Llega la pizza de Romario. La fainá viene en una caja triangular de cartón. Será la influencia del día de Don Vicente, pero pienso que puede reciclarse como práctica cartuchera para transportar un arma en un momento de apuro.
Afectada tal vez por las últimas noticias, también de a ratos me parece un sarcófago.
Corto el remanente de la pizza, la ordeno porción sobre porción para comerla en el desayuno de mañana y cierro la cajita. Queda muy monona. Pero de repente a todos nos asalta la duda: la pizza estará allí realmente? Con todas sus aceitunas? No nos habrán madrugado llevándose una porción?
Abro la cajita y miramos. Uff, qué alivio! Todo sigue en su lugar.
Nos vamos a dormir tranquilos.
Mañana será otro día.
2 comentarios:
abrir la caja y que la pizza esté ahí, hoy día, no es poca cosa, eh.
Sí, por eso no se puede dormir tranquilo hasta que no se abre y se mira adentro todas las veces que sea necesario.
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