sábado, noviembre 11, 2006

El marido ideal

Cuando fui a Alemania por primera vez tenía 17 años. Mi papá me despachó tres meses sola a recorrer Europa con la intención explícita de separarme de un novio que tenía, 30 años mayor que yo.
Me colocó en el vapor Provence con 200 dólares que me robaron en Porto Alegre y la dirección de mi abuela escrita en un papelito. Cuando hicimos escala en Montevideo ya me había olvidado de mi novio, que me siguió escribiendo durante meses cartas que yo tiraba sin abrir porque me daba impresión.
En el barco viajaban Nacha Guevara, que era mucho más vieja que ahora, y Pepitito Cibrián, que todavía no tenía ningún collar.
Helmbrechts, el pueblo de donde es mi familia paterna, queda en plena Baviera tradicional, conservadora y religiosa. Mi abuela y mi tía me recibieron con mucho cariño, me llevaron a recorrer pueblos cercanos y durante un mes me sobrealimentaron con chocolates, mermeladas y cereales hasta que la ropa me empezó a apretar. En ese momento me fui y recorrí Francia, España e Italia. Me llevó dos meses recuperarme de las calorías y del aburrimiento.
Durante el mes bávaro mi abuela me instruyó sobre algunas cosas importantes de la vida. La primera era cómo conseguir marido y la segunda, cómo elegir uno de buena calidad. Es muy sencillo, no como creen las mujeres argentinas, que todo lo complican. Las reglas son tres:

1. Mirarle el lado interno del cuello de la camisa. No es necesario que esté nuevo ni planchado, pero sí impoluto.
2. Mirarle las uñas. No sólo deben estar impolutas como el cuello sino que no debe verse ni un milímetro de borde blanco. El corte debe ser al ras.
3. Mirarle los tacos de los zapatos. Deben estar gastados parejos, es decir, horizontales. Si están más gastados del lado exterior o el interior quiere decir que el tipo no camina derecho y eso lo descarta sin atenuantes.

Vieron, gansas, qué fácil era?

Desde entonces no puedo dejar de hacer el test y siempre encuentro que los que me gustan son justamente los que no cumplen ninguno de los tres puntos.
En cambio, ya detecté cuáles son para mí las normas para excluir a un hombre de mi lista. Hay algunas obbbbvias, como que no sea policía ni militar ni pegador ni que tenga una mesa de dinero, pero hay otras que son igualmente eliminatorias:

1. Que use jogging.

2. Que se haga las manos.

3. Que use zapatos mersas.

4. Que monde (con cualquier método).

13 comentarios:

Griselda García dijo...

mondar es realmente im-per-do-na-ble!

Anónimo dijo...

¿ y que recurra a los tintes capilares?

myrna minkoff dijo...

Ah, si, qué espeluznante!
Conozco uno con quien estuve relacionada hace más de 30 años, que se tiñe las cejas de negro. Parece que se pasara corcho quemado. Tiene el pelo totalmente blanco y se ve que cree que las cejas negras lo rejuvenecen. Me da mucha pena cuando lo miro. Parece el malo de las pelis de Chaplin.

Anónimo dijo...

Cómo son exactamente los zapatos mersas?

myrna minkoff dijo...

Zapatos mersas son esos de cueros raros, como de petiribí.

Martino dijo...

¿Petiribí no es un tipo de madera?
A mi siempre me dijeron eso, no se, ilustrame.
Que suerte que tus reglas sean tan fáciles de cumplir, por alguna razón las chicas que me gustan a mí quieren a un muchacho que sea lindo. Algo que me es totalmente inalcanzable.

myrna minkoff dijo...

Sí, petiribí es un árbol y una madera. Pero sirve para dar una idea: esos cueros con pretensiones, que quieren decir mucho, con escamas, con relieves, de color caca brillante, caros, con detashes como hebillas y recortes. No sé, me imagino los zapatos de Moyano o los de un narco santiagueño. Es verdad que a la hora de la hora le podés sacar los zapatos pero igual te quedás pensando.
No creo que sea necesario ser lindo para que las chicas te quieran. Eso es un mito y un error. Los tipos son divinos aunque sean feos. Lo rechazante es el mondar, ser violento, ser prepotente, ser malo y por supuesto usar zapatos de petiribí. Si las chicas que te gustan no gustan de vos debe ser porque no son para vos, no porque seas feo.

explorador54 dijo...

Luego de estar un tiempo en el caribe, me ha ocurrido que ninguna mujer argentina me parece aceptable: todas pretendidamente europeizadas, teñidas, encorsetadas con las tetas hasta el cuello, maquilladas, duras y sin gracia. Después de unos meses me acostumbro, porque no me queda otra.

Anónimo dijo...

Cuello impoluto, uñas al ras, zapatos simétricamente gastados... ¿No son los curitas de las fotos?
Esto se está poniendo peligroso.
Un beso grande.
AS.
P.D. ¿Por qué no pueden usar jogging?

Anónimo dijo...

mi abuela dice:
que no tome
que no juegue
y en lo posible, que sea profesional...tremenda!

Anónimo dijo...

el jogging es la prenda antierótica por excelencia. No hay ninguno que no ofrezca el lamentable retrato del "culo caído". Descartados los joggings!

Inés Bertón Sedratti dijo...

Tu abuela es un genio, con pocas palabras dijo mucho. Y el cuero no es peteribí sino, pecarí (chancho).
Besos a tu abuela

Anónimo dijo...

¿Qué es "mondar"? (no hablo 'argentino')

...y de ahora en adelante aplicaré el test de la sabia de tu abueli.

Gracias