miércoles, febrero 07, 2007

Pensamientos flotantes (en detergente)

Pocas cosas más sórdidas que las cortinas americanas cuando se rompen. No sólo se ponen asimétricas sino que les cuelgan unas tripas grisáceas como elásticos de bombachas viejas. Al único que le quedan bien es a Sam Spade, de noche, cuando está solo en su oficina.
En el consultorio tengo una de esas finitas, blancas, elegantes, que me hacen pensar que soy una médica naturista de Estocolmo.
Ayer la encontré colgando torcida como el párpado de un hemipléjico. Iba a llamar al señor que la arregla, que es un viejo artesano muy simpático, pero pensé que ya que estaba de vacaciones podía arreglarla yo. Hoy al mediodía me senté con mis herramientas frente a la ventana para hacerlo y ahí descubrí que no tengo ni idea de cómo es el mecanismo. Entonces la exploré en todos sus vericuetos, desarmé la otra punta, tiré de los hilitos para ver qué efecto hacía cada uno y finalmente descubrí lo que se había roto. Me costó mucho trabajo repararlo porque había un nudo muy apretado pegado con la gotita y unas hilachas que se habían salido de cauce, pero al fin lo logré y quedó perfecta.
Mientras lo hacía pensaba todo esto:

1. Por qué no llamo al arreglador y me quedo piola mirando cómo lo hace?
2. Por qué estoy perdiendo mis valiosas horas de vacaciones haciendo algo que otro puede hacer?
3. Mis hijos tienen razón: soy una hinchacocos perfeccionista y autosuficiente.
4. Tengo que ver a Elisa Rufino, el personaje de Fernando Peña que B.1 me dijo que es mi alter ego. Parece que es una pesada que se hace cargo de todo y cree que hace todo bien.
5. Escribo mucha cháchara sobre madres insoportables y yo soy una de las más densas.

Reparar objetos rotos o lavar los platos me desencadena un mecanismo de pensamientos automáticos autocríticos que a veces son epifanías. Por eso me gusta hacerlo.

8 comentarios:

Z... dijo...

he aquí otra a la que le gusta lavar los platos por la misma razón: pensar lo que venga en orden aleatorio!

leyéndote, ememe, tengo la sensación de que todos tus posts son pensamientos flotantes: escribís y yo no te leo, te escucho, como si te escuchara pensar (suena absurdo, pero no tanto). y es un placer.

myrna minkoff dijo...

Sí, me encanta lavar platos, y cuantos más sean, mejor. Tengo un sistema que va transformando el caos en orden pero no al azar, sino racionalmente. Primero ordeno: tiro la suciedad macroscópica, enjuago todo y una vez que sólo queda la suciedad invisible apilo por poblaciones. Parvas de platos por aquí, filas de vasos por allá, hileras de ollas por acullá, y manojos de cubiertos sumergidos en agua limpia, caliente y con detergente. Después preparo el instrumental como para una cirugía. Tengo cepillos, cepillos para botellas, esponjas limpias, desengrasantes y limpiadores abrasivos. Y voy lavando por orden, primero lo más frágil y los cubiertos, después la vajilla y finalmente los artefactos grandes. Y mientras un hemisferio de mi cerebro controla todo eso, el otro piensa y piensa en grandes temas universales y psicológicos. Por eso no me gusta que me ayuden, porque el que ayuda siempre habla y te desconcentra.

EmmaPeel dijo...

Me pasa exactamente igual con las cortinas romanas de mi living que tiene un sistema similar a las americanas. Verlas torcidas me da una sensación de dejadez fatal (casi la misma que cuando se me salta el esmalte de las uñas).

Y también soy la arregla tutti de la casa, incluso hice un curso de electricista domiciliaria en un centro de oficios (y si, mi TOC todo lo puede =P)

Z... dijo...

lo bueno es que trabajan los dos hemisferios
hay gente que si piensa, no puede lavar los platos, lo he visto!
detienen la esponja en un punto, corre el agua, enjuagan mal o ni enjuagan... y hablan, se dan vuelta...
en fin, una tendrá estos rayes, pero de alguna forma eso ayuda a controlar otros caos, ¿no? en la lavada de platos se arregla, sin que se note, parte del mundo (y no es poco)

myrna minkoff dijo...

emmapeel,
qué genial que hiciste ese curso! Yo quería hacer el de electricidad y uno de plomería. Odio quedarme como una idota mirando un enchufe que no anda y tener que llamar a alguien para que lo haga.
Lo del esmalte rojo saltado, aaach!! qué horror! Y el bretel del corpiño retorcido? Ugghhh!
Otra cosa que me encanta es zurcir, sobre todo papas de las medias. Tengo un huevo de madera de mi abuela para eso! Me fascina porque es un trabajo minucioso que requiere una mirada casi microscópica. También me pierde lavar ropa, a mano y a máquina, y descolgarla cuando se secó al sol. Lo que odio y no sé hacer es planchar. Me sale todo mal y me entristece profundamente la tabla de planchar desplegada y la actitud al planchar, como de depresión y de sumisión.

myrna minkoff dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EmmaPeel dijo...

Te paso después las direcciones de los Centros de Formación en Oficios para que, si en algún momento te agarran con ganas y tiempo, te conviertas en plomera!.
A mí me encantó hacerlo (incluso me queda un examen por hacer para matricularme =P).
Y mi lema es contigo pan y lavarropas, pero odio con toda mi alma planchar :S

myrna minkoff dijo...

dale, emmapeel,pasame ese dato.
Si yo pudiera arreglar mis enchufes y mis canillas sería mucho más feliz!