domingo, septiembre 23, 2007

Big in Bombay, lo mejor de la tele argentina


Nunca más voy a ningún festival de teatro. Creo que tienen un criterio de selección
que no tiene que ver con la calidad sino con cuestiones que están fuera del entendimiento de los espectadores. Anoche, después del patinazo con Monstruos y Prodigios, fui a ver Big in Bombay con todo mi prejuicio sudaca: "ésta es alemana, debe ser buena", pensaba.
Empezó divertida, con una puesta que me gustó, una especie de jaula de vidrio como una sala de espera de línea de ómnibus, con personajes que hacían cosas raras. A los cinco minutos era evidente que eso era todo lo que ocurría: cosas raras. Había milisegundos atractivos en los que una bailarina bailaba lindo, pero esos eran acontecimientos arbitrarios. Nadie sabía por qué todos hacían lo que hacían. O tal vez sí, porque el público se reía a carcajadas cuando a mí me parecía que no pasaba nada gracioso. De a ratos se producían unos momentos de clímax en los que los actores tiraban cosas, se empujaban y gritaban pero tampoco entendí por qué ni para qué. Algunos hablaban en español y otros en norteamericano, lo que me desilusionó porque ahora que entiendo un poco me gusta escuchar hablar en alemán. De repente un chaboncito dijo una larga tirada en un alemán incomprensible para mí, pero por la traducción me enteré de que hablaba de política argentina: Balbín, los radicales, Perón, Menem, la dictadura militar, los temas de siempre desde el punto de vista cínico de un post moderno demodée. La acción siguió con cambios de vestuario, disfraces de oso, narices de payaso, pelucas, patinazos, empellones, piezas de utilería tiradas por el piso y un tipo que sacaba botellas vacías de agua mineral de una bolsa de consorcio y se las tiraba por la cabeza a los que bailaban. Ahí guardé los anteojos, me puse el echarpe y la campera y me preparé para huir en el intervalo. Mi larga experiencia como espectadora me dice que cuando los actores empiezan a tirarse cosas por la cabeza o al público es porque se agotaron los recursos dramáticos y es hora de irse a morfar a un bonito restaurante con un rico vino. Es lo que hice. Antes encontré en el hall a unos conocidos que se reían divertidísimos. Les pregunté qué les causaba tanta gracia y me contestaron que la obra era un delirio. Es verdad: las narices de payaso y los gritos destemplados sobresalen y brillan como un delirio en la planicie de algunas vidas. Si no fuera así, los programas domingueros de la tele tendrían rating cero.
En casa leí que la directora no era alemana sino argentina y que parte del texto, justamente el que parecía un programa de tele, era de Enrique Pinti.

-Ah, bueno, ahora entiendo todo: estuve viendo televisión argentina sin saberlo -me dije antes de clavarme un whisky puro con mucho hielo
.

Después, mientras trataba de dormir, las imágenes de Big in Bombay se me mezclaban con escenas idénticas vistas de reojo en tediosos televisores de restaurantes y salas de espera: Tinelli, Ernestina Pais, Jorge Guinzburg bailoteando, insultándose, cacheteándose y riéndose de cosas que sólo ellos comprenden.
Todas nuestras grandes figuras del humor contemporáneo merecerían formar parte del elenco para intercambiar tortazos domingueros con los alemanes de gira por el mundo.

Me dormí como a las 3 de la mañana leyendo wasabi con mi pantallita de leer nocturna especial para no despertar a los que -con el alma tranquila- duermen sin molestar a nadie.

5 comentarios:

Cosima dijo...

Qué amor vos y tu pantallita.

Yo fui a ver El Sabor del Edén, sin ninguna expectativa, sin saber de qué se trataba, ni de dónde era, y me llevé una sorpresa muy agradable.

Resultó ser una película alemana sobre un cocinero grueso, una moza, su marido y su hija.

Bastante refrescante, cono unas gotas de Amargura y otras de extrema dulzura.

De esas que te reconcilian con la vida.

Si la vieras contanos si te gustó.

Tommy Barban dijo...

(Este año la buena del Festival era Les ephemeres.) Lo único que puede levantar una obra escrita por Pinti es si la nariz de payaso la lleva puesta la odiosa Magdalena.

myrna minkoff dijo...

Sí, me hablaron rebien de El Sabor del Edén y de Les Ephemeres. Voy a verlas si todavía estoy a tiempo. pero me quedé tan escarmentada que hoy fui a sacar entradas para el festival de cine brasileño y me dió tanta desconfianza que no saqué para ninguna.

lou dijo...

Muy bien hecho lo de huir en el intervalo. Todo era tan primario, tan *cualquerismo*, que te ahorraste de 5 minutos de una mina bailando y cantando en hot pants de cuero "Dr Psiquiatra", de Gloria Trevi.
Lo peor que vi en mucho tiempo.

Sí: lo mejor fue Les ephemeres.

EmmaPeel dijo...

El bello A. resumiría:

me la traen flojita los festivales

ahora me dieron ganas del sabor del edén, queda agendada