Enero y lluvia es una combinación que me encanta. En enero todos se van y nos devuelven la ciudad para que la gastemos a nuestro antojo. Si además llueve, los pocos que hay no salen porque no saben que son impermeables. Entonces las calles están solitarias, mojadas, preciosas y las copas de los árboles brillan.
Hoy salí temprano a caminar y sólo me crucé con tres jubilados chancleteantes, con un perro sacado a pasear de apuro y con dos amas de casa malhumoradas porque se les había acabado la yerba.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario