domingo, diciembre 16, 2007

Au secours! Au secours! Robo pantagruélico en el restaurante Rabelais!


Viernes a la noche, tarde. Somos seis. Estamos festejando a nuestra amiga L.H., que cantó maravillosamente esa noche, como siempre pero más que nunca.

El restaurante que nos queda más cerca es Rabelais, en Libertad 1319. No nos gusta mucho porque la comida es pretenciosa y preparada con desgano. A veces vamos porque nos queda cerca de donde estamos, porque está abierto hasta tarde y bué, por ejemplo el strudel de camembert les sale bien.
El camarero nacido en la Provence es uno de esos flacos ulcerosos que te desprecian porque no sos francés y te lo hacen saber. Le pregunto:

-Cómo son las papas a l'ancienne?
-Son como papas a la española pego con panceta -me contesta con cara de suficiencia.
-Y las papas a la española son fritas? -pregunto, porque la verdad que no sé.
-Señoga, todos sabemos como son las papas a la española -me corta el rostro.

Asi que pido el strudel de camembert y unas milanesas de lomo con papas a láncienne, porque me gusta el nombre, aunque no sé cómo se hacen.
Morfamos, tomamos vino y lo pasamos bomba. Son más de las 12. En el restaurante no queda ningún comensal. Se retiran dos cocineros santiagueños y cerca de la puerta esperan los dos únicos personajes que sugieren que estamos en un restaurante francés: dos jóvenes completamente argelinos que deben estar esperando a que el fgancés termine para empomárselo bis a bis.
Llega la cuenta: 400 morlacos. Pagamos en efectivo entre todos, hacemos cuentas cuidadosas y ponemos una buena propina. Nos sentimos culpables porque el francés y el camarero tucumano se están quedando hasta tan tarde por nosotros. Dejamos 480 pesos en la libretita de cuero y nos vamos. Nos quedamos en la calle, frente a la puerta del restaurante, despidiéndonos y decidiendo quién se va con quién. A los cinco minutos aparece el camarero francés con la libretita de cuero en la mano sobreactuando una sorpresa mayúscula:

-Pego ustedes no han dejado el dinego!! Se han ido sin pagag la cuenta!!

Volvemos a entrar. El mozo tucumano espera parado al lado de la mesa con una sonrisa misteriosa, alevosa. Revisamos los manteles, las alfombras, las sillas. La guita no está.
La dueña del restaurante se hace presente. Es como una monjita civil, pálida y huidiza. Le explicamos la situación, le mostramos que ahí mismo dejamos cinco minutos antes 480 pesos. Dice que tiene que consultar con su marido. Lo llama por teléfono. El camagego francés hace aspavientos con los brazos, revuelve los manteles, explica otra vez que no había nada en el sobrecito de cuero y nos reconviene:

-Debiegan haberme entggegado el dinego en la mano!

La dueña vuelve al lugar del crimen. Dice que el marido dice que tenemos que pagar de nuevo. Le explicamos que hasta para el detective más obtuso el caso es clarísimo: si hubiéramos querido irnos sin pagar no nos hubiéramos quedado en la puerta cinco minutos. Y que como la nuestra era la única mesa ocupada, si la guita no hubiera estado los mozos se hubieran dado cuenta enseguida, no cinco minutos más tarde. Ninguna argumentación la convence.
Uno de nosotros pela una tarjeta y dice:

-Terminemos con esta sordidez. Cóbrese otra vez, madame.

Les aviso para que amplíen el catálogo de sospechosos por si en sus fantasías paranoicas había sólo chorritos pobres y morochos.

Las milanesas de lomo venían empanizadas con telgopor molido. El recubrimiento se separaba y se desprendía y dejaba asomar una lonjita triste de carne dura. Las papas a l'ancienne, para el que quiera saberlo, son papas al horno medio frías, medio crudas y con cuatro pedacitos de panceta tostada flotando en aceite.

14 comentarios:

Anahí Lazzaroni dijo...

"Terminemos con esta sordidez. Cóbrese otra vez, madame"

Pronunciar esa frase en semejante situación es muy elegante. Sobre todo por la palabra sordidez.

myrna minkoff dijo...

Sí, es en las situaciones más espantosas donde se ve la elegancia.
Yo que devengo de labradores alemanes quería saltar sobre el mostrador y achucharle una botella de pernod en la nuca.

Anónimo dijo...

Los dueños son alcohólicos, están deprimidos y el personal los odia. No me extraña que asalten a los clientes para terminar de hundir el restaurante.

Anónimo dijo...

Trabajo cerca y tuve una experiencia similar al mediodía. No me refiero al robo sino a los malos modos del mozo, que como bien dijiste odia a los comensales. Nunca más volví.
Creía que el dueño era un francés bonachón.

Maurice

Anónimo dijo...

la palabra sordidez
es bien propia de H. G
pero pagar con tarjeta...
hmmm no sé

Hipólita

Loca xq sí dijo...

no suelo andar por la zona, pero voy a tener bien presente esta historia para nunca ir a comer ahí.

ni pasar por la puerta

Anónimo dijo...

Una preciosura el relato y el plato "papas a la ancienne" muy acorde al título del bloch. La descripción de las nenas como bambi y la hormiga atómico me parece maravillosa, y ni hablar la de "mi chico parado como humphry Bogart"... Asegurote que mi padre era Humphry de joven, tengo fotos impresionantes, ahora se echó mucho a perder el pobre ( la pantera se desinfla) para todos. Un abrazo Moni.

Anónimo dijo...

digo ememe ememe ememe, perdón perdón, aunque moni puede ser a ememe lo que B2 A B2 Prima. Por qué tanta resistencia al diminutivo de tu verdadero nombre? es por que te lo puso tu madre? quien ese ememe y quien moni? cual jeckyl y cual Hide? extraño escharte hablar de Lala, contame alguna cosa lalera. te acordás que no quiso actuar en mi corto porque no le pagaban?Todo culpa de B 1 que la persuadó para que no lo hiciera, y lo mejor e todo es que me dijo que no podía porque su hijo Fernando no la dejaba. qué saudade de Las aventuras lala.

Billy dijo...

Y como son las papas a la española? No me puedo incluir en el feliz grupo del Señor Don Mozo de los que saben como es esa especialidad de papas.

Anónimo dijo...

Yo no desconfiaría del mozo.
Para mí que la guita se la llevó la elegante persona que terminó con la sordidez.
Eterno ganapán, también le hubiera dado de golpes al franchute hasta que escupa los morlacos.

Anónimo dijo...

no lo puedo cgeeg! que horrenda la impotencia que te da en ese momento.
si uno quiere terminar la sordidez con elegancia pero no tiene la tarjeta o sustituto...qué hace? lo pregunto sinceramente. aunque creo que ahí salen el ingenio y la elegancia juntos.
anaf.

Cosima dijo...

No puedo creer lo pedorro de los de Rabelais. Yo fui una vez y no volví más ni volvería. No sé cómo no los mandaron a cagar. Bien hecho en publicarlo. Plis escribilo en www.guiaoleo.comm.ar

Que se sepa. Gabachos sucios!

Mascaró dijo...

Según la lógica de tu relato, los culpables debían ser los argelinos, ya que entre un francés y un argelino (que además, como todos sabemos, son africanos) no cabe duda de quién es el delincuente.
Porque si no, la aparición fugaz de esos personajes no se justifica, y queda como un hilo suelto en el relato.

myrna minkoff dijo...

crab,
para delincuente, entre un argelino y un francés siempre me quedo con el francés. En este caso también, sobre todo porque los dos argelinos estaban cerca de la puerta, lejos de nuestra mesa, que era la del fondo. Nombré a los argelinos sólo para agregarle un detalle deleznable al francés, que se haría empomar por los dos pendejos a cambio de un sanguche de mortadela faisandée.