domingo, enero 22, 2006

no todas son rosas


Después de escuchar un relato atroz de un paciente, pesadillas toda la noche.
La escena es tan terrible que no puedo escribirla ni contarla. Entonces el mismo fragmento de película queda rebotando contra las paredes de mi cráneo como proyectado por una maquinaria maligna, día y noche. De día me entristece; de noche me despierta.
Habría que crear un servicio de escuchadores recios para contarles las cosas horrorosas y depositarlas en sus orejas sin remordimientos.

2 comentarios:

explorador54 dijo...

Dicen que el mal es como el calor: para apaciguarse necesita propagarse, pero al propagarse quema un poco a los demás.

myrna minkoff dijo...

... y uno no es de amianto, vió?