sábado, febrero 16, 2008

Un problema genético


J., mi hijo 1, tiene una obsesión con los sonidos. Sobre todo lo trastornan los que son repetidos y monótonos. El golpeteo de un toldo, el chirrido de una puerta, el goteo de una canilla, lo sacaban de quicio desde muy chico. Yo no tengo esa hipersensibilidad pero siempre lo comprendí: puedo imaginarme muy bien lo desesperante que es estar sometido a algo que se repite y se repite y se repite y no poder evadirse de ese picoteo en la cabeza, ya sea un sonido, una voz, una pareja, una madre, una música, un pensamiento. Tá bien: somos un poco raros. También olemos olores que nadie huele y nos parece evidente que ciertos números son salados y otros picantes y que el 1 es azul y el 4 es blanco. De eso hablaremos en otro momento. Son aberraciones de la percepción ya bien estudiadas y hasta con cierto prestigio. Ahora bien: parece que esa sensibilidad de J. se ha ido acentuando con el tiempo y en este momento no puede soportar que el perro de su vecino ladre durante más de quince minutos. Todos tratamos de persuadirlo de que no se mude y de que no asesine al perro ni al vecino, pero en esas conversaciones yo nunca estaba muy convencida porque no sabía qué haría en su lugar. Ahora sé. Los vecinos del piso de abajo son amigos nuestros: una pareja de dos hombres, médicos, muy simpáticos, que tienen un Beagle llamado U. Ahora tienen otro perro llamado A., pero al principio, cuando R. y R. estaban de guardia y U. se quedaba solo lo traíamos a casa y estábamos con él todo el día. Es nuestro perro amigo y lo queremos mucho. Pero desde hace dos o tres semanas se le ha dado por pararse debajo de nuestro balcón y ladrar y ladrar y ladrar y ladrar con un ritmo monótono, entre las 2 y las 5 de la tarde. Yo no me daba cuenta porque a esa hora estoy en el consultorio, pero ahora que estoy de vacaciones y trato de sentarme a escribir con cierta continuidad oigo su ladrido constante y no lo puedo soportar. Ayer me asomé y le dije como el rey Juan Carlos que se callara, porfi, U., por qué no te callas, que me enloqueces. Siguió durante cuarenta minutos más y finalmente me mudé de lugar. Hoy al mediodía empezó otra vez. Se lo comenté a mi chico y le dio un ataque de risa. Dijo que sufría de la misma locura familiar que J., que ahora sabe de dónde la heredó el pobre chico.
Bueno, bueno, cállate que me desesperas, les dije a los dos, perro y hombre.
A ustedes no les pasa lo mismo? Es que la gente normal puede soportar los ladridos monocordes de un perro, aunque sean de un perro amigo, más de media hora sin perder la razón?

30 comentarios:

Anónimo dijo...

yo tengo un beagle (tiempo compartido con el padre de mis hijos), y la verdad es que cuando no estamos, los vecinos me cuentan que llora y les hincha las pelotas.. tienen razón. cuando estamos, ni ahí, ni mú, nada, pero si no.. parece que es un constante lamento, y me pone mal por los vecinos. tendré que encontrar una solución. cuando era más chico y ladraba inclusive en nuestra presencia, un entrenador de perros nos había enseñado a decirle (gritarle) "NO!!!", con nuestra mejor cara de orto y mirándolo fijo a los ojos, sin desviar la vista (demostrando quién es el alfa de la flía)y así se curó. pero tiene que ser grito a cara de perro guau!, si no, te agarran para el churrete. y funcionó. el tema es cuando no hay nadie que lo ponga en vereda... suerte!

Anónimo dijo...

son silencieros!

la cronista

Anónimo dijo...

creo que no puedo soportarlo, pero no me acuerdo porque hace mucho que no me pasa. igual soy también medio silenciera, y NY es una ciudad de ruidos de volumen bajo pero constantes y enloquecedores provenientes de máquinas que producen frío, calor, vapor, electricidad, y esas cosas invisibles pero poderosas.

la cronista

fersebal dijo...

El ladrido agudo de un perro pequeño, canillas goteando, el zumbido de la heladera, el golpeteo de una puerta mal cerrada, 30 min de vos femenina aguda... quién puede soportarlo?!

fersebal dijo...

También soy sensible al color rosa metalizado. Me descompone.

myrna minkoff dijo...

Ferse,
Para mí el rosa metalizado es el color de ciertos perfumes berretas que me hacen doler la cabeza.

Florcita dijo...

Como dueña de un Beagle, debo decir que tenés razon y que sus ladridos son insoportables.

Aunque no tan insoportables como los de "Mora" la cocker que tienen acá en la casa de al lado.
Vivo en un barrio de casas con jardín y pileta, y mis vecinos tienen chicos, que durante las tardes juegan en la pileta, y parece que Mora no puede soportar que se zambullan y ladra, ladra y ladra. Salen de la pileta y se calla. Obvio que los chicos se vuelven a tirar y ella vuelve a ladrar. Agudo, monocorde, quejoso...

Tanto, que hace que mi perro, que está tirado en el jardín de casa al lado nuestro mientras tomamos sol, de vuelta la cabeza y me mire con cara de "qué perro hinchapelotas!"

Saludos!

fersebal dijo...

Yo relaciono el rosa metalizado con cierto olor a plástico o lona plástica. Es más, al ver el color siento como si estuviera percibiendo el olor relacionado. Me provoca una sensación extraña que va desde el centro del paladar hacia el fondo y por detrás de la nariz (es difícil de explicar).

fersebal dijo...

Tengo un libro de inglés (Generation 2000 - Student´s book 2) cuya tapa, provoca la sensación anteriormente descrita.

Anónimo dijo...

tirale una albóndiga con nervo-calm!

myrna minkoff dijo...

Fersebal,

no quisiera alarmarte, pero tal vez sufras de sinestesia (creo que se escribe así, de lo contrario Crab nos lo dirá). Yo tengo y mis dos hijos mayores también. Siempre me pareció evidente que las cosas abstractas tienen olores y colores y hace poco me dí cuenta de que no todas las personas lo sienten. Yo tengo una sensibilidad olfativa y cromática terrible y además las dos mezcladas. En cambio, soy insensible a los sonidos y a la música. Otra gente sinestésica le siente colores o gustos a las notas musicales.
Cuando J. , mi hijito 1, era chico nos pasábamos horas comparando de qué color, qué olor y qué gusto tenía cada número y cada letra para él y para mí. Y A., la hijita 2. decía que su pie izquierdo era picante y su pie derecho era salado. También reconocía en ciertas cosas un olor llamado "olor a mancha" y otro llamado "olor a bicho". No hay que preocuparse demasiado; parece que es como un pequeño cortocircuito neurológico sin otras consecuencias que esa. Nabokov también tenía.

Anahí Lazzaroni dijo...

Las vocales, las palabras y, sobre todo, los nombres de pila los percibo de colores.

Y no soporto el sonido de las sirenas de los barcos, me produce una tristeza infinita estilo Pessoa.

Anónimo dijo...

Yo siempre relaciono los días de la semana con un color y una forma. POr ejemplo los lunes son claramente un redondel rojo. Los martes un recatángulo amarillo y así sigue...
Con los meses también tengo algo: Diciembre es azul y en forma de picos.
El durazno, cuando está medio feo tiene gusto al olor del quitaesmalte.
Los números pares son dulces y los impares salados...
Después de leer el post y estos comments siento que no estoy tan loca!!!! Gracias Ememe!


Anoni

Anónimo dijo...

Cuando era chica mirar algun objeto de oro me daba nauceas

Anónimo dijo...

Tengo problemas con las lombrices.Hacen picadas y cuando van muy rapido toman la curva ..y hacen gggggggggggggg..y me vengo de atar.
Cariños
A

Fulana dijo...

después de leer los comments me entero que mis olores y formas imaginarias no son una locura!! guau!! este año es azul, lo veo claramente y en mis últimas vacaciones en una playa me iba cada media hora por no soportar el ruido del mar, tan igualito, tan ventoso, tan marrón...buuuuuu

Anónimo dijo...

A mi me desquicia el ruido del mascado del chicle, también su textura. Es algo que no puedo soportar, y su un hombre se mete un chicle en la boca, entonces ya nunca podrá erotizarme. Preferiría verles en la boca sapos o ranas vivas.

fersebal dijo...

Estuve investigando, y tal vez sí, sea un poco sinestésico. No solo los colores me provocan cierta sensación olfativa, algunas texturas también lo hacen. Los pinches me hacen sentir olor a "agua en la nariz" (cosa que creo inexistente) y una grasa que utilizamos en la fábrica la siento dulce al tacto.

A la mezcla de dos sentidos corporales se la llama sinestesia de primer grado.

A la mezcla de un sentimiento/ emoción con un sentido corporal se la llama sinestesia indirecta o de segundo grado.

Creo que también padezco de la segunda. Hay sentimientos que no puedo expresar de otra manera más que con imágenes. Por ejemplo, Amiga de Rulos fue un tablero de ajedrez sobre cuatro elefantes sobre un fondo negro. Exnovia fue esferas amarillas sobre fondo sepia. Etc...

Diferentes formas de percibir la realidad...

Daniela Lucena y Gisela Laboureau dijo...

el ladrido continuado puede llegar a enloquecer!!!

ahora, yo tengo un beagle y casi nunca ladra, por ahi quiere ir con ustedes...

Loca xq sí dijo...

yo no veo números de colores ni me parecen picantes algunos, pero sí me molesta el repiqueteo del agua en la pileta, los perros ladrando sin parar, la columna de sonido que se forma en la esquina donde vivo y que produce que todas las conversaciones y ruidos de la calle suban directamente hasta el 6º piso donde vivo y los escucho como si viviera en planta baja... y a veces tengo el sentido del gusto alterado, pero creo que no compito en la categoría de ustedes; tal vez en una junior

Anónimo dijo...

Tuve un perro beagle que era de lo más hincha pelotas. Son animales que necesitan compañía permanente. A mi me pasa lo mismo. Si me dejás sólo, me agarra un hormigueo de nalgas que combato con la ilustración y el baile de fox-trot.
Lo que no termino de entender es esta fiebre de sinestesia que me remite a algunas veces que me copo morfando pollo con champignones.
Me gusta el tema.
La imagino a ememe gritándole al perro desde el balcón.
Haga una cosa: mándele a la iguana para que lo ponga en vereda.

EmmaPeel dijo...

Mi abuela a la picha la deja con la radio encendida y alguna ropa con su perfume a pata, los vecinos dicen que ni se la escucha 8ni a la perra ni a mi abuela)

Anónimo dijo...

No sé si tendré un desorden genético, nunca lo consideré así... aunque capaz mi mamá cambió después de vieja y dejó de ser como yo... pero tengo un problema ENORME con los ruidos que produce la gente... no tanto las cosas que me molestan menos...
me molestan de sobremanera:
-los silbidos,
-los supiros,
-los resoplidos,
-los sonidos que produce la nariz al aspirar y tener mocos (las chupadas de mocos diría)
-las toses
-los sonidos al comer, tomar, masticar chicle, etc.
-la respiración agitada y/o dificultosa, etc, etc, etc,

bueno, esto no solo me molesta sino que se apodera de mi y no puedo controlarlo, me hace odiar a la gente...
creo que más que genético es psicológico...

respecto a la sinestesia... creo que lo vivo también, pero no había estado tan consciente hasta ahora... me voy a detener a analizarlo bien...

saludos

(A.F.A.:ahora ya me delaté y sabés que soy yo)

Anónimo dijo...

Si sos Julio Grondona esa intolerancia no me extraña......

rox dijo...

No, la gente normal no soporta ladridos, aunque sean de un perro amigo.
Me encantó tu blog y estás linkeada, no me acuerdo si ya te lo había dicho.

ilsebe dijo...

Todas esas sinestesias me parecen maravillosas. Yo solo tengo algunas poquitas y se presentan más bien con situaciones que me resultan desagradables, penosas o aterradoras. Me encantaría percibir los colores de las cosas abstractas y de los sentimientos, igual que sus sabores, pero se me da muy escasamente, y eso que en la cocina suelo destacarme por el uso de los condimentos y descubrir nuevos sabores en platos memorables...
El papá de mis hijos decía que el dolor de muelas es azul y a mí me parecía incomprensible asociar mi color favorito con una sensación tan desagradable. Tardé mucho en entenderlo.
En cuanto a los perros ladradores, tenía uno en el piso de abajo. La dueña se iba por varios días dejándolo solo y el pobrecito ladraba o mejor dicho aullaba desde las 18 o 20 PM hasta las 4 AM del día siguiente en intervalos bastante parejos de cada 20 minutos. A veces también lo hacía mientras la dueña estaba en la casa pero en otro lugar con puerta cerrada y cuando le pedía que hiciera algo me decía impávida que no era su perro porque había estado todo el tiempo con ella y que había escuchado también los ladridos. Primero quedé descolocada y luego tomé todos los recaudos para constatar que los ladridos venían de ese lugar y que no estaba loca (yo). Entonces, una noche en que el pobre pichicho estaba lamentando otra vez su abandono fui con un marcador indeleble de punta gruesa y le puse un cartelón sobre la puerta del depto: TOME MEDIDAS PARA QUE SU PERRO NO AÚLLE DURANTE HORAS. Cuando lo vio se puso a gritar como loca. Durante algún tiempo ayudó. Después se lo volvía a escuchar cada tanto y ahora tenemos paz desde hace algún tiempo. Tampoco veo al perro y no sé si el pobrecito murió asesinado por algún vecino que no se animó con la dueña que lo hubera tenido mejor merecido.

Ememe: qué hay de Katmandú?

Anónimo dijo...

Justo estoy en una fase en la que no sólo me molestan los pichichos. La ciudad está muy ruidosa, la gente es muy ruidosa, y me parece que estoy desarrollando la misma capacidad que tu hijo. Tengo cero tolerancia!

Cosima dijo...

Te apoyo totalmente. No en vano la tortura ideada por los chinos que tienen fama de crueles, es la gotita que te cae en la cabeza. No duele, no es estruendosa, no lastima...¡pero cómo jode!

Yo sufro el goteo en mi toldo de los aireacondicionados, y la alarma del garage. Pero hace un tiempo había unos vecinos que tenían un Weimaraner y lo dejaban solo en la casa y ladraba horas y horas. Yo le silbaba pero nada.

Es cruel tener animales para encerrarlos. Igual los perros son como los niños, estos lloran, aquellos ladran. Puf!

Anónimo dijo...

Cuando estudiaba en la casa de mis padres no soportaba ni el gotear de la canilla, ni el traqueteo de la heladera ni el chirrido de los ventiladores en verano, mucho menos los ladridos del salchicha de mi tía del fondo. Soy una enferma total de los ruidos!.

bóxer dijo...

Un perro ladrador es una tortura para los vecinos. El que tenga perro que se cuide muy bien de que su perro no ladre y martirice a los vecinos, de lo contrario vendrán, muy justificadamente, quejas, broncas, llamadas a la policía, denuncias, ... y quizá también envenenamiento del perro por parte de alguien que ya perdió la cabeza y los nervios a causa de los insufribles ladridos.