viernes, febrero 22, 2008

La mendiga ad-honorem



Hace por lo menos quince años que la conocemos. En ese tiempo nosotros hemos envejecido notablemente pero ella se conserva siempre igual. Parecía de cincuenta años en 1993 y a lo sumo de cincuenta y uno la semana pasada.

Debe hacer varias décadas que no se baña: tiene la piel casi negra y el pelo pegoteado, revuelto y enredado, envidia de los rubios aspirantes a rasta que hay en el barrio.

Es difícil explicarlo, pero te aseguro que a pesar del deterioro profundo de toda su persona es una mujer atractiva. Tiene una cara noble y una cabeza hermosa. Una irlandesa de mandíbula cuadrada y nariz chiquita. Está vestida con harapos ennegrecidos y casi siempre anda en patas. De vez en cuando la ves con unos zapatos incongruentes, regalo de alguien del barrio: mocasines de hombre, zapatos de noche de charol negro, botitas cancheras de diseño. Siempre se los miro porque me intriga saber qué pasa con esos zapatos, que desaparecen a los pocos días y son reemplazados por otro par aún más disparatado.

Una de las características más notable de esta mendiga es que no mendiga. A veces hay en el piso un vasito de plástico con unas monedas adentro, pero ella nunca pide. Es como si dijera ma fangulo, si querés me das y si no no me importa.

Otra cosa llamativa es que está siempre acostada en el piso y casi siempre con las piernas en alto o con los pies sobre una pared. Va ocupando lugares rotativos: la vereda del hospital, el portal del banco, la entrada de la galería y se queda en cada uno varios días. Durante algunos meses vivió en el umbral de un centro de estética de aspecto completamente antiestético. Se ve que le gustaba la entradita estrecha, donde se acomodaba acostada, flexionada con las piernas bien verticales hacia arriba. Ahí la veías durmiendo o despierta días y días. Un día la dueña, que si el cartel de su local es verídico es una rubia tetona y se llama Janina Vázquez, clausuró la entrada a la escalera con una verja de hierro y la mendiga pasó a dormir en la misma posición en la vereda, al lado de la verja.

Yo la entiendo a Janina: no podés regentear un centro de estética cuya entrada está obturada por una mendiga que duerme patas arriba y que –esto es un detalle importante- se rasca desesperadamente todo el tiempo. Tiene la ropa levantada y se frota y se rasquetea la piel del pecho, de los brazos, de las piernas, día y noche, hasta que le sale sangre. Hasta dormida tiene una expresión de angustia terrible mientras se araña entera con las uñas negras y largas como de mandarín chino. Por si alguien no lo sabe, es una tortura atroz la picazón permanente, creeme.

Lo curioso es que sucia, con sarna, borracha, loca, miserable, la mendiga ad honorem es infinitamente más estética que la esteta Janina Vázquez, te puedo asegurar. Y por lejos mucho más elegante.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

que bonito observar a esta gente
con los niños amamos a tarzan
corre entre los autos
se frene en un tacho
pero te juro que siempre tiene la mirada en el horizonte
los chicos me preguntan por el
a veces esta dormido en el piso del ba design...y le da un toque:elegante.
yo les digo a los chicos:"ese hombre con una ducha y mandando su trajecito de tarzan al laverap una vez por seman..seria todo un estadista"
por supuesto no saben que es un estadista
Pequeño le dice:Trazan el tardista.
que se yo
janina perales si lee esto..bue,seguro retoma terapia
cariños
trash

Anónimo dijo...

janina legrand
cariños
trash

Anónimo dijo...

janina fauset majors
cariños
trash

Anónimo dijo...

janina saint remy
cariños
trash

Anónimo dijo...

janina conch d oure
cariños
trash

Anónimo dijo...

janina de monaco
cariños
trash

Au drey dijo...

Yanina Vego.

Marie dijo...

me parece que la tengo vista
si es la que digo, es cierto, es muy elegante
y si no, será otra, de la raza de Mendigas elegantes

Notengo dijo...

impecable relato... una perlita. gracias!

Anónimo dijo...

y los derechos humanos?
jajajaja snif

Tommy Barban dijo...

En verano me gusta que haga mucho calor y a las mujeres las prefiero a medio vestir, sudadas y en patas. Ergo, la acuarelita de la mendiga me calentó.