martes, enero 30, 2007

Tesoros que se encuentran con sólo mirar



El fósil de un helecho incrustado en una laja en un lugar cualquiera de la ciudad. Cuando paso, paro un poquito y lo saludo. Cuando fue un helecho que crecía al sol y veía pasar corriendo a los velocirraptors, nunca imaginó que tantísimo tiempo después una señora tan rara en un lugar tan extraño lo saludaría amablemente todas las mañanas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

jugate con un par de curitas eme



mrna

Anónimo dijo...

En el patio de mi casa yo tenía una laja con un amonite (especie de caracol, bah) incrustado.
Lo que nos hace pensar dónde estaban los mares entonces, y en que mi amonite sería probablemente más antiguo que tu helecho (o al revés).

Anónimo dijo...

En la terraza de mi casa una vez patee una cosa.Desenterre de noche.Era una mano.Al lado otra mano.A los dos dias le pidieron a mi hijo un trabajo practico del colegio.Las metimos en formol y la enganchamos a un sofisticado sistema(SS)de MP3.Cuando la miraban los niños en el jardin y oprimian un boton:salia la Marcha Peronista tocada por el inmortal Hugo del Carril.La obra era puro arte conceptual y se llamaba:"Las manos dil Generale".
Hola Ememe!!!!!!!!!!!!!!!
Cariños
A

myrna minkoff dijo...

anónimo,

ya publiqué los 12 curitas del almanaque. No tengo más. La serie argentina debiera iniciarse con Monseñor Casaretto y Monseñor Laguna, pero no encontré buenas fotos de ellos: son muy caretas y posan como tipos muy serios. Habría que pedirle al Padre Mangiarotti.Él debe conocer algunos que valgan la pena.

crab,

Dónde quedó ese fósil?
En la prehistoria el mar llegaba hasta tu patio?

A.,

estás definitivamente crazy.

Anónimo dijo...

Obviamente no. La laja se sacó (o importó) de algún lado, y con ella hicieron mi patio. No seamos tan literales...

Bla. dijo...

El patio delantero de la casa de mi abuela también tiene amonites incrustados en las lajas. Era tan interesante... caracoles en las piedras... tendrían tantas cosas que contar esos bichitos... habrán tenido una vida tan fantástica e interesante que quedaban inmortalizados cual estrellas de Hollywood.
Hasta que mi papá me compró ese libro de paleontología. Hubiera preferido quedarme con mi historia.