lunes, octubre 16, 2006


Creo que lo que me gusta es los preparativos y el proceso, más que la cosa terminada.

Estoy por empezar un paisajito que quiero hacer en acuarela: un lugar de Córdoba con un perro. Entonces voy al taller, busco un tablero y cinta engomada y después elijo uno de mis bellos papeles de acuarela italianos (300 grs, puro algodón secado en frío). En la pileta de la terraza pongo el papel bajo el chorro de agua y lo pego sobre el tablero. Corto cuatro tiras de papel engomado, las mojo una por una y las pego bien al bordecito encuadrando el papel. Aprieto los bordes bien apretados con un trapo y dejo el tablero vertical en la sombra para que se seque despacio. Así el papel se tensa y queda fijado bien plano para poder trabajar sin que se mueva.

Después dibujo suavemente sobre el papel seco con un lápiz blando, un 2B y vuelvo a mojar todo para darle la primera mano de acuarela, que va a ser el fondo, el tono general. Todavía no sé si va a ser gris brumoso o celeste argentino. No me acuerdo bien del color del aire de Córdoba, a pesar de que pasé muchos veranos en La Cumbre y en Los Cocos. Era azul? Era gris? Creo que era más bien azul pero no estoy segura: en aquella época nunca miraba el cielo ni las nubes. Andaba a caballo todo el día y lo único que recuerdo es los espinillos que raspaban la piel, la tierra caliente y el delicioso olor a sudor y a estiércol de caballo.

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