Ayer le conté a una chica muy joven cuáles eran las músicas que me gustaban cuando tenía su edad.
No le hablé de las que a todos nos parecen respetables, sino de las otras, las que uno prefiere no confesar.
Empecé por Sergio Denis para que el resto de la lista le impresionara menos.
Lo que no le dije es que me gustaba escucharlo para llorar. Era prácticamente el único uso que les daba a sus casetes.
Después confesé algo que ahora ya no es tan bochornal porque se lo acepta como un fenómeno kitsch: Sandro. Pero hace casi 40 años era una grasada sin atenuantes. Yo trabajaba en una agencia de publicidad y al mediodía, con un cadete que era un atorrante, comprábamos dos panchos, nos íbamos a mi casa y nos matábamos escuchando Sandro en mi Winco, que estaba pintado de rojo y amarillo.
Después, también me fascinaba Zitarrosa. Mis hijos se han reído siempre de mí por eso. Yo ponía sus discos y ellos simulaban que tenían arcadas. Cuando fue perseguido en Uruguay vino a Buenos Aires y vivió en la casa de unos amigos míos. Ahí lo conocí y lo amé: era como un pájaro enfermo, con un traje negro brilloso de grasita y una corbata finita negra. Fumaba todo el tiempo y tenía una cara increíblemente melancólica. Hablaba muy lento con una voz profunda y un acento uruguayo muy marcado. Hace poco, en Montevideo, conocí a uno de sus guitarristas.
Lo curioso es que ahora B.3 bajó todos sus discos y nos los asesta permanentemente. Cuando le recuerdo que hace pocos años le parecía deleznable dice que no es verdad, que seguramente estoy alucinando.
Pero lo más fuerte es lo de Leonardo Favio. En la época de Fuiste mía un Verano era un guachito tierno. Yo adoraba sus discos y además me moría por él: tenía las fantasías secretas más terribles que una chica podía tener en esa época. Un día, en San Telmo, entré a un restaurante a hablar por un teléfono público y mientras hablaba lo ví comiendo con unos tipos. El suspendió la conversación, me miró como para almorzarme allí mismo y yo creí que me iba a desmayar. En cuanto corté se precipitó hacia donde yo estaba... y yo salí literalmente corriendo!
Siempre me arrepentí de haber huído, pero se ve que era lo único que podía hacer frente a esa emoción.
Ahora lo veo con frecuencia por amigos comunes y me da mucha pena lo que queda de él. Pienso que si él se acordara de aquél episodio también le daría mucha pena lo que queda de mí.
8 comentarios:
Es imperdonable! que le hayas huido A Él... que tenía esas manos ( y tocaba así la guitarra ...) y esa voz... y esos ojos ....
Conste que tengo 29 años y siempre lo vi como a un abuelo tierno, pero cada vez que pienso a Fabio en sus treinta ... no puedo más que recurrir a los signos suspensivos ... la lascivia me carcome.
C.
Y siempre me pregunté si no es algo de ese peronismo desencajado lo que le da un plus irresistible. ¡Se levantó de la mesa!!! ¡Por Dios Eneme!...
correción Favio, no Fabio (ese debe ser otro)
C.
Que bueno Leonardo F oliendo sangre!!!!
Saludos
A
Sí, C., creo que siempre me arrepentí de haber huído. Es que era tan tan bonito, un negrito tan rico!
Pero sobre todo me atraía intelectualmente y me parecía inaccesible por la sensibilidad que tenía y que era muy visible en su cine. Cuando empezó con esas canzonettas de verano me pareció un chico común y recién entonces lo ví como el bombón que era.
Sí, A., era impresionante verlo avanzar con una intención tan clara.
No es la primera vez que huyo cuando algo es too much. Siento que mi corazón no va a poder resistir tanta pasión. Al día siguiente indefectiblemente me odio por haberme perdido algo tan maravilloso.
Peronismo desencajado, qué expresión!
Por definición todo peronismo es desencajado. Para la corrección política y las buenas costumbres, los radicales.
Una definicion para describir a alguien:"tenia una cara muy peronista"
Un ejemplo de cara peronista es:Alfio Basile.
Cara de ex marido de Moria Casan:Ricardo Lavolpe.
Cara de bizcochuelo(termino de mi novieta):El actor de capote.
El bizcochuelo se aplica al gordito rosagante,debe ser rubio..aunque se aceptan pelirrojos.
A
Mi madre me crío entre unidades básicas y mutuales sindicales, al menos desde el retorno de la democracia, y seguramente esa debe ser la razón por la cual nada que provenga de un comité podría interesar a mi libido.
Es verdad, el peronismo es, por definición, un hecho que sale de la norma (¡ha corrido tanta tinta para tratar de explicarlo, para intentar hacerlo encajar en algún molde!).
Yo creo que peronismo es un Aleph borgeano (lo cito adrede, pa` que sufra el muy gorila!), puede contenerlo todo al mismo tiempo. Con desencajado me refería a ese peronismos tan carnal, febril.
C.
Un día de 1988 Favio entró a mi oficina: camisa azul abierta un botón más de lo que indica el decoro, botas negras, jeans, pañuelo azul con lunares y una sonrisa matadora. Cuando mi jefe, su amigo, me lo presentó, apenas si pude balbucear un tonto "Encan... unplacinmenso" y mirar cómo su mano se posaba sobre mi brazo acompañando el acercamiento. Yo tenía 16 añitos y él era para mí (y lo sigue siendo) el inmenso director de cine de mi torre personal, la bestia apasionada que cantaba "La bohemia", el mentiroso que se había levantado a la Vaner y tantas otras cosas que sabía por ese amigo que era mi superior. Y de repente se hacía real, se hacía 3D como dice un alumno mío. Y era tan de carne y hueso que me corrió un frío por la espina que todavía recuerdo cuando lo veo con su gorrito rojo. Porque supongo que toda su pasión sigue ahí, igual que la emoción de aquella chica de 16 años. Saludos. Nora
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