jueves, julio 27, 2006
La actividad principal de Alonso es esconderse. Trabaja todo el día removiendo obstáculos para introducirse en lugares angostos y trepando para llegar a lugares peligrosos para sí mismo y para los demás. En consecuencia una de mis actividades principales es campearlo por toda la casa para evitar catástrofes, entre las que figura su propia extinción.
Uno de sus lugares favoritos es el último estante de la biblioteca, donde están los libros de medicina antiguos que pesan más de dos kilos cada uno. Trepa rasqueteando el borde de los estantes y arrojando a su paso todo lo que encuentra. Finalmente llega a su meta, culebrea para introducirse entre dos libracos, los tira abajo junto con otros dos y los cuatro se desencuadernan contra el piso.
Desde la habitación de al lado se oye como si un grupo de tareas estuviera buscando material subversivo.
Hoy, en cambio, tal vez por efecto de la granizada que pareció recordarle escenas ancestrales, cambió su actitud de siempre por una especie de melancolía contemplativa. Lo busqué por toda la casa detrás de los almohadones, debajo de la heladera, en todos los estantes de la biblioteca, en el cajón de las medias, dentro de las carteras, hasta que lo descubrí arañando los vidrios y clavando sus garritas en las cortinas hasta quedar en una posición más o menos estable. Ahí se quedó varias horas, con la panza achatada contra la ventana medio adormecido por el calor del sol.
Las fotos muestran la secuencia desde que fue descubierto por los paparazzis hasta que se asoma entre las cortinas con su peor cara de orto.
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1 comentario:
Definitivamente son las historias de Alonso las que más me gustan... es un personaje intachable.
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