lunes, septiembre 25, 2006

Creo que Carlos

Cuando hace tanto frío y sopla tanto viento y en la calle uno se siente desamparado pero llega a su casa y entra al calorcito y al rico olor a casa limpia pienso todo el tiempo en algunas personas que conozco.

Una es la señora que está siempre en la estación Alem de la línea B del subte. Arranca los afiches de publicidad cuando suman un buen espesor de cuatro o cinco, y se envuelve en ellos abrazada a su bebito de menos de un año. Cuando paso de ida, a las 8 de la mañana, están dormidos dentro de su canelón de cartones y alrededor hay restos de comidas, trapos, y sube un olor a intimidad.

Al mediodía, cuando paso de vuelta, está sentada sobre el cartón, que ahora es una alfombra que la aísla del frío del piso. Pide monedas y el nene llora, moquea y se arrastra descalzo por el piso de baldosas sucias de la estación.

Otra persona que recuerdo cuando hace este frío es un linyera que la ambulancia llevó a la guardia del hospital una noche de invierno. Estaba medio inconsciente de hambre y de frío, con las uñas y los labios azules. Tenía la ropa vomitada y los ojos hundidos en las órbitas. Le llevé del bar un sándwich de jamón y un café y comió y tomó todo en silencio, como si estuviera recordando lentamente cómo era eso de comer y tomar algo caliente.

Desprendía ese olor agrio de la piel y la ropa nunca lavadas. Le pregunté cómo se llamaba y me dijo –Creo que Carlos.

Le volvió el color a la piel y sonrió un poquito. Antes de revisarlo el jefe de guardia exigió que lo bañaran. Revisar a un linyera es una de las pruebas de iniciación que les hacen a los estudiantes en el hospital. Se supone que sólo si uno se banca la sarna, la sangre, el olor, las costras y los piojos merece ser médico. Pero el jefe dijo que le avisaran cuando estuviera limpio, antes no. A las cinco de la mañana le sacaron la ropa, la tiraron, lo llevaron al baño y lo dejaron allí, desnudo. Entró un enfermero, lo ubicó debajo de la ducha, le entregó un jabón y abrió las canillas. Cinco minutos después fueron a buscarlo con una toalla y lo encontraron muerto bajo la ducha. No le hicieron autopsia. A la mañana en el bar circulaban distintas versiones. Un cardiólogo decía que el paso del frío al calor del agua le había provocado un shock. Un gastroenterólogo dijo mirándome fijamente que comer una buena comida después de meses de pasar hambre podía haberle provocado la muerte. Una psiquiatra opinó que el pasaje brusco de la desprotección de la calle a la protección del hospital era suficiente para descompensarlo gravemente.

Nunca supimos la causa de su muerte pero desde entonces yo me siento responsable de conservarlo en mi memoria porque sé que en ningún otro lugar se recuerda que él haya pasado por el mundo.

4 comentarios:

Griselda García dijo...

Querida EME, lo tuyo es beatitud. Qué corazón inmenso!

la enmascarada dijo...

sos una divina, Ememe!
Seguro que no se murió por tu sandwich, pensá que es muy probable que le hayas regalado, después de mucho tiempo, un momento grato, el último de su vida. No es poca cosa.

Anónimo dijo...

Top story.Que no suene frivolo,en ese:"creo que carlos",estamos todos involucrados.La cantidad de gente que lo abandono,las cosas que habra hecho el(voluntarias o involuntarias)para llegar ahi...pero tambien aparece el ser humano que le da de comer y le muestra una luz ya ademas le hace acordar su nombre...con todo lo que implica.
Si ni se mi nombre,estoy con hambre y sucio..y viene una mina,me da de comer,me recuerdo mi nombre..no se que mas viene con ese flash,pero lo quiero.
Los medicos,como casi siempre no entienden mucho,que tambien esta bueno para que puedan actuar con frialdad.Aunque a veces se van de mambo.Cosa que a mi nunca me ocurrio.Amo tus historias y como las contas.
A

Anónimo dijo...

Top story.Que no suene frivolo,en ese:"creo que carlos",estamos todos involucrados.La cantidad de gente que lo abandono,las cosas que habra hecho el(voluntarias o involuntarias)para llegar ahi...pero tambien aparece el ser humano que le da de comer y le muestra una luz ya ademas le hace acordar su nombre...con todo lo que implica.
Si ni se mi nombre,estoy con hambre y sucio..y viene una mina,me da de comer,me recuerdo mi nombre..no se que mas viene con ese flash,pero lo quiero.
Los medicos,como casi siempre no entienden mucho,que tambien esta bueno para que puedan actuar con frialdad.Aunque a veces se van de mambo.Cosa que a mi nunca me ocurrio.Amo tus historias y como las contas.
A