viernes, diciembre 29, 2006


Un amigo mío se distrajo y de repente se encontró casado con una patrona celosa, una propietaria que mete miedo, que controla sus pasos y le prohibe cosas.
Siempre me sorprende que esa trampa asfixiante, increíblemente antigua, siga funcionando entre los modernos.


La veterinaria de enfrente tiene el servicio en oferta hasta fin de año. Chicos y chicas interesados, a apurarse que el gatito se escapa.

6 comentarios:

ericz dijo...

Sucede que "el amor es ciego"; recobrar la vista puede ser espantoso.

Anónimo dijo...

¿no será de la patrona controladora la veterinaria que vende castración a mitad de precio?

c.

Anónimo dijo...

cuidado q es epoca d castracion automatica pepe

muy buena la foto y la poesia

lola

myrna minkoff dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
myrna minkoff dijo...

Para los suspicaces encabezados por crab, aclaro que fui yo quien suprimió el comentario de la 1:41. Había puesto el comment en el post equivocado.

myrna minkoff dijo...

Ericz, sí es espantoso y lo peor es que muchas veces uno recobra la vista demasiado tarde. A medida que avanzan, esas relaciones adquieren forma de embudo y cuando querés salir te vas entrampando más y más.

Hace unos años fui a oír a Brad Meldhau y durante la primera media hora cantó su mujer, Fleurine, una holandesa que aullaba como Valeria Lynch. La muy guacha no se bajaba más: tenía un ego descomunal y hablaba de Meldhau como si fuera su acompañante, un pelele que se las arreglaba al piano. Ese día descubrí que el amor también puede ser sordo.