Nos vamos mañana al mediodía. Hoy caminamos por la rambla para despedirnos. Después nos metimos por los barrios viejos. Era sábado y no había nadie, pero nadie nadie.
Pasamos por el Parque Rodó y vimos parejas remando en botecitos y viejos jugando a las bochas en un club de bochas. Bochófilo, decía que era el club. Entre los espectadores había dos perros dormidos. Como perro en cancha de bochas, dijimos. Llegamos al puerto casi de noche. Comimos brochettes de langostinos con ese vino blanco que me gusta de acá, que se llama Don Pascual. Volvimos y comimos chocolate.
No sé si la peli que estoy tratando de subir se va a ver. Aunque el hotel dice que tiene wifi la conexión funciona de a ratitos y sólo en un rincón del lobby, justamente donde se reúnen a hablar a los gritos, a comer caramelos de menta y a esperar sus ómnibus de dos pisos todos los brasileños que llegan o se van del hotel. Para que estén prevenidos y no se dejen engañar como yo, el hotel se llama Meliá Confort. No vengan si quieren usar su compu con wifi. En la habitación hay unas conexiones espasmódicas que conectan y desconectan arbitrariamente. Por si la peli no sube les cuento de qué se trata: una estatuita de una especie de San Sebastián mujer a orillas del mar/río, al atardecer, con un viento de la sanputa que sopla todo el tiempo.
2 comentarios:
De Don Pascual me fascina el tannat. Es de esos vinos que te vuelan la cabeza. Lástima que después del 2001, ya no se consigue por acá.
ah, si, también le dimos al tannat. es medio áspero, como me gusta a mí.
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