sábado, octubre 07, 2006

un día

B.3, La Nena, se fue hoy a Chile a un encuentro de poetas.

Me quedo sola. La casa se agranda y está muy silenciosa, tanto que no me animo a poner música. Tengo todo el tiempo libre por varios días. Nadie me necesita, nadie me espera. Me siento como una uva suspendida en gelatina sin sabor.

Hago planes para ver la muestra de Martín Kovensky, para ver La Música más Triste del Mundo, para ver La Tempestad, para ir a cambiar un libro que vino fallado y otro que le compré a alguien que ya lo había leído, todo caminando para que la tristeza se achique y el mundo se agrande un poco.

Voy a dejar ropa limpia al cuarto de La Nena y veo sus zapatitos tirados en el piso. Me agarra una pena terrible, la misma que me daba ver las zapatillas vacías de los tres cuando eran chicos y no estaban en la casa. Es algo que no pasa con la ropa ni con los libros de las personas ausentes, sólo con los zapatos.

Hoy a la mañana fui a comprar las últimas cosas que La Nena necesitaba para su equipaje. Además de lo que decía su lista garrapateada le compré unas galletitas exquisitas de chocolate, jamón cocido y unas ciabattas recién horneadas para hacer sanguches para el viaje. L., su adorable novio, le preparó el sanguche, le cosió un botón y se ofreció para pintarle las uñas. A eso último ella dijo que no porque se le hacía tarde.

Ayer B.2 y B. 3 se pelearon por algunas ropas, como es habitual. Esta vez era todo más áspero porque B.3 se llevaba a Chile algunas cosas que B.2 le había prestado y fueron necesarias negociaciones muy sutiles y muy tensas hasta lograr un equilibrio perfecto entre préstamos, reproches y promesas.

Todo terminó tan bien que B.2 se ofreció a comprar lo que faltaba para el equipaje de su hermana. Eran algunas cosas básicas: tampons, una crema para el cuerpo, un cepillo de dientes, pasta de dientes, un jabón chiquito.

Cuando fue a guardar todo en su bolso, B.3 descubrió que en lugar de pasta de dientes le había comprado un adhesivo para dentaduras postizas. La verdad es que el envase es muy poco claro: si uno no lee lo que dice no se da cuenta.

Hubiera sido terrible que B.3 lo llevara y lo usara en Chile. Se le iban a quedar los dientes pegados y no iba a poder leer sus poemas.

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