No, no es que mi papá fuera un psicoanalizado liberal ni un intelectual sensible. Más bien era una bestia. Pero se acordaba muy bien de cómo era ser chico. Por eso, con sólo mirarme sabía lo que yo sentía.
Si uno se acuerda del desconcierto permanente que es el estado natural de la infancia y si uno no es un hijo de puta, sabe instintivamente lo que sienten los chicos y tiene el impulso de protegerlos y de calmarlos cuando sufren.
Así fue cómo mientras todos entendían que yo había roto el libro, él entendió que había liberado al sapo. Era un moralista cuadrado, un cuáquero severo que creía ciegamente en sus principios, pero el primero de todos era claramente la libertad. Y me lo enseñó de una forma inolvidable. Me decía que lo primero es ser independiente y libre y que recién después uno puede ocuparse de todo lo demás.
Suena lindo y fácil, pero él se emperraba en explicarme cuál era la forma de lograrlo, que no era irse a la playa a rascarse el higo sino aprender todo y laburar mucho y bien (para no depender de nadie), no mentir (porque te quita libertad), ser honesto (para no tener miedo de nadie), no pedir nada (para poder rajarte sin dar explicaciones), defenderse y defender a los otros de las injusticias (para que los malos no vuelvan a hacer el intento)... una serie de normas incomprensibles para una nena pero que de alguna manera se me grabaron a fuego en el coco.
Creo que verlo vivir a él con sus decisiones erróneas y egoístas, con sus excesos pantagruélicos y con su empecinamiento en gozar de las cosas, fue lo que me dió ganas de ser como él, porque además de ser una bestia era un buen tipo y sobre todo, la gastaba como nadie.
Ahora que está muerto y que nadie puede desmentirme es tentador crear un mito y decir que pensaba como Zaffaroni, pero debo decir que lamentablemente su pensamiento estaba más del lado del ingeniero Blumberg.
Para no llevarse una imagen falsa de él, sepan que si el sapo hubiera sido un chorro de La Matanza seguramente hubiera pedido cadena perpetua.
8 comentarios:
el anterior post me hizo llorar...éste más.
decí que es matemáticamente imposible, sino te diría que somos hermanas por parte de padre.
a propósito ¿dónde te paso la receta eslovena?
un beso
ah, dale, pasamela acá. de paso otros gordis también la tienen.
Si no querés, decime y pongo mi dirección electrónica.
Tu papá también es una bestia como el mío? Y así de dulce?
Elogiar mucho es un embole...pero al verdad que este blog es lo mas.
Que bueno lo que contas sobre tu viejo.
Que bien me haces sentir con eso de"meterse en la cabeza del niño"y que se yo.Creo que mi cabeza se quedo en los 4 años y a veces me pregunto si no soy un padre medio pelotudo.Estoy confuso hoy.
El "apa y el sapo liberado",la posterior reflexion de que seria mas parecido a Blumberg,fue un gran cierre.
De existir el mas alla,me gustaria tomar unas copas con tu padre y Blumberg.De fasito mejor ni les hablo,no?
Cariños
A
leía y no pude dejar de sonreír, lo que queda de mi abuelo es así
Igual me volví a emocionar y Blumberg jamás conseguiría semejante cosa ni aún si el que escribiese sobre el fuese el mismísimo Axel.
Ay! Me hiciste acordar de mi viejo! Que se parece mucho en mi recuerdo al tuyo. Me educó según la ética quechua que puede resumirse en "ama sua, ama llulla, ama quella" (no robar, no mentir, no ser flojo). Y era más bien un intolerante que nunca negó sus voraces apetitos pero insistía en que yo no me dejara dominar por ellos. Cada día lo extraño más.
Un beso. Disfruto todos los días las polaroids de tu vida. Nora
Me parece que me entro una pestanita en el ojo... la pucha, tu viejo me hace acordar al mio, que se me fue hace 3 anios y que era lo mas grande del universo, que mierda cuando se va alguien tan genial y a quien queremos tanto.
acabo de copiar los consejitos de tu viejo porque son lo más y están re bien explicados. lástima lo de blumberg.
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