Bueno, ya volví. La diferencia horaria entre España y acá te afana cinco horas de vida a la ida y te las devuelve a la vuelta, así que te queda un pequeño jet set durante unos días. A mí me dió por no dormir la primera noche y por dormir tres horas la segunda. Por eso estoy escribiendo estas boludeces a esta hora, cuando todavía no amaneció.
Cuando llegué a Ezeiza esperaba aterrizar en medio de una nube de humo negro pero no sentí ni vi nada. No sé si creer lo que leí sobre el humo. Debe ser un invento de los argentinos, una variante oscura de El Eternauta.
Después de Barcelona fui a Madrid en el AVE, que es como un avión que se arrastra. Al llegar la gente se sacaba fotos delante de la locomotora. En Madrid morfamos como pantagrueles. La fauna marina de la zona fue declarada en estado de alarma por la depredación descontrolada y se la considera en riesgo de extinción hasta la próxima temporada.
También vimos la muestra de Picasso del Museo Nacional de París y la de Goya de El Prado con los óleos restaurados sobre el 2 y el 3 de mayo.
Picasso siempre es una alegría. Sobre todo en España, donde es tan de ellos que las señoras lo tratan sin miramientos como a un chico díscolo.
-Pues mira que también sabía dibujar bonito! Por qué no pintaría todo así? -dice una vieja señalando una figura pintada al modo clásico en medio de un delirio de formas nada realistas.
-La madre está bien, pues que la ves, pero mira al niño: es que no te enteras! -dice una joven mientras mira un rejunte de fierros extraordinario que representa a una mujer llevando a un chico en su cochecito. La mujer está hecha con cañerías y cachos de placas de hierro y el bebe es un amasijo de tubos más pequeño.
Picasso era un viejo de los míos. La pasó bomba hasta el final y se ve que pensaba que viejos son los trapos. Las últimas obras son cada vez más despreocupadas y graciosas. Algunas te hacen reír.
Es increíblemente diferente ver las obras en vivo. Ahí te das cuenta de que ver reproducciones es sólo para conocer el argumento. Los tamaños, la textura, el punto de vista cambiante cuando te movés alrededor, todo eso es el cuadro y es lo que nunca vemos. Qué pena que no haya una forma de ver todos los cuadros del mundo en forma tridimensional para que todo el mundo pueda verlos como son.
Lo que se ve por la ventanilla del AVE
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