Mañana emprenderé un largo viaje hacia la frontera este del barrio de Saavedra, hasta una calleja cortada en la que sólo hay una escuelita maltrecha. Iré un poco a pata, un poco en subte y otro poco en colectivo hasta llegar a la urna donde depositaré mi óbolo.
Todos me preguntan:
-Por qué no hiciste cambio de domicilio?
-Lo hice hace catorce años, respondo una y otra vez sin perder la paciencia -Lo hice pero sigo empadronada (qué monstruosidad de palabra) en esa escuelita rural.
Lo más curioso es que la dirección que me atribuyen no existe desde hace más de 30 años, cuando demolieron esas cuadras para hacer una autopista.
La Dirección Nacional Electoral me ha declarado homeless y me manda a votar al rincón, pero igual voy a ir, aunque ningún candidato me gusta. Antes protestaba no votando, pero nadie se enteraba y al final me sentía al margen, como cuando uno va a una fiesta y toma agua sin gas.
1 comentario:
Yo también voto en Saavedra! por suerte el solcito estaba lindo, asi que vino bien la caminata hasta ése lugar donde parece que no llega nada
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