Desde el principio pensé que eso de presentar a los hijos en una lista de 1 a 5 era una simplificación poco satisfactoria.
En realidad no pertenecen los cinco a una misma camada: los hemos producido entre los dos con el amable auxilio de dos hombres y dos mujeres, y los hemos ordenado internamente según su orden de aparición porque cuando repasamos las preocupaciones que tenemos sobre cada uno de ellos nos alivia decirlo como si fuera cosa de risa aunque lo hagamos a las 4 de la mañana insomnes, asustados, desesperados, desesperanzados. -Me preocupa número 1, que ayer tenía una mirada tan triste, dice uno, o ¿viste cómo le hablaba número 4 al novio? Me parece que no le gusta más. O bien –número 5 está comiendo muy poco, dice uno y el otro lo tranquiliza desdramatizando las observaciones más amenazantes, porque el que no es padre biológico o madre biológica ve todo más claro, sin el matiz del amor animalesco que todo lo sobredimensiona y lo confunde.
La nomenclatura general, entonces, al mero efecto de preocuparnos y despreocuparnos entre nosotros, va desde el 1 hasta el 5, pero a su vez se desglosa en dos listas no sentimentales, puramente biológicas:
1. Lista A, formada por A.1 y A. 2.
2. Lista B, formada por B.1, B.2 y B.3
Todo lo cual resulta en que en la lista general A.1 es #1, A.2 es #4, B.1 es #2, B.2 es #3 y B.3 es #5.
En futuros posts se respetará esta nueva nomenclatura.
martes, julio 25, 2006
Aclaración necesaria
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Sabemos más de #3 y de #5 que del resto, lo que no es demasiado grave. Ya sospecharon otros escritores, querida Ememe, que los celos son más intensos que el amor, precisamente por su capacidad para hacer proliferar historias. Aunque en este caso no seas vos el sujeto de los celos, sino el objeto, es evidente que, de todos modos, ponen tu escritura en movimiento, lo que es una felicidad (repito: felicidad) para quienes te leemos. ¿Queremos más!
Publicar un comentario