M.LL. me regaló una estatuita del Gauchito Gil. Hace años que viene contándome los milagros que le realiza y prometiéndome que me va a traer un ejemplar de Corrientes, su provincia natal (la del G.G., no la de M.LL.).
Hace dos semanas me la trajo envuelta en papel de diario y me dijo que a cambio de una promesa le puedo pedir el milagro que quiera. Insistió en que debo cumplir la promesa que haga, so pena de que el gaucho se retobe y haga todo al revés.
Para ilustrar cuán milagroso es, M.LL. me contó que el año pasado le hizo la promesa de construirle un altar en cierto lugar de San Juan si curaba al hijo de un amigo que estaba muy grave. A los pocos días el chico estaba curado pero a M.LL. se le complicaba ir en ómnibus a ese lugar inhóspito transportando ladrillos, cemento y cal y tardó varios meses en hacerlo. Mientras tanto estaba inquieto pensando que si no hacía el altar el chico se iba a morir definitivamente.
Al fin se fue con dos amigos y construyeron el altar, que debe haber quedado bastante mal porque los tres sólo saben de cine pero ni una pepa de albañilería. Pero parece que esos detalles al gaucho no le interesan siempre que uno cumpla lo prometido.
Bueno, ahora tengo mi estatua en la biblioteca, en un rincón para que se sienta protegida. No sabía bien qué pedirle porque no sé en qué rubros se especializa y hasta dónde alcanza su poder. Si le pido algo fuera de lugar por ahí se enoja y me hace una maldad; no sé si eso es posible. Igual me animé y le pedí algo, no lo que pido siempre cuando soplo las velitas y cuando paso bajo un puente por el que pasa un tren, y a cambio le hice una promesa bastante difícil de cumplir.
Le pedí a M.LL. algunas precisiones sobre el buen uso del Gauchito y le pregunté si ponerlo en el blog podía ofenderlo. Me contestó vaguedades pero me informó que si no le prendo velas rojas no funciona, cosa que no me había aclarado antes. Eso no me convence: de las rojas se pasa a las negras y el paso siguiente es tamboriles, túnicas y danzas rituales. No sé qué hacer. Ahora sí me da miedo que se pudra todo.
Epígrafe: la gallina se coló para robar cámara.
4 comentarios:
Tengo miedo.
De regreso de los Esteros del Iberá me llevaron a ver el Santuario del Gauchito. Es un lugar que no se cómo definir: grasa y atemorizante al mismo tiempo.
Salimos con los pelos de punta, fingiendo comentarios elogiosos por gentileza al correntino que nos había llevado con todo su orgullo y cariño a ver al Gauchito.
Tengo las velas rojas en un cajón de la cocina, con la idea de usarlas en algún corte de luz. O no, no se. Me da miedito.
A mí también. Yo también compré velas rojas por si acaso pero me da miedo prenderlas y no prenderlas también. En Goya, Corrientes, compré hace años una remera del G.G. y me la pongo para dormir.
Hola MM; tengo entendido de fuente confiable que el gauchito es lo que se dice un santo activo, esto es : Pedile lo que seas y te lo cumple con tal de que Le Cumplas algo a cambio (era ladron, por eso mucha gente malandrina le hace pedidos y tb cede)
Sí, sé que era chorro y por eso entiende cómo es desastrosa el alma y no moraliza sobre la corrección de los deseos. Por eso le pido a él y no a la Virgen María.
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