jueves, enero 19, 2006
Mural
Además de hijos, nueras, yernos e iguana, tenemos un mural.
Lo estamos haciendo con mi mamá (87 años) y con mi nuera, la Pepona, cuasi arquiteta.
Empezamos a dibujarlo hace dos años y hace un año empezamos a pegar los primeros mosaicos, que no son más que pedacitos de vajilla que fui juntando durante años a medida que la vida la iba rompiendo. Hay queridas tazas de té, fuentes inglesas viejísimas, vulgares platos de loza, pedazos de botellas y requechitos de todo tipo. También hay hallazgos de containers y donaciones de vecinos y amigos. Y algunos azulejos comprados en Cepillo, el corralón bizarro de la calle Austria del que les hablaré en otra oportunidad.
En este momento estamos por terminarlo. Vamos por la etapa del empastinado, es decir, el relleno de las juntas con un material de color.
Cuando empieza a anochecer cada piecita brilla y nos quedamos extasiados mirando nuestra obra.
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2 comentarios:
Buenísimo el mural. Qué trabajo, qué paciencia! Felicitaciones.
La palabra requechos (acá aparece como requechitos) es muy querida por mí. Cuando era chico, a veces mi mamá mezclaba a la noche comidas que habían quedado del mediodía. Nos decía ahora van a comer una comida muy cara, que sólo se sirve en los mejores restaurantes: "guiso de requechos".
Mis hermanas y yo quedábamos fascinados.
Un beso
yami-caro:
el mural está en una pared del balcón de mi casa. Es una verdadera joya. Le voy a sacar otras fotos desde distintos ángulos para que lo vean mejor.
Rex:
Tu mamá también!
Las comidas y las ropas hechas de requechos son una especialidad maternal sublime. La gracia es saber presentarlas como lo hacía tu mamá para que no sea una pálida sino un festejo.
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