sábado, julio 07, 2007

Jenny Diski . EXTRAÑA EN UN TREN


Dormimos solos, por mucho que estemos en brazos de otro o lo tengamos entre los nuestros. Cuando nuestro acompañante se duerme es como si se retirara a un lugar privado rodeado de espesas zarzas y muros de inconsciencia tan impenetrables como la piedra. Tras de sí no deja otra cosa que una efigie indiferente y hasta descuidada, una cáscara vacía que gira y se revuelve, resopla y ronca, tan poco digna de ser considerada el recipiente de la mente y el corazón con los que poco antes te comunicaras como lo sería una lata de arvejas vacía. El sueño es un refugio. Todo hombre es una isla cuando duerme.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Brillante, nunca mejor descripto
Raku

Mascaró dijo...

Me dejaste sin palabras. O sólo con estas.