sábado, mayo 27, 2006
Diálogos patrios 1. Gorilas en la niebla
El 25 tomé un taxi hasta la estación de subte para ir a la Plaza. Lo primero que ví al subir fue una estampita gigante de la Virgen de Luján pegada entre los dos asientos delanteros. Lo segundo, el rosario blanco colgando del espejito con una rama de olivo del Domingo de Ramos. Lo tercero y lo cuarto, una estampita de San Cayetano y otra de San Expedito delante del volante. Lo quinto, la cara de cana del tachero: pelo corto muy peinado con gel, afeitado reciente, mala onda de morocho argentino que quisiera ser rubio. Remera blanca impoluta, jeans planchados con raya, mucho desodorante de ambiente con olor a telo. En cuanto arrancó, dijo -Esto no parece una fiesta de 25 de mayo. No se puede circular por ningún lado, está todo lleno de gente. Los trajeron de a miles en camiones, micros, trenes... son salvajes; vienen de lejos, de Mariano Acosta, de Merlo, gente muy peligrosa. Para manijearlo le dije -Sí, es gente muy peligrosa la que vive por allá, es una barbaridad que vengan al centro! -Y, sí, pero los trajeron para que vayan a la Plaza, como ganado los trajeron, repetía él. De repente me dijo -Sabe por qué estoy acá sentado? Yo pensé que me iba a decir que con el sueldo de cana no le alcanzaba, pero no: me contó que su familia tenía una fábrica de zapatos desde hacía muchos años y que durante la convertibilidad habían quebrado y habían perdido la fábrica y dos locales. -Por eso tuve que empezar a trabajar de ésto... pero ahora estamos pensando en abrir de nuevo, en hacer otra vez lo nuestro, aunque es difícil porque ya no hay operarios calificados; como cerraron muchas fábricas se fue perdiendo el oficio. -Pero a usted le parece que las cosas están mejor ahora? lo chicaneé -Sí, ahora se está reactivando todo, por suerte, así que parece que vamos a poder recuperarnos, dijo antes de retomar su rezongo contra el aluvión zoológico.
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