lunes, diciembre 31, 2007

No me podía fallar

Respuesta de mi amigo aa:


Cara mía (qué celosos se ponen los que te dije, eh): no logro entrar mi comentario a tu blog. Cortedades del hombre oriental. Además, estoy mucho más limitado de comunicación que vos, lo que me limita la experimentacíón. Chequeo correo un minuto por día, y ya. Esta vez, dos, para contestarte.

Por tanto, te adjunto un textito para que me hagas el favor de subírmelo a tu espléndido blog.

Cuánto revuelo causó este amigo oriental, y en vano. Como muestra la foto del blog, “kun mannskap” se equipara al inglés “crew only”, y aunque no dicen lo mismo (y por eso la traducción es efectivamente, traición), el sentido del aviso retratado es que sólo siendo de la tripulación se puede pasar. En danés no dice “sólo” aunque el resto del mensaje sí se entiende en el uso cotidiano como “tripulación”. En la cultura nórdica no hace falta el “sólo”, porque con definir la especificidad va de suyo la exclusión del resto: ni pasajeros ni reyes pasarán por allí. Esos problemas de equiparación entre dos idiomas por un honesto pintor de letras muestran por qué los diccionarios son indefectiblemente descubiertos en sus cortedades y nuevas y nuevas ediciones tratan de subsanar lo irreparable. Entender el idioma de una cultura desde el de otra reclama de la etimología y en última instancia de la filosofía, disciplina de las definiciones.

Nunca quise ir tan lejos; aguas procelosas las de la filosofía en las que no oso: sólo quería jugar con ideas a partir de la incongruencia idiomática de la foto. Ahora me invitan a salir a jugar, y acepto. Si hay dialectos finlandeses no los conozco. Su único idioma con una raíz común es el húngaro, parte del contingente que emigró desde un punto impreciso del Asia y tuvo el buen tino de quedarse en la ribera del Danubio y las costas del Balaton. Así y todo, tienen sólo cinco palabras en común y recuerdo una de ellas, kés, mano.

Los pobres finlandeses fueron largamente dominados entre otros por los suecos, que tienen su propia minoría étnica en Finlandia, los “finlandsvenskar”, que hablan sueco (rico en consonantes) con acento finlandés (rico en vocales), lo cual lo hace divertido y más comprensible para los latinos. Helsinki es el nombre de la capital finlandesa en sueco; en finlandés es Helsingfors; hasta tanto llegó la dominación sueca.

Ahora bien, volviendo a “kun mannskap”, tertuliana Ana, concordemos en que pertenece a un idioma nórdico, junto con el noruego, que escribe la “o” en vez de con dos puntitos, o diéresis, arriba, cruzando la “o” con una barra así: /, y que sin referencia adecuada disponible creo que es danés. La capital de Dinamarca se llama en danés Køpenhamn: “puerto de compras”, que se beneficiaba de la ciudad fundada por la Liga Hanseática para que ciertos alemanes comerciaran con la costa báltica rusa, Stockholm, o pilotes sobre islotes: son siete los islotes que conforman la Estocolmo original, como es sabido. Se pronuncia esa letra poniendo la boca para la “o” y emitiendo una “e”; parte del desconcierto que causan los nórdicos y que encantaba a Borges.

Siguiendo: “kun” es originalmente conocimiento: “kunskap” es el conocimiento adquirido aunque en su uso diario y generalizado se lo defina específicamente en sueco como “conocimiento”. A su vez, “Skap” es “crear”, uso que vemos aludido en la formación de “mannskap”. Conocimiento, hombre y creación; quién no quisiera tripular esos conceptos.

Montevideo

Ayer a la tarde salimos a caminar y en una hora llegamos hasta la playita de Buceo. Se hacía de noche y vimos unos bares con sombrillas de lona y techitos de paja. Pedimos unos chipirones con cebollas, miniaturas de pescado y un Pinot Gris que nos llevaron a la mesa en un balde de hielo que los orientales llaman champañera. Se fue llenando de gente hasta que todas las mesas estuvieron ocupadas. Llegaban más y más personas pero nadie apuraba a nadie: ni los que estaban muertos de hambre ni los mozos. El nuestro era un amargo total, con la cara fruncida como si acabara de tomar un vaso de vinagre. Se olvidaba de todo, perdió el sacacorchos, trajo rodajas de limón mezcladas con una montaña de mayonesa de sachet, pero tenía humor, el típico humor ácido que te provoca el vinagre. Entre la gente que esperaba había un ciego que era guiado por una señora coja con esos andadores que parecen mesitas de televisión. Ni siquiera ellos tiraban mala onda: subían y bajaban con gran dificultad motriz y visual pero sin ansiedad los escalones ida y vuelta hasta que decidieron esperar sentados en un banco.
Morfamos maravillosamente y volvimos caminando por la rambla. En ese trayecto descubrimos lo único hinchapelotas de esta ciudad: tipos que andan en moto a 200 por hora con escape libre, como en Buenos Aires pero en uruguayo. Antes habíamos visto en una punta de la rambla un encuentro de jóvenes tuerca: diez autos parados con las puertas abiertas y música a todo dar. Entre los diez había dos Fiat 600 y tres Renault 4L oxidados. A los otros cinco no los reconocí, pero todos estaban completamente cachados como palanganas viejas. Eran como una peli de James Dean en vivo pero sin renovación de la utilería desde 1954.
Volviendo encontramos la primera heladería en todo este tiempo, pintada con esmalte mate violeta y naranja y con un menú de doce gustos, una modestia total. Me hizo acordar a Copelia, la heladería de La Habana. Yo pedí de mango y naranja. Llegamos, nos dimos un bañazo y nos quedamos dormidos. A las 12 de la noche me despertaron las miniaturas de pescado nadando contra la corriente y pugnando por volver al río. Tomé bicarbonato y me dormí hasta hoy a las 10 de la mañana. Después de tomar la leche criticando a dos alemanes gigantescos con relojes de oro fuimos al super de Punta Cajetas a renovar nuestro stock de cerezas, quesos de Colonia y vino para festejar esta noche.

sábado, diciembre 29, 2007

Nota de mi amigo oriental a un post anterior



Querida:
con el corazón tibio por nuestro encuentro, miré recién tu blog, para estirar el asunto. Encuentro una foto. Te cuento que kun mannskap es danés (ejemplo: Jeg har en del erfaring og vil etter noen måneder kunne ta ansvar for båten som skipper☐, Jeg vil ikke være skipper, kun mannskap ...) o sea, aprox: "tengo algo de experiencia y por algunos meses podría tomar la responsabilidad del bote como capitán. Yo no quiero ser capitán, (ser el) kun mannskap)
Aunque no tengo la traducción a un término preciso del español, kun es conocimiento y mannskap la calidad de ser humano; un humano con conocimiento, lo cual no tiene la belleza de la traducción literal.
beso beso
a a

Montevideo


Algo que me da mucha ternura es lo modestos que son en la República Oriental. Todos están tranquilos, nadie jode con la bocina, nadie está apurado. Nadie tiene aspiraciones disparatadas como en Buenos Aires. Las promesas son acotadas y nadie exige más que eso. Mirá este colegio elbiofernandez creado por los masones: una fachada llena de adornos de diseño te promete que te llevan hasta donde tú quieras llegar y ahí nomás, en el segundo piso, se terminó todo. No quieras llegar más alto.

Montevideo



Todo el tiempo estamos solos, en silencio, escuchando música, embutidos en nuestras lecturas y escrituras. A veces lavo cerezas o preparo mate o unos sanguchitos de jamón crudo mientras trabajamos. Hoy terminé el cuarto libro de los cinco que traje para leer. Fui demasiado rápido y ahora no sé qué voy a leer durante todos los días que me faltan. Pensé que cinco me iban a alcanzar pero calculé mal. El error fue pensar que Damas Chinas me iba a durar dos o tres días. Lo leí en una hora porque Bellatin siempre me agarra del pescuezo y me da miedo pero no puedo dejarlo hasta que no se acaba. Ni hacer pis puedo cuando lo estoy leyendo. Siempre que leo varias cosas lo que más me gusta es lo que leo de él. Todo el tiempo vuelvo a la solapa para mirar su foto tratando de empatar su cara con su escritura. Me asusta porque me recuerda una sensación vaga de maltrato en la infancia, de sadismo solapado, de algo espantoso y mudo que no puedo describir.
El de Marai me puso de mal humor: me parece un viejo amargo y solemne con una alta idea de sí mismo, un perverso pudoroso, un reprimido sexual. No me extrañó porque todos esos libros de Salamandra tienen un aspecto de algo rancio y monjil que me rechaza. No sé si es el color té con leche de las tapas (color inmundo que odio, como de consultorio de dentista) o esos montajes antiguos de fotos que les meten, pero siempre me resisto a leer libros de esa colección aunque me los recomienden. Esta vez tengo dos: La Hermana, de Marai, y La Historia del Amor, de Nicole Krauss, a quien no conozco pero le desconfío porque me parece una de esas novelistas profesionales americanas tipo Diane Krall, chicas atléticas y positivas alimentadas a corn flakes desde la infancia.
Amé el de Woody Allen aunque está traducido a ese lenguaje de pollas y neveras como todo lo que se publica para España. Lo amé igual porque adoro lo graciosito y tontuelo que es y me salteo lo de las pollas y las neveras porque ese idioma artificial ya está decodificado dentro de mí y no me molesta.
Y después, el de Tabarovsky, qué querés que te diga.

Montevideo


La rutina es así: dormimos como chanchos, nos despertamos justo para bañarnos y bajar al comedor a tomar un desayuno pantagruélico (included) con huevos revueltos, jamón, quesos y pancitos ricos que nos deja pipón pipón hasta las 4 de la tarde. A veces voy a Disco en el subsuelo de Punta Cajetas a renovar el stock de cerezas, jamón y queso, que son el tentempié de todo el día. Escribimos y leemos toda la tarde pero a veces nos vence la fiaca y dormimos una siesta. Cuando baja el sol salimos a caminar una hora y media o dos por el golf, por la costanera o por la ciudad vieja. Hay un olor delicioso a leña por todas partes, pero al volver también nos encanta el olor artificial del lobby del hotel. Respiramos hondo para llenarnos de ese aire helado y falso y volvemos a sumergirnos en el silencio maravilloso de nuestra habitación. Ayer nos aventuramos caminando hasta el centro por la ciudad vieja. Fuimos al museo Torres García y a la salida fuimos al café Bacacay que yo hubiera querido que se llamara Bakakai, frente al Teatro Solís. Alli tomamos unas Patricias, la cerveija preferida de Emma Peel, y nos encontramos con nuestros amigos uruguayos A. y A. Ellos nos llevaron a una pizzería donde se come fainá superfinita, la faina del borde, la llaman los natives.

viernes, diciembre 28, 2007

Puerto de Montevideo

miércoles, diciembre 26, 2007

Montevideo

26 de diciembre

Creíamos que el viaje duraba tres horas y media pero duró ocho. A las tres estábamos en Buquebus, el paquebote salió con una hora de retraso, el cruce del río duró un poco más que lo previsto, en el puerto tuvimos que esperar a que salieran los autos de la bodega y en el hotel tuvimos que esperar más de una hora a que limpiaran la habitación. Mientras tomábamos un agua en el bar especulábamos sobre qué clase de suciedad habría, que les llevaba tanto tiempo eliminarla. M.4 se inclinaba por un descuartizamiento y confiaba en que pudieran sacar toda la hemoglobina de la bañadera. Yo me imaginaba una orgía navideña, a las mucamas campeando forros y vibradores detrás de las cortinas y arrastrando a los últimos ebrios por las piernas. Cuando por fin tomamos posesión de la habitación y pudimos marcar el territorio, eran las 10 de la noche, pero como acá es una hora más tarde que en el mundo real, eran las 11. Sacamos nuestros cables y conexiones, enchufamos las compus y descubrimos que Wifi no funcionaba. Comimos chocolate con bourbon y nos fuimos a dormir.
Hoy a la mañana miramos por la ventana y vimos que el tiempo estaba espléndido: llovizna, viento y frío invernal; perfecto para las vacaciones que soñamos.
Estamos a dos cuadras de Punta Carretas, lugar histórico que ahora es un chópin con un supermercado en el subsuelo. Fuimos a abastecernos de yerba pal mate, vinos chilenos, camembert y brie de Colonia, pan fresco, cerezas y pelones y volvimos a casita con nuestras provisiones como cuando las ardillas Pi y Olín llenan el hueco del árbol de nueces y avellanas antes del invierno.

Buenos Aires-Montevideo






25 de diciembre

Cruce del Río de la Plata a bordo del Eladia Isabel


Todos los que van a Montevideo en este viaje son argentinos o europeos. Aunque son las 4 de la tarde siguen under the influence del morfi y la resaca de Nochebuena. Se rempujan frente a las ventanillas con su billete de Buquebus en la mano; los argentinos con la clásica cara de culo nacional y los extranjeros despistados porque el lugar está en obra, la señalización es confusa y no saben si deben hacer cola ahí o en la ventanilla de al lado. Nadie los mira, nadie les contesta. Van hasta delante y preguntan en italiano, en alemán, en inglés, y los empleados les hacen gestos vagos con las manos para orientarlos. Cuando vuelven perdieron su lugar en la cola y los argentinos les hacen con el pulgar hacia atrás, que se pongan al final.

Dentro del paquebote los extranjeros acomodan su equipaje bajo el asiento para no invadir el espacio entre los asientos. Los argentinos distribuyen las valijas y las mochilas en los asientos vacíos y en el pasillo tratando de ocupar el mayor espacio posible. Las mujeres con nenes actúan con una impunidad mayor: abren la valija, extraen ropas, pañales, mamaderas, sachets de leche y van armando un pequeño campamento sórdido alrededor de su persona. Los nenes más grandes piden plata, corren al kiosco, vuelven con maníes y papas fritas y se ponen a morfar sin darle al Eladia Isabel ni tiempo para zarpar. Todos en general toman y comen todo el tiempo, aunque todavía están digiriendo (con dificultad) el lechón, el pan dulce y los turrones de maní. Los nenes comen y corren al mismo tiempo y arrojan migas de papas fritas dentro de la valija abierta y sobre la cabeza del hermanito que también toma una mamadera tras otra sin respiro como un chainsmoker de leche. Curiosamente, las madres no parecen irritarse por la violencia aeróbica/gastronómica que las rodea. Miran lánguidamente al nene y le sonríen cuando para no caerse se agarra del pantalón del señor de al lado con las manos engrasadas. Las argentinas leen Para Ti y Vogue en español; los argentinos leen el diario de ayer porque hoy no sale. Después, todos desparraman su revista abierta y su diario deshojado sobre el piso y se duermen con las piernas y la boca abierta. Los extranjeros se conectan el Ipod, cierran los ojos y tratan de entrar en un estado zen que los sustraiga del espectáculo.

Un parlante anuncia que se abrió el free shop. Todas las argentinas nos levantamos del asiento al unísono. Como un predador adaptado para detectar su alimento en la jungla, detecto instantáneamente la botella de bourbon que estoy buscando. Es el combustible que necesitamos para cumplir nuestro plan, que es escribir, leer, caminar por la ciudad al atardecer, volver al hotel, tomar unos bourbons y seguir escribiendo. Examino la etiqueta con ojo clínico. Dice que tiene 1 Liter. Está bien: justo para dos semanas. Cazo también 14.1 Oz. de chocolate negro 85% cacao, alimento esencial para el cerebro del escritor.

Las argentinas ya somos decenas. Unas esculcan los percheros con ropa norteamericana de la temporada anterior y otras se prueban anteojos de sol con el logotipo Dior estampado en letras blancas enormes sobre las patillas negras. Hablan muy fuerte, tratan a los empleados como si la esclavitud no se hubiera abolido en 1813 y ocupan todo el ancho del pasillo con los canastos de plástico, los codos y el culo como si fueran las únicas personas a bordo del Eladia Isabel. Una pareja de novios muy jóvenes discute frente a un espejo si es mejor la boina Kangol que quiere él o el sombrero Versace que quiere ella. Ella dice tarado, éste es mejor, tarado, comprate el Versache y él le contesta hacé lo que quieras, tarada, total la plata es tuya, yo llevo la Kangol azul, tarada.

Tres adolescentes porteños llegan a la caja con una botella de whisky y un cartón de cigarrillos. Hablan jovialmente intercalando la expresión bolúo cada cuatro palabras. Se ríen, se empujan y discuten un largo rato cómo van a pagar, hacen la cuenta de cuántos dólares le corresponde pagar a cada uno, bolúo, sin percibir que detrás de ellos se acumulan quince personas esperando para pagar. Finalmente un petiso con camiseta blanca y bíceps hipertrofiados decorados con muchos tatuajes les grita desde el extremo de la cola: -Che, bolúo, dejate de joder, tómenselá, terminenlá, loco! Los tres pendejos se quedan mudos, uno paga, meten el whisky y los cigarrillos en una bolsa que dice DUTY FREE SHOP BUQUEBUS y se escabullen fuera del alcance del petiso justiciero. Yo vuelvo a mi asiento, que está en el sector A, abajo y al fondo. Al final hay una puerta pesada que da a una cubierta, al aire libre. Tiene un cartel con un signo de prohibido en rojo que dice SOLO TRIPULACION en inglés y en un dialecto del finlandés. Cada quince minutos llega un grupo de argentinos. Van hasta la puerta, forcejean con la manija de acero, la sacuden, la fuerzan, le pegan un empujón con el hombro y salen. Se quedan un rato fumando de cara al viento para que el pelo no se les despeine hacia delante, que es tan incómodo. Después vuelven a entrar forcejeando la puerta en sentido inverso.

domingo, diciembre 23, 2007

Por qué no escribía?


Hace dos semanas que estoy preparando una Navidad más aberrante que todas las anteriores. En realidad la preparo desde el 26 de diciembre del 2006 porque paso el año deseando que lleguen estos días sudados y deprimentes en los que todos se odian, para desplegar toda la alegría navideña que está inscripta en la mitad bávara de mis genes.
Me siento un poco rara porque soy la única persona en el mundo que ama la Navidad, salvo tal vez alguna ama de casa de Minessotta en una serie de TV o un personaje de una novela rosa muy elemental.
No hay nadie que comparta conmigo este placer degenerado? Si hay alguien me gustaría conocerlo, porque en mi casa todos deambulan puteando a Papá Noel y no puedo hablar con nadie de los menúes que planeo, de los papeles divinos que conseguí para envolver los regalos y de las grandes dudas que me quitan el sueño. El mantel blanco de mi abuela o el rojo paraguayo? Velas verdes o velas blancas? Y de postre? Cerezas con hielo o la torta de almendras de El Progreso?
Desde marzo vengo comprando y guardando regalos preciosos para todos y entre ayer y hoy los envolví y les puse tarjetas con los nombres.
Hace quince días empecé a invitar gente. La lista es más espantosa cada año. Será porque nuestros amigos se van deteriorando con el tiempo o porque mi criterio de selección se inclina cada vez más hacia la catástrofe psicológica?

Primero invité a mi ex cuñada, hermana de M.2, que tiene un Alzheimer muy avanzado. Ya no sabe nada: sólo reconoce y quiere a cuatro personas y una de ellas soy yo. También invité a su hijo, una especie de bosquimano solitario que se comunica con voces estentóreas. Iban a pasar Navidad solos en su casa.

Para subir la apuesta M.4 invitó a tres de un saque: su hermana, su amiga más antigua, que no es la más vieja, y su ex- ex mujer (su M.2, vendría a ser). Las tres viven solas y no tienen nadie con quien estar en Nochebuena.

A mí se me ocurrió invitar a Edith Piaf. Edith Piaf es J., mi ex suegra (la madre de M. 3), que tiene 80 años y siempre me cayó muy bien. Con ella vienen su hijo, que es M.3, y su nieto, que es nuestro por todos querido Z.

Hoy M.4 pensó en su amigo E., que también está solo y deprimido. Lo invitó y E. aceptó encantado. Yo invité a mi amiga M.E., que vive sola porque su marido (mi querido amigo R., que tuvo un stroke hace dos años) está internado en un geriátrico.

Nos pusimos a hacer una cuenta para calcular el promedio de edad de nuestros 12 invitados. Da algo así como 60 años. Gracias a Z. no da 70.

A lo largo de estas semanas fui construyendo el menú, no como lo hacen las señoras serias, sino alocadamente, dejándome llevar por fantasías que me asaltan en medio de una lectura o viendo una peli. Fui sumando platos exóticos y hoy caí en la cuenta de que la idea general es una Navidad árabe. Fijate:
1. pollo marinado a la oriental.
2. hummus
3. tapenade (una pasta de aceitunas negras anchoas, aceite de oliga y ajo. Seguramente no es una receta árabe sino francesa, pero tiene una pinta de árabe terrible)
4. berenjenas con miel y especias
5. taboulé (ensalada de trigo burgol con aceite de sésamo, limón, menta y tomates. Reárabe).

Aparte, salmón ahumado con alcaparras y peceto mechado (qué palabra, mechado) con panceta, jamón y perejil.
No sé por qué me vino esa
onda tan Abdullah Bin Abd al-Aziz. Será una conjunción perpendicular de la constelación de Ad-dubb al-asghar (la Osa Menor) con mi signo del zodíaco?

El 25 al mediodía nos las picamos a la República Oriental y hay que dejar todo organizado, el morfi de Alonso, las cuentas que hay que pagar a fin de mes, los services que tienen que venir a arreglar diversas cosas que no funcionan, los llamados que hay que contestar, las valijas que hay que hacer.
Las dos hijas mujeres pasan Nochebuena en casa. Los tres hijos varones la pasan con los padres de sus novias.
La casa está medio desbaratada porque todo quedó sepultado bajo parvas de papeles de regalo y cintas de seda y yo no me ocupé de mantener todo el quilombo doméstico bajo control.
La heladera no enfría. El freezer está lleno a rabiar.
Me levanto muy temprano para ir a hacer compras antes de que la gente se agolpe a los codazos en los negocios y me acuesto muy tarde después de dejar todo limpio y organizado para el día siguiente. Debería estar cansada y de mal humor pero me imagino la cara de alegría de todos cuando abran sus regalos, lo rico que va a estar el morfi, lo buenos que van a estar los turrones españoles, cómo todos van a hablar y se van a sentir acompañados, cómo vamos a mirar los fuegos artificiales desde el balcón, el montón de champagne que me voy a chupetear y todo eso me hace mucha ilusión.
Será que eso me gusta tanto porque mi apá nos hacía unas Navidades muy lindas?
Y algún día también a mí me deprimirá la Navidad?

miércoles, diciembre 19, 2007


26 de diciembre
20:30 hs.
Centro Cultural Pachamama

Presentan:
Santiago Vladimir Llach
y
Pedro el remisero absoluto Mairal.

Entrada libre y gratuita.

martes, diciembre 18, 2007

http://vidavitaleven.blogspot.com/2007/12/boris-prometeo.html

para que vean a Boris Prometeo con su carita de cereza y a su mamá con cara de felicidad.

lunes, diciembre 17, 2007


Mi amiga Angelita y su bebé, hace una semana.

http://vidavitaleven.blogspot.com/


No se pierdan esta historia.

domingo, diciembre 16, 2007

Au secours! Au secours! Robo pantagruélico en el restaurante Rabelais!


Viernes a la noche, tarde. Somos seis. Estamos festejando a nuestra amiga L.H., que cantó maravillosamente esa noche, como siempre pero más que nunca.

El restaurante que nos queda más cerca es Rabelais, en Libertad 1319. No nos gusta mucho porque la comida es pretenciosa y preparada con desgano. A veces vamos porque nos queda cerca de donde estamos, porque está abierto hasta tarde y bué, por ejemplo el strudel de camembert les sale bien.
El camarero nacido en la Provence es uno de esos flacos ulcerosos que te desprecian porque no sos francés y te lo hacen saber. Le pregunto:

-Cómo son las papas a l'ancienne?
-Son como papas a la española pego con panceta -me contesta con cara de suficiencia.
-Y las papas a la española son fritas? -pregunto, porque la verdad que no sé.
-Señoga, todos sabemos como son las papas a la española -me corta el rostro.

Asi que pido el strudel de camembert y unas milanesas de lomo con papas a láncienne, porque me gusta el nombre, aunque no sé cómo se hacen.
Morfamos, tomamos vino y lo pasamos bomba. Son más de las 12. En el restaurante no queda ningún comensal. Se retiran dos cocineros santiagueños y cerca de la puerta esperan los dos únicos personajes que sugieren que estamos en un restaurante francés: dos jóvenes completamente argelinos que deben estar esperando a que el fgancés termine para empomárselo bis a bis.
Llega la cuenta: 400 morlacos. Pagamos en efectivo entre todos, hacemos cuentas cuidadosas y ponemos una buena propina. Nos sentimos culpables porque el francés y el camarero tucumano se están quedando hasta tan tarde por nosotros. Dejamos 480 pesos en la libretita de cuero y nos vamos. Nos quedamos en la calle, frente a la puerta del restaurante, despidiéndonos y decidiendo quién se va con quién. A los cinco minutos aparece el camarero francés con la libretita de cuero en la mano sobreactuando una sorpresa mayúscula:

-Pego ustedes no han dejado el dinego!! Se han ido sin pagag la cuenta!!

Volvemos a entrar. El mozo tucumano espera parado al lado de la mesa con una sonrisa misteriosa, alevosa. Revisamos los manteles, las alfombras, las sillas. La guita no está.
La dueña del restaurante se hace presente. Es como una monjita civil, pálida y huidiza. Le explicamos la situación, le mostramos que ahí mismo dejamos cinco minutos antes 480 pesos. Dice que tiene que consultar con su marido. Lo llama por teléfono. El camagego francés hace aspavientos con los brazos, revuelve los manteles, explica otra vez que no había nada en el sobrecito de cuero y nos reconviene:

-Debiegan haberme entggegado el dinego en la mano!

La dueña vuelve al lugar del crimen. Dice que el marido dice que tenemos que pagar de nuevo. Le explicamos que hasta para el detective más obtuso el caso es clarísimo: si hubiéramos querido irnos sin pagar no nos hubiéramos quedado en la puerta cinco minutos. Y que como la nuestra era la única mesa ocupada, si la guita no hubiera estado los mozos se hubieran dado cuenta enseguida, no cinco minutos más tarde. Ninguna argumentación la convence.
Uno de nosotros pela una tarjeta y dice:

-Terminemos con esta sordidez. Cóbrese otra vez, madame.

Les aviso para que amplíen el catálogo de sospechosos por si en sus fantasías paranoicas había sólo chorritos pobres y morochos.

Las milanesas de lomo venían empanizadas con telgopor molido. El recubrimiento se separaba y se desprendía y dejaba asomar una lonjita triste de carne dura. Las papas a l'ancienne, para el que quiera saberlo, son papas al horno medio frías, medio crudas y con cuatro pedacitos de panceta tostada flotando en aceite.

sábado, diciembre 15, 2007


Al día siguiente fui a La Plata a presentar el libro. El editor organiza una reunión en la que la gente conversa con los autores. El lugar se llama Auditorio Malvinas. Era de noche, había una fuente, no hacía ni frío ni calor, todo estaba calmo, cuando nadie hablaba se podía oír el susurro de las hojas de los tilos.

Igual cada vez que camino por La Plata no puedo sacarme de la cabeza el pensamiento de los tiros y los gritos que sonaron en esas casas y esas calles. Gente que corre, gente que se esconde, gente que sangra, chicos que lloran. Esas son las secuelas que tengo para toda la vida.

Una chica muy linda leyó un cuento del libro con muchísima gracia. Oyéndolo me gustó más que cuando lo escribí. Ahora me parece que está bastante bien.

Morfamos unas empanadas absolutamente extraordinarias. Yo me zampé dos de carne y una de jamón y queso. Hacía varios meses que no comía empanadas.

Después caminamos por la calle. Eran las 11 de la noche y la gente paseaba, los chicos jugaban al fútbol en las plazas. Cuando pasamos frente a la catedral empecé a creer que estábamos en Strasburg. El hotel también parecía de Strasburg y me lo pude creer durante toda la noche. Recién a la mañana siguiente, haciendo una cola de 200 metros en la terminal de órnibo, tuve que aceptar que estábamos en Buenos Aires. Pero qué palabras preciosas: La Plata, Buenos Aires, Argentina, Río de la Plata. A mí me matan esos nombres.

Presentación de mi libro


El libro se llama Secuelas. Por eso había juguetes mutilados.
Lo digo por si nadie lo entendió.
A mí me pareció una idea buenísima hasta que ví que nadie sabía qué hacían esos juguetes ahí.

La presentación del libro estuvo buenísima. El Nacional es precioso: un cubículo pintado de bordeaux con luces que no molestan, tranquilo y limpio, una especie de teatro antiguo en miniatura. Yo llevé un montón de muñecos de cotillón lesionados para que los invitados se los llevaran como souvenir. Les corté patitas y gañotes con un cuchillo caliente. Había gallinas, caballos, conejos, bebitos, aviones, astronautas, todos mutilados. Quise hacer una metáfora pero no se si se entendió. L., el dueño, y Obelix me sirvieron un güiscacho, el que no tomé en casa para no asumir que soy una choborra. Los otros tomaban vino. La música era buenísima, música de viejarros elegantes como yo. Me saludaban amigas y amigos, me pedían que les firmara libros, me abrazaban. Yo me sentía como una novia, como deben sentirse las novias cuando saludan en el atrio. Mis tres hijitos circulaban, lindos y graciosos. Y generosos porque no me odian, aunque deberían porque soy una madre hinchapelotas. Son como un caballito, un bambi y una hormiga atómica. La novia del caballito no estaba porque estaba en el campo. Los novios de las dos nenas estaban. A uno lo conozco y lo quiero mucho, es mi tanito consentido. Al otro lo conocí ese día. Estaba con sus hijos. Eso me gustó, que tuviera hijos y que los llevara a una cosa así. Los dos juntaban muñecos y se los llevaban para curarlos en la casa. Ellos sí entendieron la metáfora. Mi chico lucía elegantísimo y cool como Humphrey Bogart. Me miraba apoyado en la barra y su mirada me hacía sentir segura y tranquila. Desde el escenario veía a gente que quiero. En un sector se agruparon los que nos hicimos amigos en este block. Los miraba y me daba cuenta de que nos queremos mucho. Por suerte había escrito algo para no divagar y no me olvidé de decir que somos como una combinación química imposible, impresentable, inesperada, que sólo puede suceder en el mundo paralelo de los blocks. En la foto estoy agitando la manito como haciendo una admonición. Debo estar diciendo algo trascendente pero no me acuerdo.

miércoles, diciembre 12, 2007


Las siete menos cuarto será demasiado temprano para tomarme un whisky?

Porque estoy tan nerviosa por la presentación del libro que me encantaría tomarme uno antes de salir. Pero es muy de borracha hacer eso, tomar un whisky para tranquilizarme.
Leí que antes de ir a una fiesta Ava Gardner tomaba dos cucharadas de aceite de oliva para poder tomarse todo sin emborracharse demasiado rápido. El aceite impermeabiliza la parte de adentro del estómago, que es donde se absorbe el alcohol.
Si primero me tomo dos cucharadas de aceite de oliva y encima un whisky?

domingo, diciembre 09, 2007

El centro del amor
no siempre coincide
con el centro de la vida.

Ambos centros
se buscan entonces
como dos animales atribulados.
Pero casi nunca se encuentran,
porque la clave de la coincidencia es otra:
nacer juntos.

Nacer juntos,
como debieran nacer y morir
todos los amantes.


Roberto Juarroz

sábado, diciembre 08, 2007

A veces parece

que estamos en el centro de la fiesta.

Sin embargo

en el centro de la fiesta no hay nadie

En el centro de la fiesta está el vacío

Pero en el centro del vacío hay otra fiesta.




Roberto Juarroz

De DUODECIMA POESIA VERTICAL

Un jueves


El jueves hubo nuevo encuentro de VSLT. El lugar era la casa del amigo con rulos. Alguien pidió empanadas, alguien llevó vino, alguien llevó flores pra fumar. Yo no llevé nada pero prometí tortillas sin chorizo para Obelix y con chorizo para su hermano en el próximo encuentro. Esta vez había varios nuevos:


1. ab, la cordobesita que es divina y tiene acento y todo
2. P., un escritor que lee graciosísimamente. Me parecia muy serio hasta que lo ví medio trincándose a dos personas de algún sexo contra una pared
3. El hermano chico de Obelix, que es más grande
4. Un amigo de alguien que me preguntaba si alguno de los chicos era gay. Yo no sabía bien. Le dije que averiguara.
5. El novio de Eleonora. Se churrasqueaban a lo bestia los dos en el balcón ese vertiginoso del amigo con rulos.

Y faltó uno fundamental:

1. Tête de Porongue, al que le había llevado fotocopias de un libro donde se explica en detalle cómo se fabrica el color momia.

No me acuerdo de mucho más. Ah, sí: A. olisqueando como un sabueso rastros de polvo sobre la mesa, risas en la oscuridad de tres en una cama (vestidos, boludeando), alfajores riquísimos de la cordobesa, un encuentro triste y final en la cocina.
Después la vuelta en un auto paquete manejado por Tommy Barban y sus nuevos abdominales trabajados. Nos repartió como un caballerete casa por casa. No sabía muy bien dónde tirar al pequeño Obelix que creía que la noche estaba en pañales.

viernes, diciembre 07, 2007

jueves, diciembre 06, 2007

miércoles, diciembre 05, 2007

martes, diciembre 04, 2007

lunes, diciembre 03, 2007

domingo, diciembre 02, 2007


Mi hija B2 es una de esas chicas lindas a las que los hombres les regalan peluches.
Vieron en el cine? Siempre hay una linda que va a un parque de diversiones con un tipo y el tipo tira al blanco y gana un oso panda de dos metros de alto y se lo regala a ella. Vuelven a la casa (ella acarrea el puto oso) y se dan un beso en la puerta. En general esas historias de amor del cine terminan mal. Debe ser por el efecto peluche, algo muy difícil de sobrellevar.
Por suerte ahora los hombres enamorados les regalan muñecos de globo a las chicas. Son más portables, más livianos y tienen una vida infinitamente más breve, lo que los hace menos patéticos si la historia de amor se acaba (Dios no lo permita). En cambio el oso panda de dos metros sobrevive a todo y es un recordatorio permanente de lo que iba a ser y no fue.
A B.2 le tocó una Pantera Rosa. Llegó a casa alborozada con ella. Lo que más le gustaba era que tenía "un ojito un poco desviado", pero en realidad era completamente estrábica. Como tenía un día típico (desde casa tenía que irse a un ensayo, después a comprar algo, después a la depiladora, después a ver a una amiga, después a cambiar un regalo, después a visitar a su papá y después a la función), dejó a La Pantera en casa, sentada sobre una canasta. Yo cerré el cuarto para no verla porque el arte de la globología en general me recuerda que el fin de la humanidad está muy cercano, pero igual, por pura perversión, todos los días abría la puerta y la miraba.

Al día siguiente tenía algunos miembros desinflados y al tercer día se le había dado vuelta la cara y tenía el hocico encima de los ojos. Al cuarto día se le salió una tripa, una especie de intestino globológico que cayó al suelo al lado de la canasta. Ya sin ese órgano su deterioro se aceleró, perdió otros miembros y se fue achicando. Ayer B.2 la vió y se puso muy triste. La quiso llevar a su casa pero le pedí que la dejara. Le prometí darle cuidados paliativos y le aseguré que no iba a dejar que sufriera. Mientras tanto voy documentando el proceso para ustedes, para que tomen conciencia de lo corta que es la vida.