martes, febrero 28, 2006

Acido fórmico


Hace un año fuimos invadidos por una comunidad de hormigas. Sólo emergen cuando hace calor, asi que durante el invierno nos creemos librados de ellas para siempre. Pero en noviembre del 5 volvieron más numerosas y activas que en el verano anterior.
Al principio las espantábamos con la mano pero ahora aparecen por todos lados y en una cantidad que las hace incontrolables. Me acuerdo de Marabunta, una película de los 50 que fue precursora de dos líneas de cine posteriores: los documentales de Animal Planet y las espeluznantes de terror sangriento en las que el mostro se come a la gente hasta los huesos.
Bueno, las nuestras en cambio no son agresivas con los seres vivos. No les interesan las plantas, ni la iguana y mucho menos nosotros. Sólo quieren morfar comida, pero eso lo hacen con una avidez y a una velocidad que da cui cui. Olvidate una miguita de alfajor sobre la mesa y dos minutos después hay una multitud compacta yendo y viniendo de la mesa a la pared terminando de desguazar la miga y desapareciendo un segundo después sin dejar rastros.
Consulto al cucarachero que nos conserva libres de cucarachas -bendito sea- y me dice que viven en la estructura del edificio, por lo que es imposible aniquilarlas. El pone hormiguicidas en todos los ángulos y las aristas de la casa y durante dos o tres días sólo se ven algunas aisladas medio turulatas, deambulando sin un rumbo fijo. Pero a la semana siguiente vuelven vivarachas y con la misma actitud combativa de siempre. No hay nada que hacer, dicen los expertos.
Siendo así las cosas, yo las acepto como se aceptan la lluvia o los cortes de luz. Es al cuete enojarse y putear: lo mejor es adaptarse a la nueva situación, y si es posible encontrarle el lado bueno. Claro que a mí me caen simpáticas. Así es fácil. Pero no todos en la casa comparten mi punto de vista. Algunos enloquecen y proponen mudarse. Otros las corren a chancletazos.
Las visitas se sienten incómodas y murmuran -Me parece que ahí hay una hormiguita, cuando es evidente que un ejército de ellas se está llevando la rodaja de salamín en andas. Otros sugieren esos venenos de la TV que las amas de casa rocían con expresión sádica sobre tres mosquitos aterrorizados y yo me resisto. No quiero que haya ningún insecticida en la casa y tengo tres buenas razones: 1. creo que también le hace mal a la gente, 2. me parece un factor de desequilibrio ecológico de consecuencias desconocidas y 3. con seguridad le haría mal a Alonso.
Hoy la tripulación se amotinó. Mandaron un delegado, quien me planteó muy seriamente que hay que acabar con esto. Como yo no las odio, me han asimilado al bando del invasor por eso de que el amigo de mi enemigo es mi enemigo.
El origen del motín fue la aparición de un desfile de hormigas saliendo del teclado de una lap top. Les pareció terrible, una amenaza nuclear, un acabóse, un punto final a mi actitud hippie que todos toleran pero nadie comparte. Entonces yo les expliqué que en realidad tenemos el mejor service de limpieza de computadoras que pueda imaginarse.
Primero les informé que uno no tiene idea de la cantidad de mugre que contienen los teclados. Dejando fuera de concurso los sandwiches, las galletitas y las empanadas que los chicos comen y le desmigan encima (hábito nefasto al que me resigné, como a lluvia y a las hormigas), el teclado recibe una lluvia de pelos, caspa, cascaritas de la piel, células muertas descamadas, secreciones, cera del oído, mocos secos y lagañas. Una vez encontré un pendejo enredado entre la R y la T que me llevó un largo rato extraer, del que no quise saber a quién pertenecía ni cómo llegó allí.
Ahora bien, como las hormigas no comen ni cagan fuera de su casa, son animales maravillosamente higiénicos: se llevan toda la suciedad que producimos los humanos y la procesan en su hormiguero sin joder a nadie. Si uno las ve como a una brigada de limpieza incansable y silenciosa equipada con herramientas minúsculas que llegan a los intersticios más pequeños, todos los dueños de computadoras debieran tener hormigas en su casa. Mientras uno duerme, ellas se meten en rincones inaccesibles y se llevan todas las partículas sin romper ni ensuciar nada. Terminé diciéndoles que el día que Bill Gates invente la hormiga como accesorio de limpieza para Mac, todos van a querer tener una.
Me parece que eso los convenció.

2 comentarios:

Tricula dijo...

Felicitaciones en un excelente lavado de cerebro - quiero hormigas para mi Mac sha!

Anónimo dijo...

Ahora averiguando sobre el acido formico di con esta pagina, me parece algo genial!!! Interesante ahora no me tendre q preocupar tanto, por la limpieza en las pequeñas partes que son IMPOSIBLES DE ALCANZAR DE MI DEPARTAMENTO!! Muy buena HISTORIA!!