amo, amo la primavera. Y lo que me gusta más es que empieza dos meses antes que en el almanaque. Uno cree que es pleno invierno pero si mira de cerca, todo está a punto de florecer y de echar hojas. Se está acabando el reputo invierno y todo lo que estaba en el fondo volvió a subir. Qué contenta que estoy.

miércoles, agosto 22, 2007

Todo lo que está en el fondo


Cuando algo falla, todo entra a patinar y se produce un descalabro general. Las primeras señales empezaron tres días antes de irme a México, cuando O. me comunicó que tenía ese pasaje de regalo para irse justo cuando yo me iba. Aunque nos muriéramos de hambre, aunque nos comieran los alacranes nacidos de la ropa sucia, aunque nos sepultaran las pilas de platos, no le podía decir que no.


Enseguida mi amá se agarró una neumonía. Parecía que estaba pidiendo pista y yo pensaba minuto a minuto " me voy/no me voy, me voy/ no me voy", hasta que el saque de antibióticos la mejoró en 12 horas y entonces dije "me voy", y me fuí.

Durante esos días la conexión de internet empezó a flaquear y mientras no estuve andaba tan mal acá, y allá no existía, que nos comunicamos todo el tiempo por msg de telefonino a telefonino. Cuando volví la conexión estaba irremediablemente dañada, y los técnicos de arnet dijeron que allá todo estaba bien, que el problema lo tengo yo. Los técnicos vienen, enchufan y desenchufan y dicen que el problema lo tiene arnet, no yo.

Como me habían afanado la camarita en el ócnibo Puebla-DF, en cuanto llegué compré otra divinísima por internet, en Mercado Libre, pero no andaba. Enloquecí de horror: qué se hace con una cámara comprada por internet si no funciona? Durante el fin de semana hice mil pruebas y detecté que el problema no lo tenía la máquina sino el memory stick. Así que localicé el negocio- nido de donde había salido la máquina y hoy fui a buscar otro memory stick, que aparentemente funciona bien.

El lugar de internet donde compro mis libros de alemán me mandó los libros a cualquier lugar y además, los libros equivocados. Tampoco esta vez sé si el problema es de ellos, que me los mandaron mal, o mío, que los pedí con un error.

B.3 tiene desde hace días una especie de alergia-anginas-fiebre de heno. Hoy a la mañana volaba de fiebre y siguió volando todo el día. Le doy cosas ricas, le compro chocolates que le gustan, le doy un remedio homeopático, le pongo pañitos mojados en la frente y le arreglo la cucha cuando se baña, pero me asusta su cara de animalito enfermo. Hoy le compré una conejita minúscula de terciopelo que es igual a ella, pero ni la miró.

Alonso está lánguido y anoréxico desde que me fui, y desde que volví me mira con cara triste y come muy poquito. Pensé que estaba fabricando huevos otra vez, pero hoy encontré una inmensa cagada de aspecto y olor alarmantes. Me parece que está enfermo de verdad. Lo agarro entre las dos manos y queda quieto, con los ojos cerrados. Llamo al veterinario y no contesta ninguno de sus teléfonos.

Hoy el tanque del WC se quedó sin agua.

Tengo la sensación de que todo se desconectó. Seguro que es una buena señal. Así como todo lo que sube tiene que descender, todo lo que está en el fondo tiene que volver a subir.

Van a ver que voy a volver a tener conexión, que B.3 y Alonso se van a curar, que la cámara va a funcionar, que me van a mandar los libros correctos y que el WC va a tener agua otra vez.

Por ahora estoy en el locutorio y el tipo de al lado come papas fritas. Mete el brazo hasta el codo en el paquete y salpica migas alrededor. Después toma un trago de un yogurt líquido que tiene olor a perfume berreta y mastica la mezcla haciendo mucho ruido. Mientras chatea con alguien discute por el celular con la novia. Dice que no quiere ir el sábado al asado.

Pero por lo menos hoy no está el que se tira pedos.

martes, agosto 21, 2007


El primero de agosto O. se fue a Perú con un día de aviso. Su hijo de acá le regaló un pasaje para ir a visitar al hijo de allá. La invitación coincidió justo con el día en que yo me iba a México. Nos fuimos las dos dejando la casa en manos de M.4 y de B.3., que durante una semana mantuvieron todo funcionando con un minimalismo que para mí fue una lección de economía doméstica.
Desde que se fue O. todos trabajamos como los siete enanitos lavando ropa, planchando, cocinando y limpiando nuestra cabaña de troncos mientras cantamos canciones alpinas. La casa es un quilombo pero yo igual me empecino en hacer comidas ricas. Nada de picza comprada. En esta última semana tuve un brote de comidas a la Doña Petrona: empanada gallega, sopa de verduras, aspic de pollo, boeuf bourgignone; cosas complicadas y horribles, sobrenadando en colesterol y grasas trans que nadie come.
La nena B.3 llega tarde y yo la espero con arrolladitos primavera. Se me carbonizan pero se los sirvo cantando y bailando temas de Bola de Nieve. Para amortiguar el impacto le sirvo tarta de cebollas, macarrones con atún y tiramisú.
Si O. no vuelve el primero de septiembre como prometió tal vez nos encuentren a todos muertos asfixiados con sopa de letras, pero habrá sido un final bonito para todos nosotros.

Miren: estoy trabajando un montón porque tengo que recuperar los días que no trabajé,
empecé el nuevo cuatrimestre en el Goethe y la profesora nueva es muy exigente,
hace tres días que no tengo internet después de una semana de tener conexión intermitente y azarosa. A la noche termino de atender y voy al locutorio sórdido de la esquina. Hoy al lado mío había un joven con acné que se tiraba pedos.
La última paciente que atendí decía antes de cada frase: "hoy por hoy..." y sé que me voy a despertar en medio de la noche sin poder dejar de repetir esa muletilla espantosa.
El viernes en La Lugone ví una película que se llama Mon Colonel y que me dejó mal.
Ahora estoy escuchando a Agustín Lara.

jueves, agosto 16, 2007


Una orgía de medios mexicanos.

miércoles, agosto 15, 2007


El organillero adivinador de la suerte de las chicas me dijo que tiene que reemplazar a los pajarillos cada seis o siete meses porque se mueren.

-Se enferman porque están siempre en la jaula?
-No, señorita, es la vida de ellos nomás.

Mercedes Sosa es objeto de adoración en México. Su imagen aparece en los altares de las iglesias pero también en las vidrieras, en las esquinas y en las remeras, que allá se llaman playeras.

Donde en Roma ponen santos, en México ponen estos alegres porongones. Definitivamente, en México es más entretenido que en Roma mirar hacia arriba y los mexicanos son más simpáticos que los romanos.
Aunque en el órnibo desde Puebla hacia el aeropuerto de D.F. un mexicano me afanó mi adorada máquina digital y aunque en todos los hoteles y en los puestitos callejeros me estafaron alevosamente y me hablaron en inglés convencidos de que rubia = gringa = tarada, los mexicanos siguen pareciéndome muy adorables. Será que tienen razón?

martes, agosto 14, 2007

La quinciañera mexicana de frente y a toda velocidad


El que se ofreció como chambelán en los comments, que se vaya preparando.

lunes, agosto 13, 2007


En México se toman los problemas ginecológicos muy en serio, no como acá que te recetan óvulos y chau.

sábado, agosto 11, 2007

XV Años



En Puebla hay un diario que se llama Momento. El fundador se llama Baraquiel Alatriste Montoto. El director general se llama Baraquiel Alatriste Martínez Conde. La sección Sociales ocupa tres o cuatro páginas del diario, que tiene 12 en total. Los acontecimientos más importantes son los cumpleaños de quince años. Les transcribo parte de la crónica de hoy:

"La encantadora Diana Guadalupe Benítez Sierra, celebró sus XV Años a través de una sensacional recepción a la que asistieron sus familiares y amigos, quienes conjuntamente gozaron de una regia velada llevada a cabo en el salón social 'Atenas Palace'.
Feliz y dichosa por tan especial acontecimiento en su vida, la adolescente irradió su emoción al recibir los parabienes de sus invitados, quienes además de desearle una próspera existencia, le brindaron lindos regalos propios para su edad. El evento contó con la elegante anfitrionía de los señores Alfonso Benítez García y Elba Blanco Sierra Cortés, quienes brindaron por la felicidad de Diana, quien bailó el esperado vals con sus apuestos chambelanes"

La actividad central de la celebración es la misa, a la que todos van almidonados como para un casamiento. Ayer pesqué a una familia a punto de entrar a la iglesia. Alabé el vestido de la forma más hipócrita para poder sacarle la foto.
A la del auto la ví pasar a los rajes cumpliendo XV Años hace dos o tres días.

Carteles mexicanos

Las noches en Puebla

En Puebla llovió todos los días menos uno. Una tarde granizó a lo bestia. Fuera de joda, creo que lo del calentamiento global es verdadero. La gente decía que nunca había visto algo así.

Todas las tardes el cielo se pone gris oscuro y los colores de las paredes se hacen más intensos.

A las 5 o 6 de la mañana te despiertan ruidos como de cañonazos. La primera noche pensé que era una alarma de terremoto. La segunda pensé que era el volcán que está ahí cerca. Pero no, después me explicaron que son cohetes que se tiran en las fiestas religiosas.

-Por qué a esa hora? le pregunto a un taxista.

-Porque los curas no tienen nada que hacer, se acuestan muy temprano y se despiertan a la madrugada -me contestó el taxista, que era un hereje.

Cuando paran los cohetes empiezan a sonar las campanas. De 7 a 8, sin parar. No suavemente, religiosamente, sino frenéticas como si las tañera un demente.

La primera noche, agotada por el viaje y despierta de a ratos por el ruido, soñé este sueño:

Voy en una camioneta con Lou Reed por la Panamericana. Él maneja. Protesta porque quiere que maneje yo y como está enojado va muy rápido, frenando y acelerando todo el tiempo. Yo le digo que no puedo manejar porque tengo que cuidar a mi hormiga. La hormiga viaja en un envase de plástico negro de rollo de fotografía lleno de miel blanca. Trato de mantenerlo derecho pero es muy difícil porque la camioneta pega barquinazos violentos. Me preocupa que a la hormiga le pase algo y al mismo tiempo pienso que es ridículo estar preocupada por ella. Abro el envase y veo a la hormiga hundida en la miel . Busco apurada en la guantera un palito, un alambre, algo para rescatarla. Con mucha dificultad la saco, la dejo sobre la miel y veo cómo se lava las patitas y las antenas. Mientras le reprocho a Lou Reed que maneje tan desconsideradamente, veo que como a 200 metros un camión que vuela por el aire. Le pido que pare pero él acelera más. Del lugar donde cayó el camión sube una bola de fuego y humo. Me despierto.

Mi primer desayuno en Puebla, a la mañana siguiente: huevos rancheros. Son dos huevos fritos flotando en salsa de chile picante, un montón papas fritas y guacamole. Eso, y un café con leche.

Estoy volviendo

Estoy en el aeropuerto de Toronto. Tengo cuatro horas de espera para que salga el vuelo hacia casa. Salí hoy a las 6 de la mañana de Puebla en un órnibo. Cómo es que para ir desde México hasta Buenos Aires alguien sube hasta Canadá y vuelve a bajar? Es la magia de los pasajes de premio: 24 horas volando. Si sos viajero frecuente, tomá, te regalamos diez horas suplementarias de vuelo para un viaje que dura catorce. Me dieron este recorrido absurdo y dije que sí porque nada me gusta más que los aeropuertos. Los aviones no me gustan, pero este limbo terrenal, este ascensor babélico y gigante, me fascina. Me gusta observar el estado lamentable de algunos pasajeros. Me gusta ver cómo se duermen en el piso desparramados sobre sus valijas, cómo se sacan los zapatos, cómo morfan cualquier cosa con cara de orto, cómo se agolpan frente a la ventanilla de informaciones temerosos de perder el vuelo. Eso, combinado con la aparente sofisticación del super consumo de los negocios y los frichop, me parece muy encantador, el máximo símbolo de lo disparatado que es el mundo.

Hoy mientras esperada tres horas en el aeropuerto de México me puse a conversar con una monja mexicana que estuvo misionando (no sé qué es eso, pero ella lo dijo así) en Pilar hace cuatro años. Después se me acercó un mexicano gigantesco y me preguntó si estaba cansada y nos pusimos a hablar de su trabajo y del mío. De repente, tanto la monja como el mexicano como yo nos disgregamos en el aire, pluf!, volamos en direcciones diferentes y nos olvidamos como si nunca nos hubiéramos conocido. Al avión subió un grupo de amish. Yo había leído en un libro de Jenny Diski el relato del encuentro con unos amish en un tren. Era precioso verlos en esa situación tan incongruente. Eran como los describió J.D.: con mamelucos, camisas y vestidos hechos por ellos, absolutamente uniformados. No sólo estaban peinados y vestidos idénticos, sino que tenían todos la misma cara! Eran como playmobiles. Se les veían las copias en serie de los genes como si se les transparentaran a través de la piel. Pensé que debe ser porque tienen mucho imbreeding, mucha endogamia. Los jóvenes tenían una expresión de tarados alarmante, con la boca abierta y mirada de degeneración y tristeza. Pensé que para ellos debe ser muy contradictorio y conflictivo volar en avión, cuando todo lo demás lo hacen como hace tres siglos. Preferirían ir a todos lados en carros o caminando? Tenían apuro por llegar y por eso violaron la norma de hierro de mantenerse aislados de los cambios del mundo? La vieja amish de repente tuvo una especie de crisis física-psicológica-sociológica, nunca lo supe, y los tripulantes del avión la rodearon, hablaron con ella durante media hora y finalmente la descargaron en un carrito antes de que saliera el vuelo. Era gigantescamente gorda. Estaba toda tapizada con un vestido verde tableado que debe haber insumido unos 10 metros de género, calculé de una mirada. Lo más raro es que los otros amish ni la miraron y se quedaron en el avión mudos, inmóviles, como si se sintieran aliviados de haber podido desprenderse de la vieja. Los extranjeros son rarísimos, pero los amish deben ser los más raros de todos.


sábado, agosto 04, 2007

Precauciones



Cuando era chica leía muchas cosas que no entendía. Una era "hombre precavido vale por dos". En primer lugar, pensaba que esa afirmación se aplicaba sólo a los hombres. Después, creía que valer por dos era como si el hombre precavido fuera doble, como si lo mirara un bizco. Además, qué relación tenía ser precavido con la duplicación del valor de un hombre? No lo entendía entonces y creo que nunca lo entendí. Pero lo cierto es que yo soy una hombra precavida. Odio la situación que se produce cuando alguien está haciendo algo y se queda pasmado en medio de la acción porque descubre que le falta un factor en el que no había pensado. Por ejemplo, la gente que se mete bajo la ducha y se encuentra sin jabón, o la que termina de bañarse y grita "Una toalla!". O los hombres que se suben a la escalerita, desarman el artefacto de la luz y desde ahí arriba piden "Alcanzame un destornillador!". Detesto a la gente poco precavida. No les alcanzo el jabón ni la toalla ni la pinza: que se queden sucios y mojados y que desenrosquen los tornillos con las uñas. Yo creo en los repuestos. Me gusta tener provisiones de todo. En casa hay todo doble o triple, por si acaso. Nunca te encontrás friendo una milanesa y no encontrando aceite. Nunca se quema una lamparita a las 2 de la mañana y no hay una para reemplazarla. El problema es que confío tanto en que siempre hay reservas de todo, que si un día me distraigo y algo se termina nos encontramos en una situación terrible por la falta de costumbre. Nadie puede creer que un día no haya pan, o pañuelos de papel. Me miran consternados y esperan que yo lo haga aparecer por arte de birlibirloque. Me da tranquilidad que nunca falte nada. Debe ser un tic de inmigrante, una manía de ex pobre, de cuando nos limpiábamos el culo con papel de diario que había que frotar para que fuera más suave.

La Cronista Sentimental


Carolain nos trajo tesoros a todos. A mí algo especial: una colección de caramelos de goma y el increíble libro de Burroughs sobre la ayahuasca, en inglés, en una edición preciosa.
Uno de los paquetes de caramelos eran (observen el pasado) de letras. Escribí algunas cosas antes de morfármelos, pero faltaba la O.

Golví



Perdonen: me olvidé el chipá guazú como dos semanas fuera de la heladera. Es que estuve medio creisi.
En el medio hubo un encuentro en la güisquería Saint Margaret o Saint Elizabeth donde los habitantes de este block conocimos a Carolain, la Cronista Sentimental, que acababa de llegar a Buenos Aires desde NYC. Tenía guantes verdes, tejidos, con una flor al crochet. Nos mató su voz. A mí, no tanto la voz sino la forma en que la usa. Como un pajarito minúsculo de esos de muchos colores que parecen dibujados por un diseñador japonés. Creo que esos pajaritos no cantan, como si alguien les hubiera dicho “sé lindo y callate”. Pero si cantaran cantarían así de delicado y de sexy. Unos tomaron Stellas, otros café, yo dos güiscachos y las chicas decentes tomaron agua. Sin gas. Me fui temprano porque estaba impaciente por practicar mi trabajo para el congreso. B.1 lo diseñó precioso y creó un programa increíblemente inteligente. Nos estábamos pasando versiones uno al otro para llegar a la definitiva, pero el día anterior yo estaba tan ansiosa que por puro acelere pensé que tenía que durar 10 minutos en lugar de 20. Lo podé, lo comprimí, saqué imágenes y gráficos, lo leí a mil y logré meterlo en ese tiempo. Mientras tanto rezongaba para mis adentros “qué poco tiempo! Cómo no me dí cuenta antes! Voy a tener que hacer todo de raje; nadie va a entender nada”. Le mandé los cambios a B.1 y me contestó “qué bueno, ma, lo redujiste a la mitad!” Recién ahí me di cuenta y tuve que rehacer todo otra vez. Es que estaba medio loca de apuro.

Tres días antes había ido al Tucumán por un día. Cuando volví mi amá estaba resfriada. Al día siguiente la ví venirse en picada: el resfrío se había convertido en una neumonía. Dejó de comer, estaba tirada en un sillón como una lechuga bajo el sol, no hablaba; el típico cuadro de los viejos cuando empiezan a pedir pista. Antibióticos. Garchas antitérmicas. Visitas cuatro veces al día para darle cosas ricas y ánimo. Turnos rigurosos con hijas y sobrinas para no dejarla sola. Al fin se recuperó, pero pasé mis tres últimos días en Buenos Aires cuidándola y organizando a la vez el triqui traque doméstico que les esperaba a M.4 y a B.3., porque exactamente cinco días antes de mi partida, O. me pidió permiso para irse a Perú por un mes a visitar al hijo golpeado por los ladrones. El otro hijo le había regalado un pasaje en avión para que llegara por sorpresa el dia del cumple. Así que la casa quedó a la deriva a cargo de M.4 y de B.3 . Les dí instrucciones precisas y completas con demostraciones prácticas, hice una gran compra de supermercado como para dejarlos abastecidos hasta el 2011 y me fui con un gran cargo de conciencia pero contenta porque mi trabajo del congreso está buenísimo y me moría de ganas de estar en México y de boludear un poco al calorcito.