sábado, febrero 25, 2006

Vida doméstica


Ayer a la mañana mi empleada Visitación Benítez y yo hicimos chipá. Nos gusta trabajar juntas: pesamos y rallamos los quesos y la harina de mandioca, amasamos la masa hasta que es una bola tersa, formamos los chipás con cucharita y el resultado es una parva dorada, tibia, fragante que nos encanta contemplar, oler y comer y servirles a todos para que aúllen de placer y pidan más, más, más.
Mientras tanto hablamos de hombres lejanos y cercanos, de los hijos, de las madres, de la plata, de recetas, de remedios, de manchas que no salen, de ropa nueva y de ropa vieja, de almidonados y de zurcidos.
Hoy dedicamos un largo rato a hacer un censo de tupperwares. Yo estaba intrigada porque a casi todos les falta la tapa y a la vez hay muchas tapas que no pertenecen a ningún tupper. Eso no tiene ninguna explicación lógica. Podría pensar que presté muchos tuppers y no me los devolvieron, contingencia habitual en el mundo de las amas de casa, pero en ese caso faltarían las dos piezas. Pero ¿en qué situación pueden desaparecer un recipiente sin tapa o una tapa sin recipiente? ¿Alguien se lleva los tuppers destapados? ¿Alguien se lleva las tapas para usarlas como frisbee?
Ése es uno de los grandes misterios de la vida doméstica y no le va en zaga al primero de todos: ¿A dónde van las medias que faltan de cada par? Todos los maridos conocen esa experiencia y no habiendo ningún culpable posible, y no habiendo ninguna explicación posible, mascullan todas las mañanas insultos y agravios destinados a nadie. Las responsables del orden y el cuidado de la casa nos sentimos responsables, pero sabemos bien que hemos lavado las dos medias, que las hemos colgado juntas y que las hemos ovillado par por par antes de guardarlas. ¿En qué momento interviene el factor enviudador de medias?
Recuerdo que ese misterio se planteaba en una película preciosa llamada Heartburn, denominada
en la Argentina posiblemente Historias del corazón, o Aventuras de amor o Recuerdos del amor, por lo cual es inidentificable, salvo por el hecho de que integraban el cast Jack Nicholson y Meryl Streep. Allí, el imbancable, psicópata, hiper atractivo Jack Nicholson se quejaba de eso mismo, de la desaparición de una de sus medias cada día. Y se preguntaba ¿-Hay un lugar del cielo al que se van las medias? ¿Los hombres se reencontrarán con sus medias perdidas cuando se mueren?

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